martes, 1 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Cadi 3


Me he sentao en la Plaza de las Flores a buscar inspiración entre los churros, me faltan los de La Guapa e irme con ellos a Le Poeme, y los camareros a la antigua, pero he terminao viniéndome a La Caleta, que al menos aquí la gente camina orientada y sabe adónde va y me puedo concentrar en lo que tengo en la cabeza, ahora calentito por el sol. A mi espalda Hollywood; al frente, el mar. En los pretiles no se cabe de poetas…

 

Es que ayer empezó er día en el Oratorio, El Selu en la quilla, mandando al timonel por cuáles aguas había que navegar, que recién había vuelto de sacar al perro a su paseo.

 

En esta terraza han puesto las mesas tan covid que no se oye de lo que rajan mis vecinøs.

 

La muchedumbre esperó pacientemente la salida de los del Selu, todo lo contrario que en Rosario, delante de las escalaras de la iglesia que todavía no es la Santa Cueva. Allí, delante de La Habana, después de ocho minutos que cronometré, había cantao la Escuela Pitagórica o la Platónica, ya no sé, la gente empezó a gritar que empiece ya, que’l público se va. Hubo, entonces, un amago de Tere Quintero, pero mi alegría pasó rápido y vinieron a cantar los hermanos Barba. Nadie piense que no los adoro. Luego de El eterno repetidor, gloria de Cadi, que tiene un Olimpo empetao, llegaron Las Madrinas y lo voy a desí, que me gustó, ya hablaré con más detalle. José del Toro mató la noche, porque para cuando llegamos a La Viña ya no había ná.

 

En José del Toro vi primero a Susana y a Pepe: Cadi Cadi. Nazaré, que por fin la convencimos, estuvo sembrá, absolutamente sembrá, con su romancero, perla de Cadi. Y una noche más se preguntaban algunos, ¿y er Benite y er Monano? Bueno, yo estuve comiendo arró con er Monano y la Vero en la Plaza y no soltó prenda.

 

Fui a cenar a Los Camino, y de verdá que se agradece que aunque vayas solo Huberto ni te pregunte y cuando pides, pongamos, atún encebollaó te ponga una tapa porque vas solo. Que justo ahí mismo, el otro día, un cliente se reía de los tristes que van solos. Y digo yo, ¿no se puede ir acompañao cuando se quiera?

 

©PabloMtnezCalleja, 2022

 


Crónicas clandestinas de Cadi 2









 

 

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