viernes, 27 de febrero de 2015

Las Jackies o „ni una cuarteta ‘pa’tirar’, y el que la encuentre que me avise que la voy a buscar“

No precisamente por casualidad, Las Jackies han sido portada de este blog desde casi el principio del Carnaval de Cádiz...


Las Jackies o „ni una cuarteta ‘pa’tirar’, y el que la encuentre que me avise que la voy a buscar“, era una de mis frases en esa jungla del feisbú.


“El presidente no ha podido venir porque está malito; le duele la cabeza”, era el comienzo. Guitarra, caja y bombo de la mejor factura musical callejera de Cádiz. Coros con crescendi y decrescendi absolutamente medidos y magníficos: “bom, gambón, gambas y jamón, choped no…”


“Yo soy la que lleva el peso de los cuernos, y sonrío…” Con un trabajo actoral impecable, a la manera de los musicales 'final de los cincuenta americanos’. Mujer florero bien representada a la que ‘...le dan tres patadas’ y con la ‘cantidad de flores que le dan… qué de nichos voy a adornar’.

Su cultura de cabaret, ya mostrada en anteriores ediciones (Las malas de V, de imborrable recuerdo, o Las niñas de la curva, por ejemplo), se une a la tradición del carnaval arrabalero y canalla con: “me toca el coño la gente ordinaria”.

Su marido triunfará y ella siempre, pero siempre y siempre, y más siempre, estará detrás: ‘detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer’. Letras comprometidas (no me gusta la insistencia de algunos en hablar de chirigotas de género o parecidos) con una situación social evidente, en este caso la tradicional sombra que a las mujeres ha dejado ‘el patriarcado’.

La chirigota evoluciona de modo imparable a lo largo de cada pase, sea en un café o en la calle. Singularmente en la calle, con unas ¿improvisaciones? y asistencias que hacen de cada representación una ocasión imborrable. Las continuas referencias al teatro del absurdo (‘La casa blanca tiene alquiler de renta antigua’, ‘En la casa blanca vive Obama, que es negro’) muestran que la inspiración llega desde la calle y desde el más culto de los viveros del humor. 'Llegan bolsas con el símbolo del dólar, será porque echa muchas horas’ o ‘Con tanto dinero montaré algo benéfico y si sobra dejaré algo pa’los pobres’. Absurdo como la vida misma.


‘Yes we can, ¡de qué!’. Presencia escénica extraordinaria, descaro, sorna y muy ‘poca vergüenza’. Manejan todas las artes que sobre un escenario son el sueño de cualquier agrupación.

En los cuplés la sinceridad es un trueno de sonrisa o de risa: “La de tonterías que hay que leer para echar un polvo sin compromiso.” Y un estribillo de un humor negro exquisito: “A mí no me preocupa mi destino, yo sé por dónde van los tiros.” Ya dirán luego más tarde que ‘Tengo un marido de mente muy abierta.’

Su tipo pasará a la historia del carnaval callejero, igualmente: falda, chaqueta y botones de comer…

Su crítica a tantos clichés establecidos sobre lo femenino y contra lo femenino es una cascada de risas y asentimientos. ‘Pa’presumir se sufre mucho, la moda está hecha pa’joder’, parafreseando el refrán: ‘Para lucir hay que sufrir’. Que les tapen los michelines los piercing es, igualmente, un canto a la naturalidad y a esa moda que constriñe a las mujeres. Y a los hombres, por cierto; ya ellas mismas, en un cuplé anterior hacían burla de los hipsters. Genial es que se coman las uñas y que al ponérselas de porcelana terminarán cagando un lavabo.

El cuplé sobre la casta, que termina con un inesperado ‘yo también me voy a cagar en tos’sus muertos’, es un trabalenguas imposible tan propio del carnaval de Cádiz, magistralmente recitado.

El anuncio del puente es uno de los éxtasis de esta gente divertida, divertidísima, que se divierte con la gente que les escucha: ’15 años de obra pa’quince minutos menos en coche’. ‘Un puente que unirá dos mundos sin explorar: el río San Pedro y la barriada de La Paz’. ‘Allá va Teo, montada en su gaviota de fuego’ (en una sonora referencia mitológica -Eos ó Aurora-, cultismos que hasta ahora solo había observado en Los del Perchero).

El cuplé dedicado a la fiebre es otro monumento a la genialidad, al descaro gracioso e inteligente, y a la naturalidad tan a menudo negada a la posible expresión de una mujer correcta. Seguido del ‘Yo me escardo’. Vendrá luego el pasodoble a Los pobres, y sus voces volverán a brillar con musicalidad, con sensibilidad y con una letra extraordinaria.

„Ni una cuarteta ‘pa’tirar’, y el que la encuentre que me avise que la voy a buscar“, sigo diciendo. Ha sido un honor escucharlas muchas veces, compartir con ellas risas, sonrisas y más de un vaso.


Termino esta crónica cuando se sabe que están nominadas al premio de la crítica. Espero que se lo den, pero no porque son chicas. Me repugnaría que no se lo dieran porque lo son.

PD: Algo que me llama la atención, poderosamente, es lo difícil que es encontrar vídeos de buena calidad sobre la excelente calidad de Las Jackies.


©Pablo Martínez-Calleja, 2015

Las Jackies





Las malas de V



Las niñas de la curva


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