lunes, 15 de febrero de 2016

Crónicas hamburguesas... “Guatifó: mi penúltimo pase de Carnaval”


“No tenemos alcalde y el primer teniente de alcalde…, y el último…”, remacha Caracol. Los que estaban, estaban rodeados. No fue un pase, fue un momento mágico de Carnaval. Un momento legendario de “sonido Guatifó”, de “humor Guatifó” de “poca-vergüenza-Guatifó”, lejos de sus calles más-sus-calles-Guatifó de los últimos tiempos.

Bajo un farol municipal se celebraba un pleno muy ordinario y desplegaron sobre la calle el bestiario de los olores de nuestra municipalidad corrupta, de nuestra democracia pedestre y manca. El humor, si lo es, empieza por “mi mismo”, y las cuartetas nos dejaron imaginarnos a Caracol y su desorientación a la puerta de la guardería.


El concejal de Guatifó, de jardines y parques, donde no hay ni una maceta, estuvo ‘sembrao’ y florecieron los nardos, y las nardas…

(Sigue un artículo crítico.)

©Pablo Martínez-Calleja, 2016

Diario de Cádiz: "Fichadas para reír"

"La perspectiva de género tocada y rociada con un gran sentido del humor es la premisa con la que salen a la calle esta chirigota de mujeres, que este año se llaman 'Las talegueras'.(…)"

viernes, 12 de febrero de 2016

Las talegueras, y ni una cuarteta pa'tirar...


Se consolida un humor y un uso de la lengua que, claramente, no solo es renovador del Carnaval sino de la cotidianeidad. El Carnaval es catarsis, cambio y renovación desde la consciencia de lo que decimos y, por tanto, de lo que somos.



Fueron las mujeres florero las traídas a la escena por Las Jackies, son ahora las encerradas en los márgenes de la vida, de la economía y de la educación las que han sacado, las Ginesta y toda su gente, de entre los barrotes de la prisión. Sí, las presas han salido para hablarnos de todas sus cuitas.

No dan puntada sin hilo, ni traspiés sin sentido. Penetran en el idioma de los-hombres-del-carnaval-y-de-la-tradición, pero hasta si dicen “Cinco y por el culo te la hinco” te están haciendo preguntarte, con risas y sonrisas, sobre la necesidad de expresiones tan elementales como primitivas.

Sin ingenuidad,

“Vi a un tío mortal, me dejó flipá,
vestido de nacional.
Yo pensé, esta es la mía,
por fin mis amigas
me han hecho una despedida.”

Por un lado queda claro que cualquier mujer y cualquier hombre en nuestros tiempos puede desear, y expresarlo, su deseo sexual por otra persona. Pero al mismo tiempo, en el contexto que Las talegueras tejen para nosotr@s, se llama la atención sobre esta moda de arreglarle a otros la satisfacción de determinadas fantasías sexuales. No nos proponen pensar en ello desde su premisa moral sino simplemente llamar la atención sobre ello, allá cada uno, después, con los resultados de sus risas.

Así como un giño a la legitimidad de que cada quien busque, y encuentre, satisfacción en sus conductas sexuales, con la única condición del acuerdo y el consentimiento. El giño de humor es genial y despierta la inmediata complicidad con ellas y con el Mundo, con el Mundo de las cosas reales, nos gusten o no nos gusten:

“Le dije: he sido muy mala,
me va a esposar
y me va a dar tras tras.”


Crítica a las costumbres:

“Tú, ponte ahí. Foto de perfil,
sin filtro y sin repetir.”

La carta a “su querido Manolo” pone de relieve esa dependencia emocional que puede producirse y bajo la que muchas mujeres, no empoderadas, todavía sufren. Aunque sea cierto que algunos hombres pudieran sufrirlo también. Pero es una carta a Manolo que es de despedida, por fin, de empoderamiento, de regreso al dominio de la propia vida.

La partida de parchís es toda una chirigota, en realidad, donde no solo la risa y, sobre todo, la sonrisa sino la poesía y la reflexión filosófica quedan representadas:

“Y me encuentro, cada tarde
en el punto de partidaaaaaaaaaaaa.”


El climax se alcanzará gracias a las habilidades con Clitorito, su reivindicación de la parte más escondida, menos atendida y más gustosa (para muchas mujeres), tabú también en nuestra cultura (y no solo en las culturas africanas amputadoras…).

La burla amable contra “las malas lenguas” y el asentimiento discreto de mucho público asistente, nos ponen en situación para una clase magistral de cultura sexual: la ignorancia en cultura sexual es mastodóntica todavía.

Magnífico trabajo, teatralidad absoluta, humor, risas y sonrisas, y muy buena música. Trabajo exquisito de mujeres del Carnaval de Cádiz para el Mundo.

©Pablo Martínez-Calleja

jueves, 11 de febrero de 2016

Crónicas habaneras. "Las azafatas del moto GP"

Fueron las "Amantis religiosas" y "Tú Mivallamá paná", y anoche fueron las tías buenas malas. Las azafatas florero expuestas a la lluvia y el viento, y sobre todo al pringroso champán de los podios.

No aparecen en las guías del Carnaval de Cadi. Si cerca están las agrupaciones que ‘hay que ver‘ luego nos quedamos cuatro gatos, y Javier Ruibal, que allí mismo se quedó a escucharlas hasta el final. Fantástico trabajo actoral, fantásticos pitos y un texto del carajo; los otros muy buenos también. Las pibas, ¡de vértigo!

Un trabajo con muy pocos medios y mucha imaginación. Una buena aportación más de las mujeres al Carnaval de Cádiz.

martes, 9 de febrero de 2016

"¡Qué frío hace aquí, joé…!"


Caminé por las calles hasta mi casa, verdosas bajo las farolas como si el mar siguiera dando la luz también por la noche. Venía de ver parte de la final del Falla en la tele. La una y media. Dejé a Cristina y a Javi porque se me caía la cara de sueño. Llegué a casa y me revolví. Tomé la cámara, un par de objetivos y volví a la fosforescencia de las calles gaditanas hasta el Oratorio.

Ya estaban allí casi todos. El primer abrazo fue complicado…, pero lleno de amistad: el de Josemari. El Selu llegó luego. El último fue el Padilla…


2:30 Entramos al local, frente al Oratorio. Peluquero y maquilladora extienden su instrumental. Silla alta para maquillaje; silla baja para peluquería. Empiezan a desfilar después de cantar lo nuevo, suavito para no molestar a los vecinos.

Manolo camina y camina, por todo el local, como un tigre enjaulado. El Gordo ha sacado una manzana y se la está zampando. Josemari y alguien más salen a buscar bebida. Fuman, conversan. Selu no deja el móvil.

3:00 “Aguja de Oro”. Gritos de alegría.

-       El premio lo paga la ONCE
-       ¡Psssssss! Bajad la voz…

La sala está llena de humo. Vuelven a cantar lo nuevo, suavito. Se sirven unos cubatas. Pocos, muy pocos. En verdad casi no beben nada. Fuman bastante o mucho.

-       Y, ¿no se podía cambiar la hora?
-       Sí, pero no pude.

-       Es que esto es… y la gente esperando allí desde las nueve. Ya todo el mundo debe de estar dormido en las butacas. Y muchas agrupaciones están cantando…


Yo me pregunto cómo el jurado podrá observar y evaluar durante tantas horas, sin descanso, y durante toda la noche.


3:45 Llega Juan, en pijama. La actividad ya no cesa, pero el cansancio avanza. Los primeros maquillados se hunden en sus sillas.




-       ¡Oye, que vas a dejar el maquillaje en el pijama de Juan!

El You acompaña a Manolo en su paseo cruzado por el local. El Manolo se sienta un rato. 


Se oyen golpes en la escalera. Sale Josemari a ver si es alguien que viene al local. Nadie en la puerta. Aumentan los golpes, ya muy fuertes. Se van Josemari y otros al baño, por si alguien se hubiera quedado encerrado. Nadie. Vuelven los golpes, ya tremendos, y salimos casi todos al rellano del portal. Hay alguien arriba que aporrea una puerta. Alguien de nosotros da una voz. Silencio. Se acaban los golpes.

- Selu: “¡Qué frío hace aquí, joé! ¡Debe haber fuga de aire!”. (No estoy soñando, ni he escuchado ni a Mihura ni a Ionesco.)

5:05 Entran, de pronto, en bucle, con los sprays de serpentina. Josemari dirige la juerga.

-       ¡Psssssss!

-       ¡Pssssssssss! ¡Los vecinos!


5:25 Al Falla. Pasacalles. Necesitan moverse, ya no pueden más. El Selu dice, “venga, vámonos”. Ya en la calle deciden por dónde ir exactamente.

-       ¿Hacemos pasacalles?
-       Más cerca.


Alguien ha olvidado su cabeza. Josemari se va con las llaves a por ella.

El pasacalles parece una carrera. Varias voces dicen “¡pararse!” Volvemos a la marcha. Otra vez galopamos. El Falla. Vamos a la puerta lateral del lado de la Facultad de Medicina. Los acompañantes esperamos. Entran los del Selu. Hablan con los porteros. Nosotros cuatro recibimos un ticket con el sello del teatro y estaremos siempre con ellos sin prácticamente separarnos.

Dejan la ropa y los instrumentos en el camerino. Se saludan con el resto de carnavaleros que van y vienen, con los profesionales de la prensa. Fotos. Todos pululamos alrededor de él. A una seña nos arremolinamos alrededor de la puerta y bajamos. Hay un pasillo junto a la puerta que da al complejo del escenario. Llega Juan. Selu llama a  su tropa. Cantan suavecito el cambio. Aficionados y profesionales de los medios de prensa se acercan para selfiarse con los del Selu. Peluquero y maquilladora no quitan la vista de todos ellos. Los antifaces, los martillos, los antifaces de oro y de plomo, las bocamangas de las mangas de las camisas. Ya todos van con Juan. Vuelve la gente a selfiarse con ellos.


Selu llama a su gente, al fondo del pasillo. Cantan el cambio suavecito. Vuelven frente a la puerta. Se abre. Todos adentro. Utilleros y tramoyistas se mueven con una habilidad increíblemente mágica para no chocar contra el caos que reina y hacer su trabajo. Todos hacen su trabajo. Nadie, milagrosamente, choca. Nosotros cuatro nos retiramos a la izquierda. Nos colocamos atrás. Llega el regidor a leernos la cartilla a todos los que estábamos allí. Que nos mantuviéramos atrás y sin movernos mucho. Hay otras personas que insisten en acercarse más y más. Vuelve el regidor. Insiste. Se disculpa amablemente por sus palabras fuertes y pide comprensión y seguir las normas. Un segundo después nos inunda una lluvia de papelillos que él mismo nos lanza. Son las seis de la mañana…

Se escuchan los primeros compases de una chirigota (se me ponen los vellos de punta al escribir esto) la voz penetrante del Selu. El telón se levanta con parsimonia y ellos, como un solo cuerpo, avanzan con ritmo. Me pregunto de dónde sale la alegría inmensa con la que cantan después de haber visto su agotamiento. Me pregunto quién sujeta a quién; si sujetan a Juan o Juan los sujeta a ellos. Trato de atraparlos con mi cámara, como si de una chirigota ilegal se tratara. Es lo mismo, para quien sepa qué es hacer fotos ‘ilegales’ a chirigotas ‘ilegales’. Escucho la saeta. Josemari hace otra vez un pequeño milagro. Manolo está frente a mí y me pregunto cómo sujeta su entusiasmo desde tan alto. Josemari mira a Juan con ternura. Todos ellos, todos hacen un milagro, todos sin excepción, todos lo dan todo, juntos, como una piña.

Cae el telón. La magia se disuelve en el aire, que sigue vibrando, sin embargo. Varios son ‘asaltados’ por la prensa. Nos esfumamos hacia el camerino. You no encuentra su cartera. La encontrará, por fin, bajo un manto de papelillos. Salimos a la calle. Rápidos. Se dejan selfiar por los aficionados que aguardan. Huimos hacia el local. Creo que se refugian en la inercia que los mueve, que saben que solo llegarán hasta el Oratorio si no se paran; de lo contrario se caerían.


7:20 De vuelta en el local. Llegamos al local. Se arrellanan en las sillas. Selu se desploma sobre una:

-       No me lo puedo creer, el concurso ha terminado. ¡Ahora a disfrutar!

7:55 Dormitan, el silencio es denso. El humo hace el aire azul.

-       Oye, los puntos se arrastran, ¿no?
-       Sí, y quedan sucísimos, y tó rotos…




La gente está derribada en sus sillas. Desmaquillados. Las pelucas han vuelto a sus estuches, las cabezas a sus bolsas. Juan es un montón de Juanes, aquí y allá.

A eso de las 8:00 termina el concurso.


8:15 “En la ciudad de Cádiz…”

-       Vocales (dice una voz por la radio.)
-       A, e, i…

-       ¡La cazuela! ¡Oleeeee!

-       ¿Estáis ensayando?


Dicho el segundo premio de chirigotas, llega la celebración. Saltos, abrazos. Llamadas por el móvil, y cada uno a su casa.


©Pablo Martínez-Calleja, 2016