viernes, 2 de febrero de 2018

Cadi en bucle

No sé si el Carnaval de Cadi tuvo alguna vez la relevancia mediática, y social como consecuencia, que está teniendo este año. Vaya por delante, sin embargo, una aclaración: el Carnaval no ha empezado todavía. Lo que ha empezado es el Concurso Oficial de Agrupaciones de Carnaval que se celebra en el Gran Teatro Falla de Cádiz. La diferencia es notable.

Empezó con algo que quizá oliera a escándalo, lo que algunos denominaron la decapitación de Puigdemont, que no fue tal sino algo muy diferente, como cuento en esta entrevista (minuto 13:34).

El siguiente hito fue el de la Andrea Janeiro, hija de Jesulín de Ubrique y Belén Esteban, quien pidió una retractación pública mediante su abogado.

El último caso ha sido, y muy diferente, el de la queja pública, pero no formal, de SOS Racismo contra la chirigota de Vera Luque: racismo y esterotipación de la población negra. La sexta televisión pone los tres casos uno junto al otro, en lo que parecería ser la misma problemática. No estoy seguro de que lo sea.


En el primer caso hubo amenazas de llevar el asunto a la Fiscalía. En el segundo caso actuó el abogado de la interesada. En el tercer caso, el presidente de SOS Racismo, simplemente, ha llamado la atención sobre un Humor que insistiría en la risa a través de la estereotipación de la población negra.

Los dos primeros casos son una caricaturización de varios personajes públicos. El de Puigdemont y los suyos, la caricatura de personas del Poder público que en su calidad de Poderosos son caricaturizados y ridiculizados por sus actos políticos y públicos. Satirizados en un ejercicio propio del Carnaval como instrumento de la Cultura y la Política, como instrumento fundamental en la sociedad; más aun en una que lo sea democrática. Al Carnaval le pertenece la Sátira y lo Grotesco. Y el Carnaval es una parte de la sociedad, y más libre de decir que el mismo Parlamento. El Carnaval de Cádiz es el mayor y más libre Speaker’s Corner del Mundo.


El caso de Andrea Janeiro puede resultar algo más incómodo al análisis. Andrea Janeiro no vive de su imagen pública y ha pedido que le dejen huir de la vida pública en la que la metió su madre. En octubre de 2009 el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid remitió un escrito a la Fiscalía de Menores de Madrid en el que solicitaba que actuara de oficio para proteger a la menor. No consta que ella viva del uso de su propia imagen pública; bien al contrario parece que insiste en que la dejen en paz. Otra cosa es si su madre lo hace con la imagen de su hija.

Al Carnaval de Cádiz le hemos atribuido ser “periodismo satírico cantado”, y seguro que con razón. Ante lo que habría que decir que hace el ridículo quien simplemente se ceba en quien no debe ser objeto de Sátira ni burla. Burlarse de quien no usa el Poder o de quien no usa su imagen, de quien acaba de cumplir 18 años, y que toda la caricatura que se haga de esa persona tenga que ver con los rasgos de su madre (por el famoso asunto del pollo) o con su aspecto físico y del que no parece que viva, todo como consecuencia de la disputa entre sus padres desde su nacimiento. No sé. No sé dónde está el periodismo cantado del que hablábamos. Simplemente, una chirigota así debería hacer el ridículo entre un público verdaderamente informado y aficionado al Carnaval. ¿Hacer burla del débil es Carnaval? ¿Dónde están los platos fuertes, las sátiras, las críticas, las burlas en una sociedad, la española de 2018, que de tantas cosas se duele? Pero, por supuesto, que Cádiz se ría de lo que quiera, o de lo que pueda. Sin olvidar, una vez más, que una cosa es Concurso y otra muy diferente es Carnaval.

Sin embargo, no veo que la respuesta deba ser legal ni judicial. Habría que responder a esas cuartetas haciendo entender a sus autores que no han salido del Humor del final del siglo XIX, del humor facilón basado en la ridiculización gratuita del otro, sin importar nada ni por qué, ajena a un verdadero contexto satírico. Pueda ser que haya quien piense que eso es el Humor, la Sátira y aun el Carnaval. Yo creo otra cosa, y lo pienso teniendo claro, clarísimo, que el Carnaval debe gozar de una libertad libérrima.

El tercer caso es el de la Chirigota de Vera Luque: No tenemos el congo pa farolillos. El presidente de SOS Racismo, Moha Gerehou: “una imagen de negros estereotipada, ridiculizada, exagerada, y no vemos la imagen más real de la población negra”. Vera Luque, ante la queja, declaraba: “Todo el mundo tiene la libertad de ofenderse como el que tiene la libertad de cantarlo”.

Volvemos a decir que este Humor que se ríe de los otros desde el cliché, desde el prejuicio, desde las ganas de reírse de algo que en la sociedad, culturalmente, ha resultado siempre risible en menoscabo de su propia valía, es un Humor pobre, que huele a naftalina, y que es el mismo humor que trata a los andaluces de vagos, haraganes, de vivir acostaos, de hablar cosas que no se entienden y se queja por ello; o de los gallegos, o de los catalanes.

Libertad toda, pero también libertad para poder decir que ese Humor, el de los dos últimos casos, está más seco que la mojama seca.

Todo este debate, que está llevando a un cierto victimismo en ciertos círculos anejos al Carnaval, y que de momento solo es el COAC del Teatro Falla, pone de manifiesto el deseo de otro Humor, por parte de la sociedad, y la falta de fantasía y de una verdadera modernización emancipadora de nuestra sociedad a la hora de reírse y de satirizar a los objetos de la Sátira. ¿Reírse? Sí, pero ¿de quién, por qué y para qué? ¿Con qué no se está atreviendo el Carnaval?


©Pablo Martínez-Calleja, 2018

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