No sé
si el Carnaval de Cadi tuvo alguna vez la relevancia mediática, y social como
consecuencia, que está teniendo este año. Vaya por delante, sin embargo, una
aclaración: el Carnaval no ha empezado todavía. Lo que ha empezado es el
Concurso Oficial de Agrupaciones de Carnaval que se celebra en el Gran Teatro
Falla de Cádiz. La diferencia es notable.
Empezó con algo que quizá oliera a escándalo, lo que algunos denominaron la decapitación de
Puigdemont, que no fue tal sino algo muy diferente, como cuento
en esta entrevista (minuto 13:34).
El
siguiente hito fue el de la Andrea Janeiro, hija de Jesulín de Ubrique y Belén
Esteban, quien pidió una
retractación pública mediante su abogado.
El
último caso ha sido, y muy diferente, el de la queja pública, pero no formal,
de SOS Racismo contra la chirigota de Vera Luque: racismo y esterotipación de
la población negra. La
sexta televisión pone los tres casos uno junto al otro, en lo que parecería ser la
misma problemática. No estoy seguro de que lo sea.
En el
primer caso hubo amenazas de llevar el asunto a la Fiscalía. En el segundo caso
actuó el abogado de la interesada. En el tercer caso, el presidente de SOS
Racismo, simplemente, ha llamado la atención sobre un Humor que insistiría en
la risa a través de la estereotipación de la población negra.
Los dos
primeros casos son una caricaturización de varios personajes públicos. El de
Puigdemont y los suyos, la caricatura de personas del Poder público que en su
calidad de Poderosos son caricaturizados y ridiculizados por sus actos políticos y públicos. Satirizados en un
ejercicio propio del Carnaval como instrumento de la Cultura y la Política,
como instrumento fundamental en la sociedad; más aun en una que lo sea
democrática. Al Carnaval le pertenece la Sátira y lo Grotesco. Y el Carnaval es una parte de la sociedad, y más libre de decir que el mismo Parlamento. El Carnaval
de Cádiz es el mayor y más libre Speaker’s Corner del Mundo.
El caso
de Andrea Janeiro puede resultar algo más incómodo al análisis. Andrea Janeiro no
vive de su imagen pública y ha pedido que le dejen huir de la vida pública en
la que la metió su madre. En octubre de 2009 el Defensor del Menor de la
Comunidad de Madrid remitió un escrito a la Fiscalía de Menores de Madrid en el
que solicitaba que actuara de oficio para proteger a la menor. No consta que
ella viva del uso de su propia imagen pública; bien al contrario parece
que insiste en que la dejen en paz. Otra cosa es si su madre lo hace con la imagen de su hija.
Al
Carnaval de Cádiz le hemos atribuido ser “periodismo satírico cantado”, y
seguro que con razón. Ante lo que habría que decir que hace el ridículo quien
simplemente se ceba en quien no debe ser objeto de Sátira ni burla. Burlarse de
quien no usa el Poder o de quien no usa su imagen, de quien acaba de cumplir 18
años, y que toda la caricatura que se haga de esa persona tenga que ver con los rasgos de su
madre (por el famoso asunto del pollo) o con su aspecto físico y del que no
parece que viva, todo como consecuencia de la disputa entre sus padres desde
su nacimiento. No sé. No sé dónde está el periodismo cantado del que
hablábamos. Simplemente, una chirigota así debería hacer el ridículo entre un público verdaderamente informado y aficionado al Carnaval. ¿Hacer burla del
débil es Carnaval? ¿Dónde están los platos fuertes, las sátiras, las críticas,
las burlas en una sociedad, la española de 2018, que de tantas cosas se duele?
Pero, por supuesto, que Cádiz se ría de lo que quiera, o de lo que pueda. Sin
olvidar, una vez más, que una cosa es Concurso y otra muy diferente es
Carnaval.
Sin
embargo, no veo que la respuesta deba ser legal ni judicial. Habría que
responder a esas cuartetas haciendo entender a sus autores que no han salido
del Humor del final del siglo XIX, del humor facilón basado en la ridiculización gratuita del otro, sin importar nada ni por qué, ajena a un verdadero contexto satírico. Pueda ser que haya quien piense que
eso es el Humor, la Sátira y aun el Carnaval. Yo creo otra cosa, y lo pienso teniendo
claro, clarísimo, que el Carnaval debe gozar de una libertad libérrima.
El
tercer caso es el de la Chirigota de Vera Luque: No tenemos el congo pa
farolillos. El presidente de SOS Racismo, Moha Gerehou: “una imagen de negros
estereotipada, ridiculizada, exagerada, y no vemos la imagen más real de la
población negra”. Vera Luque, ante la queja, declaraba: “Todo
el mundo tiene la libertad de ofenderse como el que tiene la libertad de
cantarlo”.
Volvemos
a decir que este Humor que se ríe de los otros desde el cliché, desde el
prejuicio, desde las ganas de reírse de algo que en la sociedad, culturalmente,
ha resultado siempre risible en menoscabo de su propia valía, es un Humor
pobre, que huele a naftalina, y que es el mismo humor que
trata a los andaluces de vagos, haraganes, de vivir acostaos, de hablar cosas
que no se entienden y se queja por ello; o de los gallegos, o de los
catalanes.
Libertad
toda, pero también libertad para poder decir que ese Humor, el de los dos
últimos casos, está más seco que la mojama seca.
Todo
este debate, que está llevando a un cierto victimismo en ciertos círculos
anejos al Carnaval, y que de momento solo es el COAC del Teatro Falla, pone
de manifiesto el deseo de otro Humor, por parte de la sociedad, y la falta
de fantasía y de una verdadera modernización emancipadora de nuestra sociedad a
la hora de reírse y de satirizar a los objetos de la Sátira. ¿Reírse?
Sí, pero ¿de quién, por qué y para qué? ¿Con qué no se está atreviendo el
Carnaval?
©Pablo
Martínez-Calleja, 2018
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