jueves, 2 de junio de 2022

Libertad y Carnaval



Escribo para entender, para explicarme las cosas a mí mismo, y publicarlo es simplemente compartirlo con quien quiera tomarlo en cuenta. ¿Por dónde empezar? Porque es difícil ser preciso con las palabras cuando el ambiente que las reciba está tan polarizado, tan encabronado, y rápidamente quien se pronuncie será tomado como amigo o como enemigo. Ese es el populismo; ese es el totalitarismo.

 

Empecemos por la hipérbole. Un concurso es un concurso, quien quiera tomar parte en él debe atenerse a las normas y a los plazos. Si bien esto es cierto, seríamos muy ingenuos si pensáramos que el COAC es simplemente un concurso y nada más. El traslado de fecha del COAC fue usado por la alcaldía para trasladar también el Carnaval, con una serie de argumentos que decayeron rápidamente. Así mismo, los participantes del COAC buscan la notoriedad que el concurso les pueda ofrecer. El COAC es solo una parte del Carnaval, por más que insistan los postulantes del éxito en que el COAC es el Carnaval.

 

La libertad se pelea, si de lo que se trata es de la libertad, y en febrero hubo Carnaval, aunque no hubiera COAC. Quien se queje de que la libertad estaba en febrero podría haber ido a febrero a buscarla o a disfrutarla, que nada ni nadie lo impidió, excepto la propia valentía o la ocasión. El barbecho, del que tanto se habló, y el traslado del COAC, que insistentemente se argumentó por lo bajini que tenía que ver con que precisamente las agrupaciones típicas del COAC no habrían tenido tiempo para prepararse, no ha amilanado a Martínez Ares para sentirse “robado”. Esta parece una premisa necesaria para poner en contexto las hipérboles que le han seguido al COAC de mayo y junio.

 

Todo está encabronao saturao de encabronamiento. El libreto de Martínez Ares vuelve a ser un homenaje al significado imposible de las cosas. Hay coplas del Falla, algunas coplas del Falla, que andan moribundas y buscando enterrador. Habíamos quedado en que Carnaval es sátira, fusta sibilina e inesperada, doble sentido, y no un hiperrealismo histriónico y gritón, látigo de siete colas y con puntas de acero. Demasiada brocha gorda, demasiado hiperrealismo, demasiada falta de pericia pragmática que deje paso de la bronca a la finura aguda de la sátira. Demasiado hedonismo onanista atribuyéndose a su febrero la única posibilidad de ser libres, en lugar de salir a buscar la libertad, lo que por miles hicieron en Cadi tantos gaditanøs contra la autoridad. No es la primera vez que el histrionismo hiperbólico de Martínez Ares llama mi atención. Quien quiera leer la crítica recién señalada creerá estar viviendo lo mismo de nuevo, como si no se cumplieran febreros y siempre dijera lo mismo nuestro Martínez Ares.

 

La literaturización del Carnaval en la Edad Media no fue una conversión del Carnaval a la literatura realista o hiperrealista, sino el uso de instrumentos literarios a mayor gloria de una juerga cargada de sátira: una aguja que no da puntada sin hilo; mucho menos un cañón. Un concurso, por sí mismo, es lo contrario de Carnaval. Escuchar que COAC sea igual a Carnaval, en el bien entendido que Carnaval sería contra poder, da rubor y un poco de vergüenza ajena. Si me lo permiten, Carnaval es contra cultura y concurso es conformidad, al menos conformidad respecto a las normas, y las normas son el ideal del orden y la belleza canónicos. ¿Les gusta eso? Sin problemas, pero llamemos a cada cosa por su nombre.

 

Llamar al alcalde “tirano”, en el contexto ya enmarcado antes, es uno de tantos ejemplos de brocha gorda propia de la taberna cotidiana, ajeno a la finura de la que presume, ¿y tiene?, el COAC. Es salir a las tablas del Falla hiperbólico y desatao, cosa que afecta, por desgracia, a casi todas las comparsas, a unas más que a otras. En Cadi hay suficientes poetas capaces de lo fino y lo agudo, de la fusta y no del látigo de siete colas. Claro que el bastinazo tiene su papel, su papelón, porque lo grotesco es tan Carnaval como lo pintoresco: la cuestión es la medida de las cosas; el cómo y el para qué del artefacto teatral. Por esto es importante hablar también del contenido, por el asunto de la coherencia significativa intrínseca de las letras que se cantan, y no porque se diga del alcalde esto o aquello, algo fundamental si se quiere hacer una crítica, que no es otra cosa que un análisis, aunque mucha gente piense que solo es para hablar mal: muchas veces las críticas hablan muy bien de lo criticado.

 

La comparsa ha pasado de cantar, con melifluidad, a la mujer gaditana… ¿a qué? El asunto no es tan sencillo y yo prefiero la chirigota por un millón de motivos, estéticos, teatrales, carnavalescos. Martínez Ares sigue cantándole a Cadi mi niña.

 

Pero hablemos de eso que se llama coherencia significativa. ¿Qué tiene que ver la prevención con el traslado de fechas del Carnaval? Nada. ¿Qué tienen que ver los palos que daban los grises a los carnavaleros con poner el COAC en mayo? Nada. Pero las primeras cuartetas de la presentación de Los sumisos unen prevención, palos, guardias, dictadura y al actual alcalde en un ejercicio imposible al que Martínez Ares nos tiene acostumbrados. Es legendaria, ya, la ininteligibilidad de las letras de Martínez Ares, algo de lo que todo el mundo se quejaba siempre excepto esta vez, por lo que parece, aunque tampoco mucha gente haya entendido, en verdad, lo que esa comparsa canta. La incoherencia sobre la que llamo la atención habría que denominarla, más bien, manipulación o propaganda, en atención a que todo el texto es profundamente y sin ningún género de dudas un texto político.

 

Vuelve, luego, Martínez Ares, al monte que es la comparsa con Cadi, niña bonita, y se atribuye en primera persona ser el bufón, quien pronuncia la verdad. Una antigualla, en realidad, que en ningún Carnaval existe, sino que el bufón es el Carnaval mismo. El bufón era un salto simbólico que daba el Carnaval a la vida cotidiana, un acto de inteligencia que se permitían algunos poderosos de tiempos de los que se habla sin saber mucho de ellos. Y se cierra la conversación con las “coplas prohibidas”, “la policía” y “la cárcel”. Una sobreactuación, una exageración de gigantomanía letrera que es un engaño artero en un Carnaval que es juego difuso entre realidad y ficción.

 

Propio de esta comparsa, da una de cal y otra de arena, aunque sin ton ni son, y dedica un pasodoble sin pies ni cabeza a la policía local, lleno de lugares comunes como la expresión de la paguita, expresión propia de una ultraderecha que luego el mismo letrista se atribuye criticar negativamente, y generalizando de una forma más bien populista, como toda generalización suele serlo.

 

Se acude a la polarización, la brocha gorda de lo blanco o lo negro, y a una idealización exagerada entre la Teo y el Kichi. Y para quedar por encima del agua, como el aceite, se declara acólito de Salvochea, algo incomprobable. El sur sumiso cae por su propio peso, porque termina diciendo que es de hierro, una contradicción como todas las demás; también el mismo victimismo de Un perro andaluz.

 

Y cuando parecía que ya todo estaba dicho, llega el momento en que la enloquecida mezcla de todo se vuelve insoportable: El pasado sumiso, y una vez más la misma retahíla victimista, repetida una vez más.

 

Cantarle a todo al mismo tiempo debe de ser, sin duda, agotador. Lo asombroso es que haya un público que con la simple escucha ya pueda comprender todo lo dicho; más aún que tome partido y que una cierta prensa agite solo uno de los espantajos usados en el artefacto teatral. En mi opinión, el artefacto funciona así: se nombran determinadas cosas más bien claras, expresiones llave, y desarrolla un argumento enloquecedor, por incomprensible. El público favorable acepta el par de cosas claramente expresadas, aunque sean contradictorias, algo que en teoría política se denomina populismo. También acepta el público desencantado, el público que se siente víctima, el público que está harto de no ser escuchado. Es el discurso que siempre ofrece algo para cada quien a través de las expresiones llave, y nadie atiende al argumento. Un mecanismo más es la simplificación de la realidad compleja.

 

En Carnaval, no se olvide, amo a escushá, y cuando no guste lo que se escuche, media vuelta y a otra esquina. Y esquinas para todøs.


©PabloMartinez-Calleja, 2022




viernes, 18 de marzo de 2022

Fotos der Carnavá de Cadi 22 - 4

 

Coristas, a la calle


Romancero: La verdadera pero increíble, histori de Queen


Romancero del Caro, Paco el Satánico



Fotos del Carnavá de Cadi 22 - 3








jueves, 17 de marzo de 2022

Fotos del Carnavá de Cadi 22 - 3

Los viejos rockeros nunca mueren, pero se jubilan...
 


Puertatierra


Los muerto der Carnavá


Fotos del Carnaval de Cadi 22 - 2








martes, 15 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas. Epílogo

Aquí es donde me encontré a la francesa, en Basel, que parece que terminó aquí cuando la Concejala de Guardia la mandó pa' la noria

No puede haber un mejor día para escribir el epílogo de mis crónicas clandestinas de unos carnavales tolerados, pero no oficiales, que hoy, día en que comienzan los carnavales desparecidos de Valencia, conocidos como Las Fallas de Valencia. Para los que creen que saben y han puesto de moda a San Sebastián, ¿y qué hacemos con San José, un carpintero decrépito pintado así para que a nadie se le ocurra atribuirles a él y a la virgen María actividad sexual de ninguna clase? Fiatetú qué bonito casar a una niña con un vejestorio… ¿Y qué haríamos con Judas, que también tiene su Carnaval? ¿Y los juanillos? Entonces vendrán con que el fuego es purificador, ¿y el de las fallas del Pirineo? Si observáramos lo que se afirma como verdad en el Carnaval, verdad indiscutible, o insondable e indiscutible, comprenderíamos de qué va el asunto de las fake news de verdad, y lo de zapatero a tus zapatos. Y lo poco que sabemos todavía.


 

La fuente de la plaza del mercado ha devenido un monolito contra la guerra. En todo el derredor de mi casa hay solo dos negocios con una bandera que recuerda la guerra contra Ucrania, en Basilea, tanto con la vergüenza de celebrar Carnaval en guerra, casi no había un negocio sin los colores de Ucrania. Eso sí, vergonzoso celebrar un Carnaval pero ya TODAS las tiendas de aquí están llenas de conejitos de pascua y de celebración de la Pascua.

 

Dejé atrás a una amiga querida en su casa, en la cama, con corona. No pude verla en Basel porque ya se había enfermado cuando llegué. Esto me sigue inquietando. Otra amiga no viajó a Basel sino a Noruega con su familia: tampoco nos pudimos ver. Tampoco puede ver a varios amigos o conocidos de Cadi: José Luis me recordaba cómo nos encontramos por primera vez en persona. Esta vez nuestra conversación ha sido toda por guasa: tenía que cuidar de su madre y no podía arriesgar llevar a casa la infección. Yo me enfermé con un resfriado en cuantito llegué a mi casa, que todo no es corona.

 

Los top ten de la prensa local en materia de agrupaciones callejeras han negado perlas maravillosas como La Concejala de Guardia, de la Tubío: los que hayan seguido la guía oficial se han perdido algo de entre lo mejón de lo mejón. Con lo bonito que es dejarse guiar por las calles con los ojos bien abiertos, sin un mapa que vea en lugar de nuestros ojos. Bueno, y que ojos ya casi nadie tiene: todo el mundo mira, y ve, a través de su móvil, ¿y las consecuencias que esto tiene? Ah, pero es que ya todo el mundo ha logrado la importancia de ser el reportero de su escalera. ¿No sería mucho mejor contarles a los vecinos lo que de verdad se ha visto, se ha sentido, se ha experimentado, sin estar pendientes del cacharro ese? Cientos, miles de móviles haciendo vídeos y fotos que no sirven para ná, que no tienen ninguna calidá y que han quitao la tranquilidad a sus autorøs para vivir lo que tenían delante de sus ojos. Esa foto, ese vídeo, no le hace justicia a lo que se podía haber visto de verdá.

 

Hala, esta es mi penúltima pamplina. ¡Abur!

 

©PabloMtnezCalleja, 2022

 


Crónicas clandestinas de Basel 9 y 10



























 

jueves, 10 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Basel 9 y 10


El tiempo vuela, había mucho que hacer: trabajo, se llama, aunque sea en Carnaval y haya personas que crean que documentar el Carnaval es una juerga. Una juerga que cuando explotó la pandemia y el Bundesrat suizo prohibió el Carnaval no atrajo a NINGÚN periodista ni documentalista extranjero: humildemente fui el único. Se supone que cubrir aquel Fasnacht 2020 hubiera debido ser importante; no lo fue. Lo fue, pero no fue tomado en serio.

 

Vengo a estos recuerdos porque yendo por las callejuelas de Basel esta mediodía alguien me ha llamado por mi nombre. Nos conocimos aquel 2020 y compartimos con su Clique muchos buenos momentos. Ayer por la noche ocurrió lo mismo en el cruce de caminos de Basel, un remedo del cruce de Los Italianos de Cadi, en la Rümelinsplatz, delante del edificio Schnabel. Era una de las personas con las que pude compartir una Fondue en plena calle, una tradición que ellos siguen desde hace unos años el martes de su Fasnacht.

 

Escribo desde un sitio nuevo, hoy. Todo está cerrado, la pasada madrugada terminó el Fasnacht a las 4 de la madrugada, y hasta las 5 estuve documentando el deshacerse del Carnaval, el abandono de las figuras abandonas, o devueltas al gabinete ambulante de los objetos absurdos y sin vida. El sitio es una galería de arte, al mismo tiempo que un café, con una tarta de manzana riquísima. Un lugar muy agradable y la mujer que regenta el lugar igualmente agradable, exquisitamente educada.


Estaba, yo, en el proceso de acostumbrarme a la siguiente situación desacostumbrada. Estábamos solo los dos sentados como si yo hubiera irrumpido en el salón de su casa: dos extraños compartiendo el mismo círculo de butacas, uno frente al otro. Entonces ha llegado un artista hablando en italiano que venía a discutir con ella la organización de su próxima exposición. Justo en el momento en que yo empezaba a usar las teclas de mi ordenador. En esto estamos. Estábamos. Acaba de salir el artista y nos hemos vuelto a quedar solos. Hemos cambiado dos miradas y yo he vuelto a hundir mis ojos en mi teclado, al tiempo que ella iba a la barra a hacer alguna cosa. Me estoy desviando de mi crónica a favor de un guión teatral, y no es el momento.

 

Además, yo tenía que contar que la gritona del tranvía, hoy, era una alemana y no algún español o italiano. Y sé que era alemana por su alto alemán y su acento. Me he venido enterando de su abono para la ópera, de que va sola a todas partes porque su marido tiene bastante con sus amigotes de los viernes, y más no sale. En fin.

 

(Ahora hemos cambiado un hilo de conversación, se ha puesto su abrigo y ha salido fuera: yo me he quedado solo aquí dentro.)

 

Fasnacht. El martes de su Carnaval salí a eso de las 10 y las calles estaban floridas de papelillos, de gente alegre, de muchas charangas familiares o de vecindarios, de niños disfrutando. Algunos se atrevían, un poco a escondidas, a acercarse a mí y lanzarme una puñado de papelillos: es el lenguaje de la alegría. Siempre mediaba un cambio de miradas alegres y cómplices con sus madres. Muy divertido.

 

Me encontré con mi buen conocido, artista de esta ciudad, con quien mantengo contacto regular desde 2020, desde que nos conociéramos en las calles prohibidas, luego que él tuviera dos intervenciones, la más importante fue ponerle una capa, como un sayo, a Helvetia, y un ramo de mimosas en el brazo.  Fueron días de infortunio en Basel; de resistencia, también. Cené con él y sus amigos, charlamos. Yo me esforzaba por comprender su dialecto, que me encanta, la verdad, y ellos se esforzaban por incluirme en alto alemán, de vez en cuando. Una noche memorable y luego llegaron los romanceros, sobre lo que habrá pieza aparte.

 

 

El miércoles, ayer, fue un día raruno; todo el Carnaval lo ha sido, en Cadi y en Basel. Hasta bien pasadas las once y media no hubo calles ruidosas y alegres, aunque tuvieran sol intenso. Se animó, entonces, extremadamente hasta la madrugada.

 

Lo mismo el martes que el miércoles disfruté de parodias y pantomimas de mucho interés, divertidísimas, además, y de una novedad, resignificación, respecto al elemento de Carnaval que tiene que ver con la queja del malestar en la vida sexual. También pieza aparte sobre esto.


Finalmente llegarón las 4. Se apagaron los forillos, entregándole la luz al alumbrado público de la ciudad. Algunos fasnächtler se largaron inmediatamente (mentalidad orientada al objetivo) otros remoloneaban intentando no reconocer el regreso de la vida normativa, alargando esa cola, más bien coda, final que todavía dejaba su Carnaval como una estela que, en realidad, se irá difuminando, aunque alargándose, hasta dentro de un año.

 

©PabloMtnezCalleja, 2022



 

martes, 8 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Basel 8



Tantas emociones entre las callejas de esta ciudad cantón. ¿Por dónde empezar? No sé si la gente raja o no raja, pero aquí al menos no se escucha tan claramente lo que la gente raja. Un café cuesta cinco francos, el doble que en Lüneburg. Eso sí, unos jóvenes se pusieron en la Plaza del Ayuntamiento con un puesto a las cuatro de la madrugada con un puesto donde solo vendían café negro con licor a elegir; ¿precio? “Lo que tú quieras darme”. Habían escrito que 1 euro, en todo caso, iría a Ucrania. Bueno, ¿cuánto dinero debía dar? No hay dilema que valga, el mismo que hubiera dado en cualquier otra parte, ¿o tiene menos valor ese café solo porque no te exigen un precio prefijado?

 

Caminar a las tres de la madrugada en dirección al Ayuntamiento era una ficción, después de dos años de calles vacías por la prohibición y la pandemia. Las calles se iban llenando, la plaza estaba más llena que a la misma hora en los años anteriores a la pandemia. Cómo raro era ver a un grupo de jóvenes sobre la marquesina del Tram: más que un poquito irresponsables. Por lo demás, los brutos eran los que hablaban alemán pero no a la suiza: solo me encontré a dos de esos que se iban abriendo paso por la calle, porque ellos lo valen… Aquí, en medio de este caos y mogollonazo, con decenas de miles de personas, el suizo, o la suiza, se disculpan si se chocan contigo: esta es mi experiencia. El ir en bulla y sin respeto no lo conozco en los suizos en Fasnacht.

 

A las 4 en punto sonaron las campanas, se apagó la luz y se encendió el Fasnacht, el Carnaval. Sonaron los tambores, seguramente, napoleónicos y los piccolos. Tras el Morgenstreich, el grito contra la oscuridad de esta ciudad, no había Cortège, prohibido, pero que de facto se realizó en parte. Las calles completamente a oscuras mientras las Cliques y Zunftes iban y venían abriendo paso a sus embajadas: alegría, asimetría como forma de entender al otro y lo otro, diversidad, sátiras y cagarse en Putin.

 

Aquí se llevan mascarillas solo en los transportes públicos, en ningún otro lugar se llevan: en ninguno. Será lo que tenga que ser. Para los que estamos vacunados la aprensión es menor; para todos, la gravedad del ómicron también es menor.

 

No pude tomarme mi sopa de harina: alguien me quitó el sitio para comerla mientras la pedía, literalmente. Una invasión y una desvergüenza. Puede pasar, incluso en Carnaval, aunque algo menos habitual de lo que los menos conocedores afirmarían. Pero me comí mi Käsewähe, que estaba caliente y buenísima, y me tomé un café. ¡Qué frío!


Por la noche escuché los primeros romanceros en una de las catedrales rupestres-carnavaleras de Basilea.

 

©PabloMtnezCalleja, 2022

La foto viene luego.

 

 

lunes, 7 de marzo de 2022

Fotos del Carnaval de Cadi 22 - 2

Asociación de Vecinas Escandalosas



Gran Desconcierto



Solo sé que no sé nada



Los que vinieron de Erasmus
 


Fotos del Carnavá de Cadi 22 - 1









Sí, Carnaval, en guerra y cuando no hay guerra - Mi colaboración para La voz del Sur

 

Galería Down Stairs by CFK, Basilea. Las manos de un prisionero quieren alcanzar el agua. Pablo MtnezCalleja


Si desea leer el artículo completo cliquee aquí o sobre el texto.


"(...)

No hay un solo Carnaval que no critique la tiranía, el abuso, la corrupción y a los vecinos pesaosque quieren imponerle a todo el mundo una moral muy pesada y que no les vale ni a ellos mismos. El Carnaval es el mayor altavoz de los malestares del mundo, y son precisamente sus enemigos los que hacen posible que del Carnaval solo se conozcan los borrachos y los meaos, y no, por supuesto, los fustazos de la sátira contra los abusadores. Desde el interior mismo del Carnaval se desconoce, muchas veces, el verdadero significado de lo que se hace y se afirma ante las críticas por celebrarlo en guerra que la juventud necesita una válvula de escape. Esto es de lo que nos han convencido, de que el Carnaval es una válvula de escape y muchas personas lo han aceptado y lo practican.


(...)."




Mi columna anterior:







domingo, 6 de marzo de 2022

Fotos del Carnavá de Cadi 22 - 1

 

Las Madrinas


Mamá, no quiero ser artista


Salgo de Milagri



La elegida


Josefina Fueraparte






























Crónicas clandestinas de Basel 7


Camino por la estación central de Basel, ciego por el frío que empaña las gafas si llevas mascarilla. Escucho un ruido significativo, unos zuecos de madera contra el suelo. Me giro, busco con la mirada dos Fasnächtler(carnavaleros) caminan para abrazarse. El primer signo de vida del Carnaval, Fasnacht, en tardopandemia. Sí, Fasnacht, en guerra y cuando no hay guerra. Mañana en mi columna de los lunes lo explicaré con detalle.

 

Salí de Cadi con los sones frescos en mis oídos de las últimas coplas que escuche antes de que un tren me sacara clandestinamente todavía de noche. Basel me recibía silenciosa, aun, sus calles vacías y más frío. La ardentía de estómago quedó atrás; la lluvia del último día, personas orinando en las calles. Coplas geniales que todavía estoy digiriendo. Un Carnaval a regañadientes en el que la concejala se deja fotografiar con placer, para ser vista en un evento prohibido por ella misma; luego tolerado.



Basel prohibió sus dos últimos Carnavales, este quería prohibirlo. Ninguno de los dos faltaron en las calles; el de este año tampoco, con el visto bueno de la autoridad.

 

Los comercios se decoraban poquito a poco. Pasé, esta mañana, por la casa cuyos moradores estaban engalanando en 2019 y ya las serpentinas colgaban. El café del granadino, detrás de la Plaza del Mercado, cerrado hasta las cuatro de la madrugada. Víspera de Fasnacht, sin duda. El saludo de Felix dándome la bienvenida. Mesas de cervecera; baños públicos instalados. La primera banda de música de ensayo general en el pequeño Basel. Los pesos para asegurar los forillos iluminados en la Plaza de la Catedral. Todo a la espera, y a partir de los zuecos zapateando el suelo, habrá Fasnacht. Sí, Fasnacht, en guerra y sin guerra.


©PabloMtnezCalleja, 2022

viernes, 4 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Cadi 6


Voy en un tren donde, de pronto, una voz sin mascarilla cuenta a su compañero de asiento: "en el País Vasco se está masacrando y no lo cuenta nadie". No hay forma de poder escuchar quién masacra a quién, no por qué. He comprobado que el conspiranoico acabaría con todos nosotros porque lleva su mascarilla de sujetador de papada. Siguen escuchándose expresiones sueltas como "análisis pormenorizado". Da la impresión de que este pavo sabe, a tocino si le huntan.


El que va delante de su asiento es también amigo de la conducta autorregulativa, razón por la que lleva su mascarilla por debajo de su barbilla. Ya el revisor los ha llamado al orden, pero ellos están en contra de toda autoridad que no sea la suya propia. En cuanto se da la vuelta el revisor se la bajan; eso sí, uno lleva la patria en la muñeca.


Aquí he vuelto al placer de asistir a todas las conversaciones y llamadas de teléfono sin necesidad de hacerme el curioso.


Ayer llovió en Cadi, un aguacero pasajero. Menos mal, porque la de La Palma estaba de "días por asuntos propios". Lo que fuera, pero en La Viña no había nadie; to er mundo en er Pópulo; poco mundo en verdá. Este Carnavá de este año está completamente trastocao.


Antes había estado en el Mentidero. Escuché algún romancero nuevo, alguno ya escuchao y a dos niñas pequeñas que prometen larga vida ar Carnavá.


Hubo charla de cañita, yo había ya cenao, sobre el tiempo y el espacio del Carnavá, fórmula compleja. Para resolver hay que despejar cristianismo, entonces se' ntiede mejor.


El Pópulo ofrecía un Carnavá cansao con excepción de los jubiletas y de las AVEs. Luego llegaron romanceros que ya' bía escuchao y me retiré.


©PabloMtnezCalleja, 2022



Crónicas clandestinas de Cadi 5










jueves, 3 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Cadi 5

 


Viendo que meten la bicicleta en el Levante cuando va a pagar el desayuno, me puedo hacer a la idea que o se mangan muchas bicis en Cadi o la gente tiene miedo a que se la manguen, pero vamos, que hay cadenas con su candao pa’ atarla y que no le la lleven, jajajajaja.

 

Ayer vine por la tarde caminando por La Caleta y se me apareció una puesta de sol, con sus barquillas, su castillo de San Sebastián al contraluz, sus llamas salidas del agua salada, y una amiga que estaba mirando al horizonte na más que pa disfrutarlo y ganar placer y alegría.

 

Sí, hay guerra, no hablar de ella no va a terminar con ella, y esperar a que termine el Carnaval ni nos hace mejores ni les ayuda en nada a los que sufren. Si querer es recordar, y parece que amamos cuando recordamos, recordamos cuando mentamos, y mentar, lo que se dice mentar debe ser el nuevo sinónimo del disimulo. Lo único que he visto contra la guerra, pero seguro que me confundo, ha sido la espalda del abrigo del postulante de la Koki y su Antonio. Pero puede que me confunda, que me confundo mucho.

 

Ayer el Pópulo estaba como siempre está cuando le llega su día de Carnavá, desorientao. Pradotti acomodó al oso perjudicao en un rincón de una calle, había esto y aquello, por aquí y por allá, luego llegaron los locales, los de cantar, y por último los jubiletas, que no son la reserva moral del Carnavá sino un frasco de elixir en forma de nabo en carne viva. Les están saliendo alumnøs. Están fundando escuela. ¡Larga vida a los aramboles que aguantan tanto rempujón!

©PabloMtnezCalleja, 2022


Crónicas clandestinas de Cadi 4







miércoles, 2 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Cadi 4


Se entra por José del Toro, justo donde Cardenal Zapata hace un codo, antes de llegar a Feduchy. Huele a tinta y a café; sabe a viaje por dos veces. En el ventanal que da a Zapata veo la bulla de la calle como si estuviera delante de un acuario. El número 3 tiene un portal…, perdón, una casa puerta muy regulona, pero la reja que da al patio es espectacular. Ahora ha pasao una monja, a la que un cilicio blanco le iba sacudiendo la cacha: un cinturón blanco con unos nudos de rosario. El jubileo es constante.

 

Ayer fui a una Karnevalsitzung, sí, en Cadi; la segunda. La primera fue en el Casino Gaditano, que Pradotti me avisó. Aquí lo llaman cena o almuerzo de gala de Carnavá. Escuché a los de Paquito, y de allí me fui a escuchar a Paco. Este coro a pie, cuarteto, comparsa, chirigota y musical será estudiado un día, yo ya me lo estoy aprendiendo, como un carnaval hecho para el Carnaval que no se destruye.

 

Pero calle, la calle, por favor. Ayer se pudo escuchar, porque se quería escuchar. Pasó una cosa grande, que varios romanceros y chirigotas salieron sin libreto. La bulla de salir con lo escrito sin haberlo podido escribir. Karim salió con dos romanceros, Karim con alguien que tiene nombre y yo no lo sé; una Asociación de Vecinas Escandalosas; Rocío, Niña de Cadi. Rocío, una jartible incalculable, volvió a decir, y luego de La Elegida, qué buen rato, murió la noche en Maciarrete, después de haber charlao con María Luisa Páramo-Fernández de su nuevo libro, sobre Paco Alba, hecho con otrøs que no son postulantes.

 

Empezó el Carnaval golfo gaditano.

 

©PabloMtnezCalleja, 2022

 


Crónicas clandestinas de Cadi 3







 

 

 

martes, 1 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Cadi 3


Me he sentao en la Plaza de las Flores a buscar inspiración entre los churros, me faltan los de La Guapa e irme con ellos a Le Poeme, y los camareros a la antigua, pero he terminao viniéndome a La Caleta, que al menos aquí la gente camina orientada y sabe adónde va y me puedo concentrar en lo que tengo en la cabeza, ahora calentito por el sol. A mi espalda Hollywood; al frente, el mar. En los pretiles no se cabe de poetas…

 

Es que ayer empezó er día en el Oratorio, El Selu en la quilla, mandando al timonel por cuáles aguas había que navegar, que recién había vuelto de sacar al perro a su paseo.

 

En esta terraza han puesto las mesas tan covid que no se oye de lo que rajan mis vecinøs.

 

La muchedumbre esperó pacientemente la salida de los del Selu, todo lo contrario que en Rosario, delante de las escalaras de la iglesia que todavía no es la Santa Cueva. Allí, delante de La Habana, después de ocho minutos que cronometré, había cantao la Escuela Pitagórica o la Platónica, ya no sé, la gente empezó a gritar que empiece ya, que’l público se va. Hubo, entonces, un amago de Tere Quintero, pero mi alegría pasó rápido y vinieron a cantar los hermanos Barba. Nadie piense que no los adoro. Luego de El eterno repetidor, gloria de Cadi, que tiene un Olimpo empetao, llegaron Las Madrinas y lo voy a desí, que me gustó, ya hablaré con más detalle. José del Toro mató la noche, porque para cuando llegamos a La Viña ya no había ná.

 

En José del Toro vi primero a Susana y a Pepe: Cadi Cadi. Nazaré, que por fin la convencimos, estuvo sembrá, absolutamente sembrá, con su romancero, perla de Cadi. Y una noche más se preguntaban algunos, ¿y er Benite y er Monano? Bueno, yo estuve comiendo arró con er Monano y la Vero en la Plaza y no soltó prenda.

 

Fui a cenar a Los Camino, y de verdá que se agradece que aunque vayas solo Huberto ni te pregunte y cuando pides, pongamos, atún encebollaó te ponga una tapa porque vas solo. Que justo ahí mismo, el otro día, un cliente se reía de los tristes que van solos. Y digo yo, ¿no se puede ir acompañao cuando se quiera?

 

©PabloMtnezCalleja, 2022

 


Crónicas clandestinas de Cadi 2









 

 

lunes, 28 de febrero de 2022

Crónicas clandestinas de Cadi 2


Desayuno en el Pópulo, "cómo que or vai a echá' la calle tan temprano?", se cuela la voz de al lao que habla por teléfono en la mesa de al lao en la calle Ancha. Ayer fue el desayuno en el Pópulo, después de que un barrendero que dijera que la canasta de plástico redignificada en recogedor pa' la escoba fuera una mierda y llamara a su compañero para reírse juntos por mi interés. "Que digo que podei ir revisando el piso...", sigue la voz penetrante que llega, calle arriba, hasta el Palillero.


Después de almorzar, y de rajar, de este y aquella, se dio la tarde interesante.


Armelgual estaba empetá. A los der Chapa no hubo manera de entendé lo que decían; luego los de Paquito se llevaron la afición al otro lao de la calle.


Pedripol sin sotana, vestido de befuino celebrante, que si las aguas, que si las arenas, que si los vientos, que si las subvenciones de los coros, que si el Carnaval ilegal más normativo de la Historia, y mira que Cadi de Historia... Ana magallanes cantó desde sus adentros ya casi sin voz.


Mucha gente y acercarse a escushá a la Koki y a su Antonio, y al postulante que se han echao, era cosa imposible, por las conversaciones de alrededor que los ahogaban. En Osorio mi intento se repitió, pero ya llegué a la última parte.


Fui a Osorio charlando con Paquito, que improvisaron una batea pa' su coro en el banco de la plaza. Después de aguantar todo tipo de impertinencias por querer hacer dos fotos y retirarme, "que llevamos tres horas esperando, yo también tengo una cámara y todos hacemos fotos", pues mira, yo no espero a una agrupación tres horas ni viniendo de Hamburgo. Escuché el principio, luego todos aquellos esperantes de desataron en conversación y me largué, dimitido ya el "amo a escushá". Paquito, ya os escucharé estos días.



La noche dónde podía terminar, en el Levante, con una gente lindísima y riendo sin parar de nuestras pamplinas.


©PabloMtnezCalleja, 2022



Crónicas clandestinas de Cadi 1





domingo, 27 de febrero de 2022

Crónicas clandestinas de Cadi 1



Cadi, ciudá de dos continentes, de dos vientos, de dos Carnavales. Calle Rosario y ahí está Ketama escanciando pelo, ¿y que no lo pongan en los Ten Topdel Carnavá callehero? ¿Y pa’ qué sirve un Top Tende Carnavá? Pa‘ ná.

 

Lo muerto del Carnavá, er Kichi y la Tere. No farta la Cazalilla. Que si er Kichi ha engordao, que si la endodoncia le deja comé y la Tere se lo pasa tó. Y ya lo de la Avenida…

 

Boris Johnson, caletero, desvergonzao y la suegra de su mujer. Y la Magallanes que sale de Milagri, con la pantalla de una lámpara como si hubiera venío del Zürich de Isabel Domínguez Amaia. La Magallanes que habla de no se qué enchufao…, en el Ayuntamiento.

 

Los Calentati, en un febrero que parece junio, que menudas temperaturas tiene este febrero. Bien cantao y bien tocao, veremos.

 

El día se fue, ayer, en un ir y venir. A la Plaza, a comer dos bocadillos. Al Levante, y saludando, qué gusto, a gente que no veía desde hacía dos años, que yo salí corriendo de Cadi para documentar el Carnavá prohibido de Basilea. Llegó la noche y a José del Toro, delante’ la puerta der Cambalache. Cuánta charla bonita, mi amigo Juande, cine, fotografía, Patricia y la foto. Pero antes Elsa, con su hermano y su padre en nuestra conversación, recostaos en la piedra ostionera frente al Levante. Y vuelta con el Levante. La última persona que saludé antes de irme a dormir fue Tellez, nuestro Tellez. Y luego, desde la cama, las sirenas desde Plaza Mina.

 

Esta mañana, a las nueve y media, las calles de Cadi estaban limpias, que hay que también decirlo, limpias como la patena. IMPRESIONANTE, que el Ayuntamiento no sepa de autocrítica y haya querido a Cadi como hay que quererla, limpia y aseá.

 

©PabloMartinezCalleja, 2022

 

 

 

 

viernes, 25 de febrero de 2022

A Cadi, al Carnaval...

Cadi en Carnavá es el mamarracho, no solo, hay muchos disfraces refinados, pero lo gaditano es el mamarracho: coger de aquí y allá lo que se vaya encontrando y hacerse un disfrá, y que todavía presente un tipo. Aquí:



Y llegar a Cadi en un tren mamarracho, ¿cuántas veces pasa algo así?



©PabloMtnezCalleja, 2022

sábado, 5 de febrero de 2022

Spanisch B2 - Fasnacht



Erleben Sie Fasnacht/Karneval mit der Spanisch Sprache. eine Reise durch die Sprache und die Welt.

Español B2 - Carnaval

3 x 45 minutos (18:00 – 20:30)

18.02.2022

Precio especial de prueba: 19 euros

Número mínimo de participantes: 6

Online

 

 

Ofrezco una introducción al vocabulario del Carnaval, comprensión lectora, comprensión auditiva, juegos de palabras, escritura colaborativa y una mirada a varios carnavales del mundo: Cádiz, Basilea, Oruro, Ituren y Zubieta, Villingen, Jarramplas y Las Carantoñas de San Sebastián.

 

 

Soliciten la inscripción a través del Mail: kontakt@pablomartinezcalleja.de