jueves, 10 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Basel 9 y 10


El tiempo vuela, había mucho que hacer: trabajo, se llama, aunque sea en Carnaval y haya personas que crean que documentar el Carnaval es una juerga. Una juerga que cuando explotó la pandemia y el Bundesrat suizo prohibió el Carnaval no atrajo a NINGÚN periodista ni documentalista extranjero: humildemente fui el único. Se supone que cubrir aquel Fasnacht 2020 hubiera debido ser importante; no lo fue. Lo fue, pero no fue tomado en serio.

 

Vengo a estos recuerdos porque yendo por las callejuelas de Basel esta mediodía alguien me ha llamado por mi nombre. Nos conocimos aquel 2020 y compartimos con su Clique muchos buenos momentos. Ayer por la noche ocurrió lo mismo en el cruce de caminos de Basel, un remedo del cruce de Los Italianos de Cadi, en la Rümelinsplatz, delante del edificio Schnabel. Era una de las personas con las que pude compartir una Fondue en plena calle, una tradición que ellos siguen desde hace unos años el martes de su Fasnacht.

 

Escribo desde un sitio nuevo, hoy. Todo está cerrado, la pasada madrugada terminó el Fasnacht a las 4 de la madrugada, y hasta las 5 estuve documentando el deshacerse del Carnaval, el abandono de las figuras abandonas, o devueltas al gabinete ambulante de los objetos absurdos y sin vida. El sitio es una galería de arte, al mismo tiempo que un café, con una tarta de manzana riquísima. Un lugar muy agradable y la mujer que regenta el lugar igualmente agradable, exquisitamente educada.


Estaba, yo, en el proceso de acostumbrarme a la siguiente situación desacostumbrada. Estábamos solo los dos sentados como si yo hubiera irrumpido en el salón de su casa: dos extraños compartiendo el mismo círculo de butacas, uno frente al otro. Entonces ha llegado un artista hablando en italiano que venía a discutir con ella la organización de su próxima exposición. Justo en el momento en que yo empezaba a usar las teclas de mi ordenador. En esto estamos. Estábamos. Acaba de salir el artista y nos hemos vuelto a quedar solos. Hemos cambiado dos miradas y yo he vuelto a hundir mis ojos en mi teclado, al tiempo que ella iba a la barra a hacer alguna cosa. Me estoy desviando de mi crónica a favor de un guión teatral, y no es el momento.

 

Además, yo tenía que contar que la gritona del tranvía, hoy, era una alemana y no algún español o italiano. Y sé que era alemana por su alto alemán y su acento. Me he venido enterando de su abono para la ópera, de que va sola a todas partes porque su marido tiene bastante con sus amigotes de los viernes, y más no sale. En fin.

 

(Ahora hemos cambiado un hilo de conversación, se ha puesto su abrigo y ha salido fuera: yo me he quedado solo aquí dentro.)

 

Fasnacht. El martes de su Carnaval salí a eso de las 10 y las calles estaban floridas de papelillos, de gente alegre, de muchas charangas familiares o de vecindarios, de niños disfrutando. Algunos se atrevían, un poco a escondidas, a acercarse a mí y lanzarme una puñado de papelillos: es el lenguaje de la alegría. Siempre mediaba un cambio de miradas alegres y cómplices con sus madres. Muy divertido.

 

Me encontré con mi buen conocido, artista de esta ciudad, con quien mantengo contacto regular desde 2020, desde que nos conociéramos en las calles prohibidas, luego que él tuviera dos intervenciones, la más importante fue ponerle una capa, como un sayo, a Helvetia, y un ramo de mimosas en el brazo.  Fueron días de infortunio en Basel; de resistencia, también. Cené con él y sus amigos, charlamos. Yo me esforzaba por comprender su dialecto, que me encanta, la verdad, y ellos se esforzaban por incluirme en alto alemán, de vez en cuando. Una noche memorable y luego llegaron los romanceros, sobre lo que habrá pieza aparte.

 

 

El miércoles, ayer, fue un día raruno; todo el Carnaval lo ha sido, en Cadi y en Basel. Hasta bien pasadas las once y media no hubo calles ruidosas y alegres, aunque tuvieran sol intenso. Se animó, entonces, extremadamente hasta la madrugada.

 

Lo mismo el martes que el miércoles disfruté de parodias y pantomimas de mucho interés, divertidísimas, además, y de una novedad, resignificación, respecto al elemento de Carnaval que tiene que ver con la queja del malestar en la vida sexual. También pieza aparte sobre esto.


Finalmente llegarón las 4. Se apagaron los forillos, entregándole la luz al alumbrado público de la ciudad. Algunos fasnächtler se largaron inmediatamente (mentalidad orientada al objetivo) otros remoloneaban intentando no reconocer el regreso de la vida normativa, alargando esa cola, más bien coda, final que todavía dejaba su Carnaval como una estela que, en realidad, se irá difuminando, aunque alargándose, hasta dentro de un año.

 

©PabloMtnezCalleja, 2022



 

martes, 8 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Basel 8



Tantas emociones entre las callejas de esta ciudad cantón. ¿Por dónde empezar? No sé si la gente raja o no raja, pero aquí al menos no se escucha tan claramente lo que la gente raja. Un café cuesta cinco francos, el doble que en Lüneburg. Eso sí, unos jóvenes se pusieron en la Plaza del Ayuntamiento con un puesto a las cuatro de la madrugada con un puesto donde solo vendían café negro con licor a elegir; ¿precio? “Lo que tú quieras darme”. Habían escrito que 1 euro, en todo caso, iría a Ucrania. Bueno, ¿cuánto dinero debía dar? No hay dilema que valga, el mismo que hubiera dado en cualquier otra parte, ¿o tiene menos valor ese café solo porque no te exigen un precio prefijado?

 

Caminar a las tres de la madrugada en dirección al Ayuntamiento era una ficción, después de dos años de calles vacías por la prohibición y la pandemia. Las calles se iban llenando, la plaza estaba más llena que a la misma hora en los años anteriores a la pandemia. Cómo raro era ver a un grupo de jóvenes sobre la marquesina del Tram: más que un poquito irresponsables. Por lo demás, los brutos eran los que hablaban alemán pero no a la suiza: solo me encontré a dos de esos que se iban abriendo paso por la calle, porque ellos lo valen… Aquí, en medio de este caos y mogollonazo, con decenas de miles de personas, el suizo, o la suiza, se disculpan si se chocan contigo: esta es mi experiencia. El ir en bulla y sin respeto no lo conozco en los suizos en Fasnacht.

 

A las 4 en punto sonaron las campanas, se apagó la luz y se encendió el Fasnacht, el Carnaval. Sonaron los tambores, seguramente, napoleónicos y los piccolos. Tras el Morgenstreich, el grito contra la oscuridad de esta ciudad, no había Cortège, prohibido, pero que de facto se realizó en parte. Las calles completamente a oscuras mientras las Cliques y Zunftes iban y venían abriendo paso a sus embajadas: alegría, asimetría como forma de entender al otro y lo otro, diversidad, sátiras y cagarse en Putin.

 

Aquí se llevan mascarillas solo en los transportes públicos, en ningún otro lugar se llevan: en ninguno. Será lo que tenga que ser. Para los que estamos vacunados la aprensión es menor; para todos, la gravedad del ómicron también es menor.

 

No pude tomarme mi sopa de harina: alguien me quitó el sitio para comerla mientras la pedía, literalmente. Una invasión y una desvergüenza. Puede pasar, incluso en Carnaval, aunque algo menos habitual de lo que los menos conocedores afirmarían. Pero me comí mi Käsewähe, que estaba caliente y buenísima, y me tomé un café. ¡Qué frío!


Por la noche escuché los primeros romanceros en una de las catedrales rupestres-carnavaleras de Basilea.

 

©PabloMtnezCalleja, 2022

La foto viene luego.

 

 

lunes, 7 de marzo de 2022

Fotos del Carnaval de Cadi 22 - 2

Asociación de Vecinas Escandalosas



Gran Desconcierto



Solo sé que no sé nada



Los que vinieron de Erasmus
 


Fotos del Carnavá de Cadi 22 - 1









Sí, Carnaval, en guerra y cuando no hay guerra - Mi colaboración para La voz del Sur

 

Galería Down Stairs by CFK, Basilea. Las manos de un prisionero quieren alcanzar el agua. Pablo MtnezCalleja


Si desea leer el artículo completo cliquee aquí o sobre el texto.


"(...)

No hay un solo Carnaval que no critique la tiranía, el abuso, la corrupción y a los vecinos pesaosque quieren imponerle a todo el mundo una moral muy pesada y que no les vale ni a ellos mismos. El Carnaval es el mayor altavoz de los malestares del mundo, y son precisamente sus enemigos los que hacen posible que del Carnaval solo se conozcan los borrachos y los meaos, y no, por supuesto, los fustazos de la sátira contra los abusadores. Desde el interior mismo del Carnaval se desconoce, muchas veces, el verdadero significado de lo que se hace y se afirma ante las críticas por celebrarlo en guerra que la juventud necesita una válvula de escape. Esto es de lo que nos han convencido, de que el Carnaval es una válvula de escape y muchas personas lo han aceptado y lo practican.


(...)."




Mi columna anterior:







domingo, 6 de marzo de 2022

Fotos del Carnavá de Cadi 22 - 1

 

Las Madrinas


Mamá, no quiero ser artista


Salgo de Milagri



La elegida


Josefina Fueraparte






























Crónicas clandestinas de Basel 7


Camino por la estación central de Basel, ciego por el frío que empaña las gafas si llevas mascarilla. Escucho un ruido significativo, unos zuecos de madera contra el suelo. Me giro, busco con la mirada dos Fasnächtler(carnavaleros) caminan para abrazarse. El primer signo de vida del Carnaval, Fasnacht, en tardopandemia. Sí, Fasnacht, en guerra y cuando no hay guerra. Mañana en mi columna de los lunes lo explicaré con detalle.

 

Salí de Cadi con los sones frescos en mis oídos de las últimas coplas que escuche antes de que un tren me sacara clandestinamente todavía de noche. Basel me recibía silenciosa, aun, sus calles vacías y más frío. La ardentía de estómago quedó atrás; la lluvia del último día, personas orinando en las calles. Coplas geniales que todavía estoy digiriendo. Un Carnaval a regañadientes en el que la concejala se deja fotografiar con placer, para ser vista en un evento prohibido por ella misma; luego tolerado.



Basel prohibió sus dos últimos Carnavales, este quería prohibirlo. Ninguno de los dos faltaron en las calles; el de este año tampoco, con el visto bueno de la autoridad.

 

Los comercios se decoraban poquito a poco. Pasé, esta mañana, por la casa cuyos moradores estaban engalanando en 2019 y ya las serpentinas colgaban. El café del granadino, detrás de la Plaza del Mercado, cerrado hasta las cuatro de la madrugada. Víspera de Fasnacht, sin duda. El saludo de Felix dándome la bienvenida. Mesas de cervecera; baños públicos instalados. La primera banda de música de ensayo general en el pequeño Basel. Los pesos para asegurar los forillos iluminados en la Plaza de la Catedral. Todo a la espera, y a partir de los zuecos zapateando el suelo, habrá Fasnacht. Sí, Fasnacht, en guerra y sin guerra.


©PabloMtnezCalleja, 2022

viernes, 4 de marzo de 2022

Crónicas clandestinas de Cadi 6


Voy en un tren donde, de pronto, una voz sin mascarilla cuenta a su compañero de asiento: "en el País Vasco se está masacrando y no lo cuenta nadie". No hay forma de poder escuchar quién masacra a quién, no por qué. He comprobado que el conspiranoico acabaría con todos nosotros porque lleva su mascarilla de sujetador de papada. Siguen escuchándose expresiones sueltas como "análisis pormenorizado". Da la impresión de que este pavo sabe, a tocino si le huntan.


El que va delante de su asiento es también amigo de la conducta autorregulativa, razón por la que lleva su mascarilla por debajo de su barbilla. Ya el revisor los ha llamado al orden, pero ellos están en contra de toda autoridad que no sea la suya propia. En cuanto se da la vuelta el revisor se la bajan; eso sí, uno lleva la patria en la muñeca.


Aquí he vuelto al placer de asistir a todas las conversaciones y llamadas de teléfono sin necesidad de hacerme el curioso.


Ayer llovió en Cadi, un aguacero pasajero. Menos mal, porque la de La Palma estaba de "días por asuntos propios". Lo que fuera, pero en La Viña no había nadie; to er mundo en er Pópulo; poco mundo en verdá. Este Carnavá de este año está completamente trastocao.


Antes había estado en el Mentidero. Escuché algún romancero nuevo, alguno ya escuchao y a dos niñas pequeñas que prometen larga vida ar Carnavá.


Hubo charla de cañita, yo había ya cenao, sobre el tiempo y el espacio del Carnavá, fórmula compleja. Para resolver hay que despejar cristianismo, entonces se' ntiede mejor.


El Pópulo ofrecía un Carnavá cansao con excepción de los jubiletas y de las AVEs. Luego llegaron romanceros que ya' bía escuchao y me retiré.


©PabloMtnezCalleja, 2022



Crónicas clandestinas de Cadi 5