viernes, 18 de marzo de 2022

Fotos der Carnavá de Cadi 22 - 4

 

Coristas, a la calle


Romancero: La verdadera pero increíble, histori de Queen


Romancero del Caro, Paco el Satánico



Fotos del Carnavá de Cadi 22 - 3








jueves, 17 de marzo de 2022

martes, 15 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas. Epílogo

Aquí es donde me encontré a la francesa, en Basel, que parece que terminó aquí cuando la Concejala de Guardia la mandó pa' la noria

No puede haber un mejor día para escribir el epílogo de mis crónicas clandestinas de unos carnavales tolerados, pero no oficiales, que hoy, día en que comienzan los carnavales desparecidos de Valencia, conocidos como Las Fallas de Valencia. Para los que creen que saben y han puesto de moda a San Sebastián, ¿y qué hacemos con San José, un carpintero decrépito pintado así para que a nadie se le ocurra atribuirles a él y a la virgen María actividad sexual de ninguna clase? Fiatetú qué bonito casar a una niña con un vejestorio… ¿Y qué haríamos con Judas, que también tiene su Carnaval? ¿Y los juanillos? Entonces vendrán con que el fuego es purificador, ¿y el de las fallas del Pirineo? Si observáramos lo que se afirma como verdad en el Carnaval, verdad indiscutible, o insondable e indiscutible, comprenderíamos de qué va el asunto de las fake news de verdad, y lo de zapatero a tus zapatos. Y lo poco que sabemos todavía.


 

La fuente de la plaza del mercado ha devenido un monolito contra la guerra. En todo el derredor de mi casa hay solo dos negocios con una bandera que recuerda la guerra contra Ucrania, en Basilea, tanto con la vergüenza de celebrar Carnaval en guerra, casi no había un negocio sin los colores de Ucrania. Eso sí, vergonzoso celebrar un Carnaval pero ya TODAS las tiendas de aquí están llenas de conejitos de pascua y de celebración de la Pascua.

 

Dejé atrás a una amiga querida en su casa, en la cama, con corona. No pude verla en Basel porque ya se había enfermado cuando llegué. Esto me sigue inquietando. Otra amiga no viajó a Basel sino a Noruega con su familia: tampoco nos pudimos ver. Tampoco puede ver a varios amigos o conocidos de Cadi: José Luis me recordaba cómo nos encontramos por primera vez en persona. Esta vez nuestra conversación ha sido toda por guasa: tenía que cuidar de su madre y no podía arriesgar llevar a casa la infección. Yo me enfermé con un resfriado en cuantito llegué a mi casa, que todo no es corona.

 

Los top ten de la prensa local en materia de agrupaciones callejeras han negado perlas maravillosas como La Concejala de Guardia, de la Tubío: los que hayan seguido la guía oficial se han perdido algo de entre lo mejón de lo mejón. Con lo bonito que es dejarse guiar por las calles con los ojos bien abiertos, sin un mapa que vea en lugar de nuestros ojos. Bueno, y que ojos ya casi nadie tiene: todo el mundo mira, y ve, a través de su móvil, ¿y las consecuencias que esto tiene? Ah, pero es que ya todo el mundo ha logrado la importancia de ser el reportero de su escalera. ¿No sería mucho mejor contarles a los vecinos lo que de verdad se ha visto, se ha sentido, se ha experimentado, sin estar pendientes del cacharro ese? Cientos, miles de móviles haciendo vídeos y fotos que no sirven para ná, que no tienen ninguna calidá y que han quitao la tranquilidad a sus autorøs para vivir lo que tenían delante de sus ojos. Esa foto, ese vídeo, no le hace justicia a lo que se podía haber visto de verdá.

 

Hala, esta es mi penúltima pamplina. ¡Abur!

 

©PabloMtnezCalleja, 2022

 


Crónicas clandestinas de Basel 9 y 10



























 

jueves, 10 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Basel 9 y 10


El tiempo vuela, había mucho que hacer: trabajo, se llama, aunque sea en Carnaval y haya personas que crean que documentar el Carnaval es una juerga. Una juerga que cuando explotó la pandemia y el Bundesrat suizo prohibió el Carnaval no atrajo a NINGÚN periodista ni documentalista extranjero: humildemente fui el único. Se supone que cubrir aquel Fasnacht 2020 hubiera debido ser importante; no lo fue. Lo fue, pero no fue tomado en serio.

 

Vengo a estos recuerdos porque yendo por las callejuelas de Basel esta mediodía alguien me ha llamado por mi nombre. Nos conocimos aquel 2020 y compartimos con su Clique muchos buenos momentos. Ayer por la noche ocurrió lo mismo en el cruce de caminos de Basel, un remedo del cruce de Los Italianos de Cadi, en la Rümelinsplatz, delante del edificio Schnabel. Era una de las personas con las que pude compartir una Fondue en plena calle, una tradición que ellos siguen desde hace unos años el martes de su Fasnacht.

 

Escribo desde un sitio nuevo, hoy. Todo está cerrado, la pasada madrugada terminó el Fasnacht a las 4 de la madrugada, y hasta las 5 estuve documentando el deshacerse del Carnaval, el abandono de las figuras abandonas, o devueltas al gabinete ambulante de los objetos absurdos y sin vida. El sitio es una galería de arte, al mismo tiempo que un café, con una tarta de manzana riquísima. Un lugar muy agradable y la mujer que regenta el lugar igualmente agradable, exquisitamente educada.


Estaba, yo, en el proceso de acostumbrarme a la siguiente situación desacostumbrada. Estábamos solo los dos sentados como si yo hubiera irrumpido en el salón de su casa: dos extraños compartiendo el mismo círculo de butacas, uno frente al otro. Entonces ha llegado un artista hablando en italiano que venía a discutir con ella la organización de su próxima exposición. Justo en el momento en que yo empezaba a usar las teclas de mi ordenador. En esto estamos. Estábamos. Acaba de salir el artista y nos hemos vuelto a quedar solos. Hemos cambiado dos miradas y yo he vuelto a hundir mis ojos en mi teclado, al tiempo que ella iba a la barra a hacer alguna cosa. Me estoy desviando de mi crónica a favor de un guión teatral, y no es el momento.

 

Además, yo tenía que contar que la gritona del tranvía, hoy, era una alemana y no algún español o italiano. Y sé que era alemana por su alto alemán y su acento. Me he venido enterando de su abono para la ópera, de que va sola a todas partes porque su marido tiene bastante con sus amigotes de los viernes, y más no sale. En fin.

 

(Ahora hemos cambiado un hilo de conversación, se ha puesto su abrigo y ha salido fuera: yo me he quedado solo aquí dentro.)

 

Fasnacht. El martes de su Carnaval salí a eso de las 10 y las calles estaban floridas de papelillos, de gente alegre, de muchas charangas familiares o de vecindarios, de niños disfrutando. Algunos se atrevían, un poco a escondidas, a acercarse a mí y lanzarme una puñado de papelillos: es el lenguaje de la alegría. Siempre mediaba un cambio de miradas alegres y cómplices con sus madres. Muy divertido.

 

Me encontré con mi buen conocido, artista de esta ciudad, con quien mantengo contacto regular desde 2020, desde que nos conociéramos en las calles prohibidas, luego que él tuviera dos intervenciones, la más importante fue ponerle una capa, como un sayo, a Helvetia, y un ramo de mimosas en el brazo.  Fueron días de infortunio en Basel; de resistencia, también. Cené con él y sus amigos, charlamos. Yo me esforzaba por comprender su dialecto, que me encanta, la verdad, y ellos se esforzaban por incluirme en alto alemán, de vez en cuando. Una noche memorable y luego llegaron los romanceros, sobre lo que habrá pieza aparte.

 

 

El miércoles, ayer, fue un día raruno; todo el Carnaval lo ha sido, en Cadi y en Basel. Hasta bien pasadas las once y media no hubo calles ruidosas y alegres, aunque tuvieran sol intenso. Se animó, entonces, extremadamente hasta la madrugada.

 

Lo mismo el martes que el miércoles disfruté de parodias y pantomimas de mucho interés, divertidísimas, además, y de una novedad, resignificación, respecto al elemento de Carnaval que tiene que ver con la queja del malestar en la vida sexual. También pieza aparte sobre esto.


Finalmente llegarón las 4. Se apagaron los forillos, entregándole la luz al alumbrado público de la ciudad. Algunos fasnächtler se largaron inmediatamente (mentalidad orientada al objetivo) otros remoloneaban intentando no reconocer el regreso de la vida normativa, alargando esa cola, más bien coda, final que todavía dejaba su Carnaval como una estela que, en realidad, se irá difuminando, aunque alargándose, hasta dentro de un año.

 

©PabloMtnezCalleja, 2022



 

martes, 8 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Basel 8



Tantas emociones entre las callejas de esta ciudad cantón. ¿Por dónde empezar? No sé si la gente raja o no raja, pero aquí al menos no se escucha tan claramente lo que la gente raja. Un café cuesta cinco francos, el doble que en Lüneburg. Eso sí, unos jóvenes se pusieron en la Plaza del Ayuntamiento con un puesto a las cuatro de la madrugada con un puesto donde solo vendían café negro con licor a elegir; ¿precio? “Lo que tú quieras darme”. Habían escrito que 1 euro, en todo caso, iría a Ucrania. Bueno, ¿cuánto dinero debía dar? No hay dilema que valga, el mismo que hubiera dado en cualquier otra parte, ¿o tiene menos valor ese café solo porque no te exigen un precio prefijado?

 

Caminar a las tres de la madrugada en dirección al Ayuntamiento era una ficción, después de dos años de calles vacías por la prohibición y la pandemia. Las calles se iban llenando, la plaza estaba más llena que a la misma hora en los años anteriores a la pandemia. Cómo raro era ver a un grupo de jóvenes sobre la marquesina del Tram: más que un poquito irresponsables. Por lo demás, los brutos eran los que hablaban alemán pero no a la suiza: solo me encontré a dos de esos que se iban abriendo paso por la calle, porque ellos lo valen… Aquí, en medio de este caos y mogollonazo, con decenas de miles de personas, el suizo, o la suiza, se disculpan si se chocan contigo: esta es mi experiencia. El ir en bulla y sin respeto no lo conozco en los suizos en Fasnacht.

 

A las 4 en punto sonaron las campanas, se apagó la luz y se encendió el Fasnacht, el Carnaval. Sonaron los tambores, seguramente, napoleónicos y los piccolos. Tras el Morgenstreich, el grito contra la oscuridad de esta ciudad, no había Cortège, prohibido, pero que de facto se realizó en parte. Las calles completamente a oscuras mientras las Cliques y Zunftes iban y venían abriendo paso a sus embajadas: alegría, asimetría como forma de entender al otro y lo otro, diversidad, sátiras y cagarse en Putin.

 

Aquí se llevan mascarillas solo en los transportes públicos, en ningún otro lugar se llevan: en ninguno. Será lo que tenga que ser. Para los que estamos vacunados la aprensión es menor; para todos, la gravedad del ómicron también es menor.

 

No pude tomarme mi sopa de harina: alguien me quitó el sitio para comerla mientras la pedía, literalmente. Una invasión y una desvergüenza. Puede pasar, incluso en Carnaval, aunque algo menos habitual de lo que los menos conocedores afirmarían. Pero me comí mi Käsewähe, que estaba caliente y buenísima, y me tomé un café. ¡Qué frío!


Por la noche escuché los primeros romanceros en una de las catedrales rupestres-carnavaleras de Basilea.

 

©PabloMtnezCalleja, 2022

La foto viene luego.

 

 

lunes, 7 de marzo de 2022

Fotos del Carnaval de Cadi 22 - 2

Asociación de Vecinas Escandalosas



Gran Desconcierto



Solo sé que no sé nada



Los que vinieron de Erasmus
 


Fotos del Carnavá de Cadi 22 - 1









Sí, Carnaval, en guerra y cuando no hay guerra - Mi colaboración para La voz del Sur

 

Galería Down Stairs by CFK, Basilea. Las manos de un prisionero quieren alcanzar el agua. Pablo MtnezCalleja


Si desea leer el artículo completo cliquee aquí o sobre el texto.


"(...)

No hay un solo Carnaval que no critique la tiranía, el abuso, la corrupción y a los vecinos pesaosque quieren imponerle a todo el mundo una moral muy pesada y que no les vale ni a ellos mismos. El Carnaval es el mayor altavoz de los malestares del mundo, y son precisamente sus enemigos los que hacen posible que del Carnaval solo se conozcan los borrachos y los meaos, y no, por supuesto, los fustazos de la sátira contra los abusadores. Desde el interior mismo del Carnaval se desconoce, muchas veces, el verdadero significado de lo que se hace y se afirma ante las críticas por celebrarlo en guerra que la juventud necesita una válvula de escape. Esto es de lo que nos han convencido, de que el Carnaval es una válvula de escape y muchas personas lo han aceptado y lo practican.


(...)."




Mi columna anterior:







domingo, 6 de marzo de 2022

Fotos del Carnavá de Cadi 22 - 1

 

Las Madrinas


Mamá, no quiero ser artista


Salgo de Milagri



La elegida


Josefina Fueraparte






























Crónicas clandestinas de Basel 7


Camino por la estación central de Basel, ciego por el frío que empaña las gafas si llevas mascarilla. Escucho un ruido significativo, unos zuecos de madera contra el suelo. Me giro, busco con la mirada dos Fasnächtler(carnavaleros) caminan para abrazarse. El primer signo de vida del Carnaval, Fasnacht, en tardopandemia. Sí, Fasnacht, en guerra y cuando no hay guerra. Mañana en mi columna de los lunes lo explicaré con detalle.

 

Salí de Cadi con los sones frescos en mis oídos de las últimas coplas que escuche antes de que un tren me sacara clandestinamente todavía de noche. Basel me recibía silenciosa, aun, sus calles vacías y más frío. La ardentía de estómago quedó atrás; la lluvia del último día, personas orinando en las calles. Coplas geniales que todavía estoy digiriendo. Un Carnaval a regañadientes en el que la concejala se deja fotografiar con placer, para ser vista en un evento prohibido por ella misma; luego tolerado.



Basel prohibió sus dos últimos Carnavales, este quería prohibirlo. Ninguno de los dos faltaron en las calles; el de este año tampoco, con el visto bueno de la autoridad.

 

Los comercios se decoraban poquito a poco. Pasé, esta mañana, por la casa cuyos moradores estaban engalanando en 2019 y ya las serpentinas colgaban. El café del granadino, detrás de la Plaza del Mercado, cerrado hasta las cuatro de la madrugada. Víspera de Fasnacht, sin duda. El saludo de Felix dándome la bienvenida. Mesas de cervecera; baños públicos instalados. La primera banda de música de ensayo general en el pequeño Basel. Los pesos para asegurar los forillos iluminados en la Plaza de la Catedral. Todo a la espera, y a partir de los zuecos zapateando el suelo, habrá Fasnacht. Sí, Fasnacht, en guerra y sin guerra.


©PabloMtnezCalleja, 2022

viernes, 4 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Cadi 6


Voy en un tren donde, de pronto, una voz sin mascarilla cuenta a su compañero de asiento: "en el País Vasco se está masacrando y no lo cuenta nadie". No hay forma de poder escuchar quién masacra a quién, no por qué. He comprobado que el conspiranoico acabaría con todos nosotros porque lleva su mascarilla de sujetador de papada. Siguen escuchándose expresiones sueltas como "análisis pormenorizado". Da la impresión de que este pavo sabe, a tocino si le huntan.


El que va delante de su asiento es también amigo de la conducta autorregulativa, razón por la que lleva su mascarilla por debajo de su barbilla. Ya el revisor los ha llamado al orden, pero ellos están en contra de toda autoridad que no sea la suya propia. En cuanto se da la vuelta el revisor se la bajan; eso sí, uno lleva la patria en la muñeca.


Aquí he vuelto al placer de asistir a todas las conversaciones y llamadas de teléfono sin necesidad de hacerme el curioso.


Ayer llovió en Cadi, un aguacero pasajero. Menos mal, porque la de La Palma estaba de "días por asuntos propios". Lo que fuera, pero en La Viña no había nadie; to er mundo en er Pópulo; poco mundo en verdá. Este Carnavá de este año está completamente trastocao.


Antes había estado en el Mentidero. Escuché algún romancero nuevo, alguno ya escuchao y a dos niñas pequeñas que prometen larga vida ar Carnavá.


Hubo charla de cañita, yo había ya cenao, sobre el tiempo y el espacio del Carnavá, fórmula compleja. Para resolver hay que despejar cristianismo, entonces se' ntiede mejor.


El Pópulo ofrecía un Carnavá cansao con excepción de los jubiletas y de las AVEs. Luego llegaron romanceros que ya' bía escuchao y me retiré.


©PabloMtnezCalleja, 2022



Crónicas clandestinas de Cadi 5










jueves, 3 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Cadi 5

 


Viendo que meten la bicicleta en el Levante cuando va a pagar el desayuno, me puedo hacer a la idea que o se mangan muchas bicis en Cadi o la gente tiene miedo a que se la manguen, pero vamos, que hay cadenas con su candao pa’ atarla y que no le la lleven, jajajajaja.

 

Ayer vine por la tarde caminando por La Caleta y se me apareció una puesta de sol, con sus barquillas, su castillo de San Sebastián al contraluz, sus llamas salidas del agua salada, y una amiga que estaba mirando al horizonte na más que pa disfrutarlo y ganar placer y alegría.

 

Sí, hay guerra, no hablar de ella no va a terminar con ella, y esperar a que termine el Carnaval ni nos hace mejores ni les ayuda en nada a los que sufren. Si querer es recordar, y parece que amamos cuando recordamos, recordamos cuando mentamos, y mentar, lo que se dice mentar debe ser el nuevo sinónimo del disimulo. Lo único que he visto contra la guerra, pero seguro que me confundo, ha sido la espalda del abrigo del postulante de la Koki y su Antonio. Pero puede que me confunda, que me confundo mucho.

 

Ayer el Pópulo estaba como siempre está cuando le llega su día de Carnavá, desorientao. Pradotti acomodó al oso perjudicao en un rincón de una calle, había esto y aquello, por aquí y por allá, luego llegaron los locales, los de cantar, y por último los jubiletas, que no son la reserva moral del Carnavá sino un frasco de elixir en forma de nabo en carne viva. Les están saliendo alumnøs. Están fundando escuela. ¡Larga vida a los aramboles que aguantan tanto rempujón!

©PabloMtnezCalleja, 2022


Crónicas clandestinas de Cadi 4







miércoles, 2 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Cadi 4


Se entra por José del Toro, justo donde Cardenal Zapata hace un codo, antes de llegar a Feduchy. Huele a tinta y a café; sabe a viaje por dos veces. En el ventanal que da a Zapata veo la bulla de la calle como si estuviera delante de un acuario. El número 3 tiene un portal…, perdón, una casa puerta muy regulona, pero la reja que da al patio es espectacular. Ahora ha pasao una monja, a la que un cilicio blanco le iba sacudiendo la cacha: un cinturón blanco con unos nudos de rosario. El jubileo es constante.

 

Ayer fui a una Karnevalsitzung, sí, en Cadi; la segunda. La primera fue en el Casino Gaditano, que Pradotti me avisó. Aquí lo llaman cena o almuerzo de gala de Carnavá. Escuché a los de Paquito, y de allí me fui a escuchar a Paco. Este coro a pie, cuarteto, comparsa, chirigota y musical será estudiado un día, yo ya me lo estoy aprendiendo, como un carnaval hecho para el Carnaval que no se destruye.

 

Pero calle, la calle, por favor. Ayer se pudo escuchar, porque se quería escuchar. Pasó una cosa grande, que varios romanceros y chirigotas salieron sin libreto. La bulla de salir con lo escrito sin haberlo podido escribir. Karim salió con dos romanceros, Karim con alguien que tiene nombre y yo no lo sé; una Asociación de Vecinas Escandalosas; Rocío, Niña de Cadi. Rocío, una jartible incalculable, volvió a decir, y luego de La Elegida, qué buen rato, murió la noche en Maciarrete, después de haber charlao con María Luisa Páramo-Fernández de su nuevo libro, sobre Paco Alba, hecho con otrøs que no son postulantes.

 

Empezó el Carnaval golfo gaditano.

 

©PabloMtnezCalleja, 2022

 


Crónicas clandestinas de Cadi 3







 

 

 

martes, 1 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Cadi 3


Me he sentao en la Plaza de las Flores a buscar inspiración entre los churros, me faltan los de La Guapa e irme con ellos a Le Poeme, y los camareros a la antigua, pero he terminao viniéndome a La Caleta, que al menos aquí la gente camina orientada y sabe adónde va y me puedo concentrar en lo que tengo en la cabeza, ahora calentito por el sol. A mi espalda Hollywood; al frente, el mar. En los pretiles no se cabe de poetas…

 

Es que ayer empezó er día en el Oratorio, El Selu en la quilla, mandando al timonel por cuáles aguas había que navegar, que recién había vuelto de sacar al perro a su paseo.

 

En esta terraza han puesto las mesas tan covid que no se oye de lo que rajan mis vecinøs.

 

La muchedumbre esperó pacientemente la salida de los del Selu, todo lo contrario que en Rosario, delante de las escalaras de la iglesia que todavía no es la Santa Cueva. Allí, delante de La Habana, después de ocho minutos que cronometré, había cantao la Escuela Pitagórica o la Platónica, ya no sé, la gente empezó a gritar que empiece ya, que’l público se va. Hubo, entonces, un amago de Tere Quintero, pero mi alegría pasó rápido y vinieron a cantar los hermanos Barba. Nadie piense que no los adoro. Luego de El eterno repetidor, gloria de Cadi, que tiene un Olimpo empetao, llegaron Las Madrinas y lo voy a desí, que me gustó, ya hablaré con más detalle. José del Toro mató la noche, porque para cuando llegamos a La Viña ya no había ná.

 

En José del Toro vi primero a Susana y a Pepe: Cadi Cadi. Nazaré, que por fin la convencimos, estuvo sembrá, absolutamente sembrá, con su romancero, perla de Cadi. Y una noche más se preguntaban algunos, ¿y er Benite y er Monano? Bueno, yo estuve comiendo arró con er Monano y la Vero en la Plaza y no soltó prenda.

 

Fui a cenar a Los Camino, y de verdá que se agradece que aunque vayas solo Huberto ni te pregunte y cuando pides, pongamos, atún encebollaó te ponga una tapa porque vas solo. Que justo ahí mismo, el otro día, un cliente se reía de los tristes que van solos. Y digo yo, ¿no se puede ir acompañao cuando se quiera?

 

©PabloMtnezCalleja, 2022

 


Crónicas clandestinas de Cadi 2