viernes, 24 de febrero de 2017

Desde la Plaza... "Callejeras", de Calvichi's



Inauguración de la Exposición "Callejeras", de Calvichi‘s, en el espacio trasero del Mercado Central de Cádiz, un espacio recién recuperado como zona peatonal.

Crónicas clandestinas 2



Juan Carlos Aragón: „El Humor es la única forma de dar a la vida el sentido  que no tiene“, durante la presentación en el Falla de su novela „El pasodoble interminable“.


Crónicas habaneras 1

Se reunió la parroquia frente a la Santa Cueva, y nadie olvide que ahí dentro habita nada menos que nuestro Goya. Se reunió la feligresía bajo la dirección espiritual de los padres, seguramente priores, si no más, Jeta y Morro (que ya es ponerles apellidos) y nos reBelaron su palabra, y no tuvo desperdicio, y el Mundo siguió girando, aunque ya de muy otro modo.

©Pablo Martínez-Calleja, 2017

jueves, 23 de febrero de 2017

Crónicas clandestinas 1

Llegar a Cadi es llegar a donde sea y encontrar el camino a José del Toro, en busca de Javi (Usted está quí), desayunar en La clandestina, decir hola a Iván, a Enrique, y tener el gran placer de abrazar a Miguel Ángel García Argüez. Así es en Cadi, así empieza Cadi.

Se barrunta la tensión, huele a Carnaval: más que oler apesta ya... Y esta noche iremos a buscar la bendición Urbi et Orbe al Café de La Habana. ¿Habrá en La Habana un Café Cádiz?

©Pablo Martínez-Calleja, 2017

sábado, 18 de febrero de 2017

Fiesta de cuerdos libérrimos

La española es una sociedad que todavía conserva su socialización franquista, al menos en lo referido a su cultura política, aunque a much@s les pueda parecer exagerado o despreciativo. Ha sido parte del truco hacerle pensar a la gente que ya estaba todo hecho, en materia de democracia y cultura política, para que así a nadie se lo ocurriera que hubiera debido hacerse algo más. Entre otras cosas, haber favorecido la llegada de la cultura política en todos los tramos de la vida académica, desde la escuela hasta la Universidad. Algo, por ejemplo, que sí se hizo en la Alemania post-nazi y que sigue existiendo hasta hoy (BundesZentrale für Politische Bildung).

Lo vemos en el uso de la lengua y lo vemos en lo que llamaremos sentido común político. En España se nos ha quedado un lenguaje cuartelero a pesar de los 40 años que han transcurrido desde el final de los 40 años de terrible dictadura. Nada mejor que echar mano del Carnaval de Cádiz para mostrar la idea, grotesca,  de democracia y de discrepancia política real y actual, todavía, en la actual sociedad española (min 6:50 del vídeo).

La toma de conciencia del feminicido que, desde antiguo, se comete contra las mujeres de nuestra Humanidad ha llegado en ese momento en que la sociedad estaba despertando a una nueva conciencia política y tratando de conseguirse una nueva socialización para sí misma.

Hace poco leía que el feminicidio es terrorismo, y quien lo decía mencionaba una noticia sobre la cantidad de víctimas que había producido el terrorismo de ETA y las que han producido hombres contra mujeres.
Afirmar que el machismo mata me parece que puede llegar a ser exagerado, y lo pienso sin desconocer que los códigos penales han favorecido el asesinato pasional o han culpabilizado penalmente a la mujer que fuera por la calle con un hombre distinto a su marido. Tampoco desconozco que el machismo ha sido celebrado lírica y musicalmente; menos, que el feminicidio ha sido incluso cantado. Un delirio que podríamos, muy bien, bautizar como “el machismo del candil”, y de paso haríamos referencia a la elementariedad de tal forma de actuar.
Decir que el machismo mata está de moda. Si yo dijera que el nazismo mata, pensémoslo un momento, ¿por qué lo diría? ¿Podría decir el comunismo mata?, ¿qué el fascismo mata?, ¿el neoliberalismo mata? Por qué podría o no decirlo con honestidad y seriedad es la cuestión.

Cuando se ponen la cantidad de mujeres asesinadas junto a las personas asesinadas por ETA, y se afirma que los feminicidios son terrorismo, se está utilizando de nuevo la misma comparación. Para mucha gente en España la “independencia” es sinónimo de ETA, sin pararse a pensar que hay gente independentista que aborrece de los crímenes de ETA, desde siempre, y no quiere saber nada de la violencia, pero se establece esa relación directa entre independentismo y terrorismo. Lo que debería significar que el independentismo escocés es también asesino, o el canadiense o el catalán: nada más lejos de la realidad.

El gran problema es la ira contra esa dictadura líquida que es el machismo y contra esa salvajada diaria que son los feminicidios. Pero tengo la impresión de que la sociedad está aceptando alimentar a una nueva bicha por ignorancia, y que no calcula los riesgos inmensos en los que se mete. En el caso de la corrección política anti machismo, la de la fundación por decreto de una sociedad puritana.
La corrección política es otra dictadura líquida, invisible pero eficaz. A través de la corrección política contra el machismo (no siempre feminicida) se pretende desactivar ideológicamente el machismo, por el camino (en el Carnaval de Cádiz) de ‘prohibir’ chistes, estereotipos y clichés. Es curioso que es fácil encontrar gente contra los chistes machistas que se desgañitan exigiendo la libertad para hacer chistes sobre el Holocausto, sobre los judíos, sobre víctimas de ETA, etc.

Llegado el 40 aniversario de la restitución de los Carnavales de Cádiz, tras la larga y horrible dictadura, Cádiz se lía y se embarca en un aventura de incierto futuro con sus Carnavales. Ya desde antes de su comienzo, una voz llamaba a los autores de Carnaval a la mesura y la corrección en materia de machismo. Una recomendación a los autores de coplas para revisar en sus tinteros en busca de hebras machistas y desecharlas. Pero, ¿qué es lo machista? ¿Dónde se pueden ver las normas escritas en el aire? Y, ¿quién ha puesto esas normas, cuándo, dónde?

Se escucharon voces amenazando con echarle el telón al autor que fuera machista en el Gran Teatro Falla y otra voz pidiendo un ‘nuevo reglamento’. Donde supongo que todas las bromas sobre alemanes, vascos, catalanes, etc., quedarán desterradas del Carnaval. Eso sí, aunque venga luego cadizdirecto a proclamar que en el tipo de una chirigota de Badajoz se ‘…’ a los gaditanos.
El humor por decreto está ya más cerca, y ello en nombre de ¿la nueva política? ¿Vamos a convertirnos en una sociedad puritana que proteja a los más débiles, para que ese puritanismo después los aplaste? El ejemplo está de moda, por cierto; no es necesario ni nombrarlo y lleva tupé.

Seguramente el camino debería ser otro. El del empoderamiento por la formación y la educación. La extensión de los valores de la asertividad y el respeto. Pero sin perder de vista que como a la justicia le es la clemencia, al respeto le es el humor.

Sin olvidar que debe regresar toda la financiación y todos los medios, incluso mejorarlos y aumentarlos, en todo lo referido al combate contra la violencia de género.


Cádiz y su Carnaval. De Cádiz se dice que su Carnaval es periodismo callejero, a la manera de los Romanceros medievales, que por cierto en Cádiz todavía viven. Cádiz es sinónimo del espíritu liberal de 1812. Cádiz, la Fiesta de la Palabra como pocos Carnavales en el Mundo. Cádiz, digo yo, es la mayor y más libre Speaker’s Corner de la Humanidad. Y el mejor cabaré del Universo.
Pues a Cádiz le ‘ha llegao el mandao’ de la corrección política. La recomendación de la autocensura. La incorrección de decir determinadas cosas. ¿Qué hará Cadi?

Aprendí algo grande en Cádiz, el pararse y “amo a ecushá”. Y algo más grande todavía: a quien no le gusta se da la media vuelta y ahí se quedan los copleros, que yo no les presto oídos. Y aquí quiero ensalzar expresamente la actitud de la Concejala de Cultura de Cádiz que abandonó el Falla una noche, pero sin pedir después ‘nuevas leyes’.

Cádiz ha sido la conciencia viva y parlera de España, yo desearía que siguiera siéndolo. Incluso durante la prohibición, durante las Fiestas Típicas Gaditanas, con la prevención como amenaza, y con los señoritos dejando llegar a las chirigotas más allá de la casapuerta para que les cantasen coplas por unos vasos y algo de jamón; quizá por unas monedas. Cádiz nunca dejó morir su espíritu de cantar lo que le diera la gana, a pesar de muchos pesares. Y el público de escuchar lo que quisiera.


©Pablo Martínez-Calleja, 2017

lunes, 6 de febrero de 2017

El momento “Peter (Brook) Pan”, o las dos letras mejores (“Mi suegra, como ya dije...“ (II))

Uno de los momentos más emocionantes de la noche del Falla fue cuando “cuyo hijo finalmente supera, …la tortilla…, el suyo de Peter Pan.”. Fue el momento que José Landi Grajera describe con el “Oh” del público, y que Ana López Segovia recuerda como “un momento digno de Peter Brook”.

Fue un momento de conmoción, el momento en que el propio hijo le anuncia a su madre que le gusta la tortilla de su mujer, la nuera. El momento en que el personaje rompe su cordón umbilical, se hace mayor y se abraza a su esposa.

El momento fue evidente. Y, ¿cuál fue su significado? Porque tengo la impresión de que sería bueno tratar de conversar sobre ello, en un momento en que se discute con vehemencia sobre el machismo en los textos y las composturas. Una vehemencia renovada tras la actuación de otra Chirigota (“Yo esto no me lo explico”), ante la que algunos piden que haya telonazo, que se debería poder hacer algo normativo contra ella, y la concejala de Cultura del Ayuntamiento abandona, indignada, el Falla (cosa que anuncia en su propia cuenta de FB). La verdad, hay cosas que a mí me resuenan a “autoridad gubernativa”.

Una vez más, sobre todas las anteriores, quiero decir que lo normativo, la prohibición, no es el camino. La libertad está para usarla, y para que la use todo el mundo. El camino es la formación, la cultura, y el ejemplo del Carnaval callejero de Cádiz, donde me paro: no me gusta, me voy; me gusta, me quedo.
Naturalmente que la crítica está siempre permitida, por la misma razón que libertad de expresión. Yo también me hubiera levantado y me hubiera largado, después de pensar si podía abuchear o no.

El momento “Oh” de la noche del Selu nos muestra varias cosas, diría yo. En primer lugar nos muestra que hay un público atento, y que vibra con lo que ve y escucha. En segundo lugar que todo público escucha y mira con sus prevenciones morales; que todo lo que vemos y escuchamos nos gusta o no según hayamos aprendido qué es bueno o malo.

¿Qué significaba, entonces, el “Oh” de aquella noche del Falla? ¿Significaba el asombro del público ante un hijo (¿un mal hijo?) que prefiere la tortilla de su mujer a la de su propia madre? ¿O fue un “Oh” de fascinación ante un hijo que, por fin, se emancipa, rompe definitivamente su cordón umbilical, se hace adulto y se abraza como hombre a su mujer?


©Pablo Martínez-Calleja, 2017

sábado, 4 de febrero de 2017

"Mi suegra, como ya dije..." (I)

En esta fase preliminar del COAC 2017 ya hemos tenido la oportunidad de escuchar machismos de diferente pelaje, aunque insisto, una vez más, en que el machismo no acabará con la “corrección política” o con la prohibición, sino con la ilustración de las gentes; con la emancipación intelectual de la sociedad.

Y de pronto llega la Chirigota del Selu con “Mi suegra, como ya dije…”, y el Mundo se para, mucha gente se queda descolocada. Much@s esperan a ver qué dicen otros antes de hablar, o qué dicen los que son “referencia”. Pocos se atreven a decir que les ha gustado, algunos más confiesan que no, incluso porque es machista. Sí, los de las gradas del silencio siempre me han preocupado los que más.

A su presunto machismo se une, además, un forillo ‘entregado a la publicidad’. Creo que debemos cambiar nuestro modo de pensar y tratar de alcanzar a ver las estructuras que producen los hechos y cambiar las estructuras en lugar de fajarnos en la lucha contra el que, en ‘nuestra opinión’, ha pasado de la raya. ¿Quién puso la raya?, ¿dónde? Póngase, entonces, una raya acordada por tod@s.

El Carnaval es provocación,  y como cualquier arte escénica, teatral, puede buscar también la crítica y la catarsis, y no solo el consumo para la diversión. Algo que en realidad ocurre poco, porque todas las formas estéticas contienen o conducen a posiciones éticas, ideológicas.

Otra prevención es que la literatura, en especial el teatro, el cabaré-Carnaval, es un gran juego de elementos superpuestos, de contexto, texto, etc. Si comprendemos de modo literal, lineal, lo que vemos en un escenario (sea el Falla o la escalera de Correos) no podremos comprenderlo en su totalidad, en su completitud. Lo disfrutaremos menos y lo comprenderemos mal.

Lo que decía, llega el Selu, saca a la suegra y… la mitad ojipláticos; la otra mitad expectantes; solo una fracción de cada mitad se expresan.

Mi suegra, como ya dije…” sale del tango “Aquellos duros antiguos”, cuya letra hoy , ante nuestros ojos, solo podría repugnar, y que es prácticamente el himno del Carnaval de Cádiz. Un tango que ha sido ya varias veces “recreado” por el mismo Selu, cantado en desorden y del revés.

Empecemos por el tipo, una caracterización que nos recuerda a la Sardá y a su Honorato (Gurrutxaga); que a mi me recuerda a Horst Schlämmer (Hope Kerkeling).
Un uniforme militar, de teniente (y no de sargento, que hubiera sido la salida fácil consecuencia del prejuicio vox populi: ‘la suegra como sargento de semana’). Las suegras llegan marchando militarmente, cuyo desarrollo derivará en queja ante el desorden y disciplina; una suegra prejuicio llena de prejuicios. Un perrito al brazo y las balas para el fusil de asalto bien visibles.

El tango de los duros antiguos, cantado contra la suegra, se vuelve contra la nuera, simbólicamente, para criticarla. Una nuera que va poco a poco existiendo gracias al relato, lo mismo que su propio hijo. Quien no existe es su ‘marío’, de ninguna manera, y mira que el Selu podría haberlo ‘matado’. Pues no, inexistente. Ni una mención.

Esta suegra no es una suegra, sino una figura concreta, personal, única, humanizada gracias a todas sus debilidades y fortalezas. Una suegra que aprovecha para presentar ante la sociedad su actitud, la de la sociedad, ridícula porque banaliza el conocimiento, en este caso el de su nuera (un tema recurrente en García Cossío). Dos carreras y tres idiomas que no son bastante para ella. Todo esto son adornos innecesarios para el florero. Es el varón quien tiene que salir a trabajar, incluso menos capaz o incapaz, ‘enchufao’ de la Junta, y esto tras años de mendigar el enchufe.
Una situación que me recuerda a la escrita por José Luis Sampedro en su “La sonrisa etrusca”, y que como en el caso de García Cossío, muestra el conflicto intergeneracional fuerte, entre la sociedad antigua y la moderna urbana y tecnológica. La defensa del orden antiguo y machista representada, esta vez, por una mujer también antigua.
Una crítica, un grito para que despertemos ante el hecho de que la sociedad sigue afectada por el ‘orden militar’.

Una suegra, y no “la suegra”, que desarrolla una relación humana de amor y odio con su nuera, de pura competencia por su propio hijo, un complejo reprimido de Agripina mezclado con el de Wendy, quizá, cuyo hijo finalmente supera, …la tortilla…, el suyo de Peter Pan.
Una suegra que entiende su conflicto con su nuera como algo personal, y que nadie se la toque que para criticarla está solo ella misma. Una suegra concreta, producto de la cultura que la tiene encerrada, que sufre por su propia identidad que se desdibuja.

Una deconstrucción de ese cliché, una reconducción desde el cliché, apenas pergeñado, hacia una sátira de las relaciones matrimoniales y del matrimonio mismo en su compleja amplitud; de las dificultades del matrimonio porque su realidad compleja incluye a más miembros y no solo a la pareja. El modelo de educación de los hijos, permanente conflicto familiar. Y el rol de varón discretamente presentado, porque de su hijo no va a decir que es un ‘calzonazos’. Y eso, no lo dice. García Cossío no acude a lo fácil, da alimento a las memorias y mentes del público. Permanentemente nos sitúa ante el espejo.


Entendedor de las cosas del Mundo, García Cossío diseña su personaje guiado por su propia resignación, empático y comprensivo: su hijo tuvo una fase de desorientación identitaria sexual. Pero esta suegra no sufre el complejo de Münchhausen, solo se aferra a su hijo para no desaparecer, para lo cual acepta sus revistas guarrillas y su variable identidad sexual. Una suegra en la realidad, a pesar de su lucha con el mundo al que le toca pertenecer.

Una suegra, la de García Cossío, transfigurada espejo para que nos miremos, si podemos. Una mujer real, que fue socializada en un mundo sin preguntas, pero ella se ha hecho un par de ellas, aunque el canon del pensar la tenga (como a tanta y tanta gente) atrapada en su mandato de cómo debemos pensar. Una figura humana; una figura contradictoria. Una figura tratada con enorme cariño. Una mujer de la barriada. Un verso suelto, que a mi me parece otra obra maestra.


@Pablo Martínez-Calleja, 2017

http://www.carnavaldecadiztv.com/2017/02/chirigota-mi-suegra-como-ya-dije.html