viernes, 4 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Cadi 6


Voy en un tren donde, de pronto, una voz sin mascarilla cuenta a su compañero de asiento: "en el País Vasco se está masacrando y no lo cuenta nadie". No hay forma de poder escuchar quién masacra a quién, no por qué. He comprobado que el conspiranoico acabaría con todos nosotros porque lleva su mascarilla de sujetador de papada. Siguen escuchándose expresiones sueltas como "análisis pormenorizado". Da la impresión de que este pavo sabe, a tocino si le huntan.


El que va delante de su asiento es también amigo de la conducta autorregulativa, razón por la que lleva su mascarilla por debajo de su barbilla. Ya el revisor los ha llamado al orden, pero ellos están en contra de toda autoridad que no sea la suya propia. En cuanto se da la vuelta el revisor se la bajan; eso sí, uno lleva la patria en la muñeca.


Aquí he vuelto al placer de asistir a todas las conversaciones y llamadas de teléfono sin necesidad de hacerme el curioso.


Ayer llovió en Cadi, un aguacero pasajero. Menos mal, porque la de La Palma estaba de "días por asuntos propios". Lo que fuera, pero en La Viña no había nadie; to er mundo en er Pópulo; poco mundo en verdá. Este Carnavá de este año está completamente trastocao.


Antes había estado en el Mentidero. Escuché algún romancero nuevo, alguno ya escuchao y a dos niñas pequeñas que prometen larga vida ar Carnavá.


Hubo charla de cañita, yo había ya cenao, sobre el tiempo y el espacio del Carnavá, fórmula compleja. Para resolver hay que despejar cristianismo, entonces se' ntiede mejor.


El Pópulo ofrecía un Carnavá cansao con excepción de los jubiletas y de las AVEs. Luego llegaron romanceros que ya' bía escuchao y me retiré.


©PabloMtnezCalleja, 2022



Crónicas clandestinas de Cadi 5










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