jueves, 3 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Cadi 5

 


Viendo que meten la bicicleta en el Levante cuando va a pagar el desayuno, me puedo hacer a la idea que o se mangan muchas bicis en Cadi o la gente tiene miedo a que se la manguen, pero vamos, que hay cadenas con su candao pa’ atarla y que no le la lleven, jajajajaja.

 

Ayer vine por la tarde caminando por La Caleta y se me apareció una puesta de sol, con sus barquillas, su castillo de San Sebastián al contraluz, sus llamas salidas del agua salada, y una amiga que estaba mirando al horizonte na más que pa disfrutarlo y ganar placer y alegría.

 

Sí, hay guerra, no hablar de ella no va a terminar con ella, y esperar a que termine el Carnaval ni nos hace mejores ni les ayuda en nada a los que sufren. Si querer es recordar, y parece que amamos cuando recordamos, recordamos cuando mentamos, y mentar, lo que se dice mentar debe ser el nuevo sinónimo del disimulo. Lo único que he visto contra la guerra, pero seguro que me confundo, ha sido la espalda del abrigo del postulante de la Koki y su Antonio. Pero puede que me confunda, que me confundo mucho.

 

Ayer el Pópulo estaba como siempre está cuando le llega su día de Carnavá, desorientao. Pradotti acomodó al oso perjudicao en un rincón de una calle, había esto y aquello, por aquí y por allá, luego llegaron los locales, los de cantar, y por último los jubiletas, que no son la reserva moral del Carnavá sino un frasco de elixir en forma de nabo en carne viva. Les están saliendo alumnøs. Están fundando escuela. ¡Larga vida a los aramboles que aguantan tanto rempujón!

©PabloMtnezCalleja, 2022


Crónicas clandestinas de Cadi 4







No hay comentarios:

Publicar un comentario