martes, 15 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas. Epílogo

Aquí es donde me encontré a la francesa, en Basel, que parece que terminó aquí cuando la Concejala de Guardia la mandó pa' la noria

No puede haber un mejor día para escribir el epílogo de mis crónicas clandestinas de unos carnavales tolerados, pero no oficiales, que hoy, día en que comienzan los carnavales desparecidos de Valencia, conocidos como Las Fallas de Valencia. Para los que creen que saben y han puesto de moda a San Sebastián, ¿y qué hacemos con San José, un carpintero decrépito pintado así para que a nadie se le ocurra atribuirles a él y a la virgen María actividad sexual de ninguna clase? Fiatetú qué bonito casar a una niña con un vejestorio… ¿Y qué haríamos con Judas, que también tiene su Carnaval? ¿Y los juanillos? Entonces vendrán con que el fuego es purificador, ¿y el de las fallas del Pirineo? Si observáramos lo que se afirma como verdad en el Carnaval, verdad indiscutible, o insondable e indiscutible, comprenderíamos de qué va el asunto de las fake news de verdad, y lo de zapatero a tus zapatos. Y lo poco que sabemos todavía.


 

La fuente de la plaza del mercado ha devenido un monolito contra la guerra. En todo el derredor de mi casa hay solo dos negocios con una bandera que recuerda la guerra contra Ucrania, en Basilea, tanto con la vergüenza de celebrar Carnaval en guerra, casi no había un negocio sin los colores de Ucrania. Eso sí, vergonzoso celebrar un Carnaval pero ya TODAS las tiendas de aquí están llenas de conejitos de pascua y de celebración de la Pascua.

 

Dejé atrás a una amiga querida en su casa, en la cama, con corona. No pude verla en Basel porque ya se había enfermado cuando llegué. Esto me sigue inquietando. Otra amiga no viajó a Basel sino a Noruega con su familia: tampoco nos pudimos ver. Tampoco puede ver a varios amigos o conocidos de Cadi: José Luis me recordaba cómo nos encontramos por primera vez en persona. Esta vez nuestra conversación ha sido toda por guasa: tenía que cuidar de su madre y no podía arriesgar llevar a casa la infección. Yo me enfermé con un resfriado en cuantito llegué a mi casa, que todo no es corona.

 

Los top ten de la prensa local en materia de agrupaciones callejeras han negado perlas maravillosas como La Concejala de Guardia, de la Tubío: los que hayan seguido la guía oficial se han perdido algo de entre lo mejón de lo mejón. Con lo bonito que es dejarse guiar por las calles con los ojos bien abiertos, sin un mapa que vea en lugar de nuestros ojos. Bueno, y que ojos ya casi nadie tiene: todo el mundo mira, y ve, a través de su móvil, ¿y las consecuencias que esto tiene? Ah, pero es que ya todo el mundo ha logrado la importancia de ser el reportero de su escalera. ¿No sería mucho mejor contarles a los vecinos lo que de verdad se ha visto, se ha sentido, se ha experimentado, sin estar pendientes del cacharro ese? Cientos, miles de móviles haciendo vídeos y fotos que no sirven para ná, que no tienen ninguna calidá y que han quitao la tranquilidad a sus autorøs para vivir lo que tenían delante de sus ojos. Esa foto, ese vídeo, no le hace justicia a lo que se podía haber visto de verdá.

 

Hala, esta es mi penúltima pamplina. ¡Abur!

 

©PabloMtnezCalleja, 2022

 


Crónicas clandestinas de Basel 9 y 10



























 

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