miércoles, 17 de mayo de 2017

Floreros con encajes y puntillas II/2 La mantillas laikas

Premisa para este artículo. Quien haya leído la primera entrega de “Floreros con encajes y puntillas” comprenderá, inmediatamente, que el machismo como telón de fondo va a ser el tenor de la presente segunda entrega. Para ello me he concentrado en un aspecto de la cultura más basado en la copla, porque la chirigota de este repertorio me sugiere  dedicarle esa atención. Para ello he elegido entre mis recuerdos varias de esas coplas antiguas que alguna vez, o muchas, escuché en la radio que mi abuela Luisa tenía encendida permanentemente.
No ha sido fácil, sin embargo, a pesar de mi ya larga dedicación al habla gaditana, tener que acometer yo mismo la transcripción del cuplé “La niña del pirulí”, dado que el texto no estaba disponible. Labor para la cual tuve que pedir ¡socorro! Desde mi muro de fb y acudieron en mi ayuda no pocos gaditanos que cuento entre mis amigos. En especial, y con la solución debajo del brazo, acudió Rafael Martín, que se tomó la molestia de releer mi transcripción y llenar los dos huecos que yo no era capaz de transcribir. Sentidas gracias, querido amigo.


Las matillas ondearon este Carnaval de Cádiz en dos versiones, aunque no duplicadas. Las mantillas laikas son una agrupación con su propia personalidad, una chirigota femenina gamberra y callejera; ilegal en todo su sentido. Una agrupación cuyo tipo era el mamarracho gaditano, que incorpora a su repertorio más de un ‘aire costumbrista’ del Cadi de los últimos años, bien sea refiriendo a la Carmeluchi, ya sea contando de la bicicleta de la Uchi.

Su presentación comienza con un “toke de toriles” marcado por la escuela de Las talegueras (2016) , y que también ha incluido este año Ana López:

“Clitoriiiiii, clitorí, clitorí, clitorí: tú también te toca ahín (ahí)”.

Muy interesante se presenta el hecho de que la música de la presentación, Soy minero, sirva para dejar aparecer a una ‘obrera’ que adora su mantilla, ponerse su mantilla a todas horas y en cualquier circunstancia. Y siga con una copla tan española, y “muy española, y mucho española”: La bien pagá. Y una copla muy ‘macha’, uno de los valores que los críticos de la mantilla atribuyen a dicha prenda. Mi impresión es que el repertorio, con su música, está escogido de un modo exquisito, y no a pesar de su carácter satírico y grotesco: esto es Carnaval. Por cierto, un Carnaval muy inteligente y con pocos compromisos, así como un uso de la lengua más que interesante brillante.

“(…)
Y si un día, de repente, salta una buena levantera,
po despliego la matilla y corro más que la Uchi en la, en la bicicleta.”


La desvergüenza, cultivada en todo momento, así como eso que en Cadi se llaman borderíos, de ninguna manera se echan de menos:

“(…)
Tengo la menopausia
Y sudo aunque no se me note.
Y si tú no te lo cree
ven, y tócame el escote.”

Tengo la impresión de que es esta, también, una desvergüenza propia de ese folclore de coplas, tan relacionado con la matilla española, que la cinematografía, de la época franquista, nos mostró de un modo más refinado, digamos, pero siempre lo hubo en modo más desenfadado y fuera del Carnaval, y sobre el que no dejó de haber una cierta ‘vista gorda’:




En especial, “La niña del pirulí” me interesa aquí nombrar, porque la recuerdo bien, porque su texto me fascinó siempre y su música me parece magnífica. Sin embargo, esta copla es una letanía, la letanía de las mujeres sometidas bajo el yugo del machismo institucionalizado y naturalizado en el Derecho en forma de Leyes concretas durante la triste época fascista de nuestro país.


Este es el texto completo de la copla:

“Vamos a ver, lo que sale de ese pirulí…”.

“Rosita busca un marío
más dulce que un pirulí,
que a nada diga que no;
que a todo diga que sí:
¡a liguí!

Más dulce que un pirulí…

Que ponga cara de risa
cuando ella pida dinero…
Y somanta en la cocina:
se ha pegao con el puchero.

Aunque ella es mocita, bonita y honrá,
Pa mí que esa ganga no la va a encontrá,
ni hablar, uy.

¡¡¡A liguí!!!
Ay, la niña del pirulí,
le dicen todos por Puerta Tierra.

¡¡¡A liguí!!!
Ay, la niña del pirulí,
mira a los hombres pidiendo guerra.
Un pañuelo lleva ar talle,
del color de la esperanza;
al andar, un meneíto…
Ay, ay; ¡ay qué meneíto…!
Que a cualquiera se le alcanza…
… que buscando más marido,
con un fuego que pa’ qué.

Pirulí, pirulí;
pirulí, pirulá.
Pirulí, pirulí,
pirulí, pirulá.
Ay, caray, qué caray con la niña,
que vaya una ganga que quiere encontrar.

Pirulí, pirulá.
Pirulí, pirulá,
pirulí, pirulé,
pirulé, perulá.

Ay, ¡cómo están los hombres…!
¡Qué barbaridad!
Pirulí, pirulá.
¡Pirulí!

Ya se casó la Rosita,
¡josú qué timo le han dao!
Almíbar creó encontrar,
vinagre la resultó.
Y, ¡a liguí!
¡Que tome usted pirulí!

De la mañana a la noche
se forma la escandalera,
y le coloca al marío
la comía por montera.
Que al pobre le ha puesto
después de casao,
los catorce días el mismo guisao
Ya está apañao.
¡Ojú!

¡A liguí!
Ay la niña del pirulí,
ya no pasea por Puerta Tierra.
¡A liguí!
Ay la niña del pirulí,
ya tiene en casa bastante guerra.

Pero Rosa no hace caso
del martrato del marío.
Si le zumba, pa’eso es hombre,
A la horita del cariño…
Aaaaaaaayyyy….
Que es más dulce que un pestiño,
y mejó que un pirulí.

Pirulí, pirulí.
Pirulí, pirulá.
Pirulí, pirulá.
Ay, caray, qué caray con la niña,
que vaya una ganga que vino a encontrar.

Pirulí, pirulá.
Pirulí, pirulá,
pirulí, pirulé,
pirulé, perulá.

¡Ay!, ¡qué pirulí más dulce!

Pirulí, pirulí.
Pirulí, pirulá,

Pirulí, pirulí.
Pirulí, pirulá,

¡Pirulí, pirulá!
Ta, ta, tá.


Es un texto siempre equívoco, aunque lo más determinante resulte el tenor machista, de disculpa y comprensión hacia una violencia y hacia una pretendida ‘naturaleza varonil’ que disculparía sus excesos y delincuencias. Sin embargo, no convendría perder de vista unos versos, curiosamente: “Ya se casó la Rosita,/ ¡josú qué timo le han dao! / Almíbar creyó encontrar, / vinagre la resultó.”


Bien, “Las mantillas laicas” toman, en mi opinión, de esa tradición de cupletistas (así las veo yo, y las he visto en 2016) la parte fresca, desvergonzada, festiva y deslenguada tan propia del Carnaval, y se presentan impermeables ante cualquier forma de machismo. Lo pudimos ver en su “Miércoles de ceniza en Pompoya” y lo vemos ahora.

Esta es una agrupación que usa, en todo su esplendor, el habla gaditana; que sabe lo difícil que es pronunciar el alemán, en especial si es algo tan especial como “Lidl”.

Les gusta sorprender al público ante lo esperable, en principio:

“(…)
Tengo que depilarme y lavar la braga faja.
Me quedo en casa mejón,
Y me hago una buena… berza
(A manoooooo).”

Además de sus temas costumbristas y de vida diaria,

“Cuando voy al Mercadona
y hago cola en una caja,
no sé cómo me la apaño
que corre más la otra caja.
Y si me cambio de caja
me vuelve a pasar lo mismo.
(…).”,

su crítica contra el Poder político es clara:

“Ano-che tuve un sueño,
vi los bajos del Congreso.
Había tumbas milenarias
CON LOS MUERTOS DEL GOBIERNO.
Rajoy estaba envuelto con la bandera de España,
y los huesos del Coleta
abrazao a la Soraya.
La momia de blanco y verde
Era la Susana Díaz;
y las figuras de cera,
LOS MUERTOS DE LA MONARQUíA.

Me parece de una ternura cálida que en su enumeración de desgracias del año concluido, citan lo mismo que ganara Rajoy o Trump que el cierre del horno de La Gloria, o que ironicen con la desaparición de las ninfas del Teatro Falla. “Pero algo bueno ha pasado: Brad Pitt vuelve a estar soltero.”


Cuando Paco le propone amor, sexo, toma la noche por las riendas, a diferencia de la copla  “La niña del pirulí”, y lo del disfraz le va bien, pero:

“(…)
No vaya a largá un discurso,
No me seas más idiota,
Te tomas un par de viagras,
Y ponme mirando a Rota.”

Nótese, además, que la impotencia sobrevenida de Paco es tomada con la naturalidad del caso y con gran independencia de criterio, acudiendo a la farmacopea como lo más normal del Mundo. El Carnaval tiene, también, un residuo de ritual y de contestación a una determinada ritualidad moral que el nacionalcatolicismo franquista impuso manu militari en España. Así son las mujeres emancipadas abrazando la realidad; también así.

“Tengo un primo mariquita” que se ha hecho modista o costurero, para terminar, ‘disfrutando como un loco’, “repasando los ojales”. La homosexualidad queda presentado a través de un cliché demasiado evidente. Es parte, diría yo, de un modo de hacer Carnaval, el de estas mujeres (con texto ‘tutelado’ por un varón, así como la música), directo, abrupto, salvaje y grotesco. Creo que pueden ser una de las correspondencias, en femenino, de la Shirigota Ilegal Rockera de Cadi”: una de las aortas del Carnaval.

La burla hacia todo y todos, sin ton ni son; la risa sin más explicaciones, el absurdo:

“(…)
En todas las conferencias
su mujé estaba delante.
La pobre siempre lloraba
con las cosas de su Obama,
porque bien lo sabe er sielo
que quien no llora no mama.”

Le dedican una canción al tanga verde, que el año pasado fue rojo, en una suerte de continuidad que se asemeja al elemento ritual que el Carnaval tuvo, y en el fondo sigue teniendo.

En su despedida, piden un ‘leuro’ para el libreto con el “ná te pío, ná te debo”:

“(…)
No te canto, canto a otro.
Si ya me escuchaste ya te puede í.
No me eches en cara que no te reíste:
Tú es que eres mu lasio o no eres daquí.”



Un agrupación interesante, una de esas agrupaciones de las que con enorme dificultad se encuentran sus vídeos en youtube, aunque son, estas mujeres, unas aortas del Carnaval de Cadi. Su incorformismo, su tosquedad calculada, su habla gaditana, también, mantienen vivo el Carnaval.

©Pablo Martínez-Calleja, 2017










sábado, 13 de mayo de 2017

Los Imparciales

Premisa. Es notable observar en la historia de toda la prensa occidental el deseo de parecer lo que se quiere ser o de lo que se desearía ser (o no). Los periódicos adoptan nombres pomposos, siempre: El País, La Nación, El Mundo, El Independiente, El Imparcial, El Sol...


Las críticas contra un Cuarto Poder que resulta ‘líquido’, en la expresión actual, y sin ningún tipo de control, llegan desde todas las esquinas del espacio social. Con mayor o menor fortuna. Algunos desean que el público quede exento de responsabilidad, a lo que habría que recurrir a Mariano José de Larra, y no solo por su famoso artículo: “¿Quién es el público y dónde se encuentra?" Umberto Eco dedicó su última obra, “Número Zero”, a un periódico, a un político metido a jefe de un periódico, ante lo que solo nos queda recordar aquella máxima de que un partido político que desee alcanzar el gobierno necesita un periódico que lo respalde. Así, los periódicos van llevados por su propia deriva en la que ese público que se deseaba Larra no desea embridar el timón con una única intención, la de que no vuelque en unas aguas siempre bravas, incluso revueltas.


También los cómicos, por supuesto, les han dedicado momentos a los medios de comunicación, usándose de ellos para sus sátiras y parodias. Martes y trece le dedicó un homenaje a Tip y Coll. Le Luthiers, recién premiado para Asturias, escenificó una tertulia radiofónica…


A este hecho ‘universal’ se le suma la ‘fusta universal del Carnaval’, y lo mismo en Cádiz que en Basilea claman las calles, los carnavalistas y carnavaleros, contra una prensa que representa el Cuarto Poder y debería ser, en realidad, la sátira escogida y elevada contra el Poder. De lo que se deduce que solo el Carnaval, en su realidad plural callejera es capaz de “cantar las verdades del barquero” sin ningún tipo de control (excepto el ideológico que impere en la correspondiente agrupación de Carnaval) o con relativamente poco, en principio. Hay que decir que la suma de todas esas fustas debería poder componer el látigo de siete colas que el Cuarto Poder está necesitando, como un Poder tan elemental (o más) en una sociedad democrática.

Un pequeño descubrimiento. Salí de viaje hacía Basilea con el primer pase de Los Imparciales en la cabeza. Todavía leían el texto, no aparecían conjuntados y aquello hubiera sonado a ‘música ratonera’ excepto que la experiencia me indicó esperar, porque en el Carnaval de Cadi hay que esperar y tener algo de paciencia.
Llegué a Basilea y me encontré con nada menos que el “BaZ Sale”, una agrupación le daba y duro al periódico de la ciudad Basler Zeitung.




Libreto
Sólo pude sonreír y comprender ese hecho ‘universal’ en el espacio cultural del Carnaval. Y regresé a Cádiz, y Los Imparciales, ¡Cómo sonaban ya Los Imparciales!

Su libreto representaba, igual que en Basel, al periódico local. Cualquiera diría que yo mismo hubiera llevado y traído el espionaje de libretos e intenciones.


Libreto
Los Imparciales. Los que fueron “Los balconetti”, “La escopeta nacional” y “Los huesitos” salieron de gangsters (o del cliché del Chicago años 20) y encorbatados con papel de periódico. Su repertorio me recordó, inmediatamente, una película americana de 1974:


A mi vuelta de Basilea, Los Imparciales sonaban a Carnaval, del bueno. Sus voces ya sonaban perfectamente conjuntadas y de mi asombro me surgió una pregunta: ¿esta gente sabe música?, ¿todos ellos? Es importante darse cuenta de que los silencios son difíciles de mantener cuando no se tiene una verdadera experiencia musical como intérprete. Hay que contar interiormente y hay que saber cómo contar, y todos tienen que contar igual. Y todo esto en mitad de las calles. Bien.

Ya desde las primeras cuartetas mantienen su etiqueta de crítica contra el status quo, homenajean a dos personas cualesquiera de tantas que gracias al crowdfunding hacen posible iniciativas independientes y se burlan de la gran banca, en la persona de la hija del difundo banquero botín.

La sutileza, fina, divertida, pero mordaz, llega en la primera cuarteta:

“Locos por una primicia,
el personal se me aturulla,
no es que tengan PRISA,
es que el grupo tiene bulla;
El Imparcial!!!

Naturalmente aquí PRISA es el ‘grupo’ PRISA, editor de El País, que tiene ‘bulla’, un sinónimo gaditano para expresar la prisa desbocada, el griterío, el follón. Y es que PRISA ha tenido en los últimos meses muchos problemas internos y con la sociedad española.

Sigue la burla, en una construcción de texto absolutamente irónica y espectacular:

“No publicamos nada que no sea veraz:
verás, tampoco vamos ahora a exagerar…,
y ante la duda, siempre, siempre,
recurrimos a la fuente… de jamón.

Y si desea usted expresarnos su opinión,
más que una carta, mande un sobre al director,
o más de uno, que el diario El Imparcial
es muy plural…”

El juego de palabras de esta última cuarteta, disociando carta y sobre, insiste en la sátira y burla contra la corrupción generalizada y expresada a través de los sobres llenos de dinero que la justicia española ha constatado que se utilizaban para entregar el dinero negro, en varios procedimientos judiciales contra el Partido Popular, actualmente gobernante.


En los cuplés tratan y unen la burla institucionalizada socialmente contra la Pedroche con la burla recurrente contra “el perro emperador”; la domótica, para constatar lo que avanza la técnica, con la pobreza estructural de una población que sigue penando para acceder a una casa digna; el “Jalogüín” y otros americanismos que deslumbran a “los españoles” (tradicionalmente) con la crítica contra el presidente del gobierno español igual de “mamarracho” que el actual americano; la drogadicción con el móvil y el irresponsable abandono de todo lo que no sea el móvil, incluso el "niño chico"; el deseo de éxito futbolístico de un padre por su hijo que le lleva a enfrentarse con el Mundo, para constatar que su hijo era uno más.

El horario español, también tema de actualidad, en unas cuartetas igualmente divertidas, donde por exigencia de la rima dicen Hamburgo en lugar de Berlín, porque les sale del Frankfurt (nadie olvide que ‘el Frankfurt’ hace mención a la salchicha y al ‘ecuador de la salchicha blanca’: una salchicha blanca, sobre todo típica de Baviera y Suavia. Es una salchicha que tiene una piel fina y que normalmente se retira para comerla con mostaza dulce y acompañada de un lazo de pan, junto a una cerveza de trigo. ‘La tradición’ dice que ha de comerse antes de las 12 del día.).



El estribillo no puede ser más irónico:
“Si no te gusta mi línea editorial,
te pongo otra.”


La burla contra las promesas de la religión de un Mundo feliz más allá del Mundo presente (“… y me fui porque allí me estaban entrando ganas de morirme.”); la burla contra la afectación de quien se compra el último grito de equipamiento para salir a hacer deporte “y dispuesto a comerse el mundo, cogió el camino y se fue a una venta.”.

Un pasodoble, lleno de doble sentido, donde esta agrupación va desgranando todos los “disparates” que han venido resultando de la acción del nuevo alcalde, el Kichi según su apodo, y que en su burla extremada contra los críticos del nuevo gobierno municipal, van refiriendo pequeñas acciones contra la corrupción y terminan:

“(…)
Puede que arregle la crisis…, pero de momento, el Kichi,
me está costando el dinero…, me está costando el dinero.”


No queda la crítica contra la monarquía fuera del repertorio, cuando le dicen al dentista que “la corona … se la pone usted a Felipe VI”, al mismo tiempo que una queja contra un sistema de salud que permite que los precios del dentista se disparen sin control.

Las rivalidades políticas como prolongación de las rivalidades familiares dentro de la familia, en especial las del matrimonio, y una queja contra la peculiar y legendaria desidia, tópica, del hijo de 18 años al que no le interesa la política, “pero tiene el cuarto de baño lleno de fotos de la Teresa.” (Se refieren aquí a Teresa Rodríguez, pareja del alcalde de Cádiz y diputada regional en el Parlamento Andaluz.)


Los chinos y su ansiedad por comprar en Occidente hasta los equipos de fútbol; las injustas relaciones laborales entre empresarios y trabajadores, en las que los trabajadores sufren severas condiciones de injusticia; la política local, criticando de forma irónica y grotesca a una concejala ‘eterna’ en el Ayuntamiento de Cádiz, en la que enganchan dejando aparecer al famoso concejal del grupo socialista; la regulación del tráfico rodado según matrículas pares o impares, lo que en Cádiz será diferente y la regulación será según ‘pares’ y ‘mares’ (de padres y madres; y que mares es el plural de mar).

Un cuplé de actualidad puramente carnavalera, referida a una iniciativa desde algunas filas feministas de llevar un brazalete morado para ofrecer visibilidad a personas que pudieran sentirse amenazadas en su libertad sexual. En este cuplé aparece el travestismo formal de todo Carnaval, al menos de forma simbólica, para volver con su burla incansable, dado que a la del brazalete “le pinchaba la barba igual que a Espinete” (Personaje de un programa de televisión –programa de difusión europea-, Barrio Sésamo: era un erizo.)
Me apetece llamar la atención sobre las tres últimas cuartetas:

“Confirmado que era un tío, no sabía como escaparme,
y por más que chillé esa noche,
no vino nadie a rescatarme.”

Hay un juego, muy imbricado, el de abrazar la fatalidad, con cierto placer, pero mantenerse en ‘una corrección de moral sexual’ permitida. Veo un posible paralelismo con una escena de la película “Les Grandes Ondes”, precisamente una divertidísima comedia cuyo tema es el periodístico, en este caso radiofónico: Es la noche de la Revolución de los claveles en Lisboa y en un piso surge de modo espontáneo una orgía. Esta orgía le será explicada, más tarde, al protagonista, donde queda claro que el técnico de sonido se dejó hacer por un bigotudo, “pero era todo tan amable…”, a lo que con picardía pero sin malicia, la periodista le dice: “te folló”, y el técnico arguye que…

Ya hemos explicado muchas veces que, a pesar de muchas cosas, el telón de fondo sexual sigue siendo un elemento del Carnaval: queja y crítica por el malestar en la vida sexual, travestimiento y homosexualidad.

Este mismo tema vuelve a aparecer, ‘recurrentemente’, puesto que hasta ahora cada cuplé incluía un solo tema:

“(…)
Que vivió una experiencia sexual con un negro zumbón que salió de allí mismo.
La experiencia fue tan conseguida y tan aparente que hasta le dolió.
Lo más raro, por lo visto, sucedió cuando se marchaba,
porque le dijo un dependiente
que aquellas gafas no funcionaban.”

La verdad es que este tratamiento de la homosexualidad podría verse a primera vista como homofóbico, quizá. Sin embargo, no lo sé, tengo la impresión de que este mismo tenor es el utilizado en toda suerte de sexualidades, aunque al mismo tiempo creo que la sexualidad masculina androcéntrica es la que mejor parada sale sin ninguna duda en el contexto general.

El final del repertorio va llegando y la burla se centrará, ahora, en la euforia publicada y anunciada por el presente gobierno sobre el presunto buen funcionamiento de la economía, que “Al final va acabar creciendo / Soraya Sáenz de Santamaría.”
El último cuplé vuelve a los temas locales y al del aparcamiento, tema tratado también, de modo monográfico en su caso, por Parking Dead con un trabajo de inmensa calidad.
Los Imparciales presentan junto al problema del aparcamiento el del pícaro:

“Los científicos americanos, tras varias semanas de investigación,
terminaron realizando un enorme descubrimiento:
la cojera se cura en Cadi con una plaza de aparcamiento.”

El popurrí de esta agrupación no da descanso al humor ni a la risa, es precisamente el momento que me lleva a pensar en la película de 1974, “Primera Plana”, igualmente crítica con un periodismo constructor de realidades.

Los Imparciales son, en mi opinión, una brisa de Cadi, con su música y sus pamplinas, que a quien las atienda le quedará en su boca un regusto a la melaza (no siempre tan dulce) de una realidad algo más chata, aunque entre risas y sonrisas y un manejo admirable de la lengua. Si el Carnaval de Cadi, como tantas veces se ha dicho, es periodismo satírico y grotesco, pero periodismo al fin, fusta contra los injustos y los malestares, Los Imparciales han dado cuerpo de periodistas a ese periodismo.


©Pablo Martínez-Calleja, 2017







(Por si hubiera personas con dificultades con la vista…)