Manolo
ha ido ganando un lugar en la calles de Cádiz y en su teatro de La Tía Norica.
La
diversidad y riqueza de sus ‘tipos’, realmente trabajados hasta el mínimo
detalle y con un resultado absolutamente impresionante, así como la imaginación
en su relato y las cuartetas bien escritas. Este año se llevó el primer premio
de Cartelón, un elemento del Romancero que Cádiz quiere atesorar y con mucha
razón. Es un elemento esencial en el Romancero desde su origen en la Edad
Media, y es uno de los elementos que vamos a identificar, inmediatamente, como
elemento común con el Carnaval de Basilea (sobre ello volveremos con otro
artículo).
Interesante
su aparición de superhéroe de cómic deseando arreglar los desaguisados de unas
estructuras políticas y económicas muy gravosas para la sociedad. A tener en
cuenta que Cadiwoman también salieron este año de superheroínas de cómic,
igualmente deseando recomponer, en su caso, los daños del patriarcado machista.
Es su
tema, además de una ácida crítica política, el teconólogico. Y su fiel práctica,
la de su habla gaditana:
“No hay
herida ni golpe
que a
mi cuerpo perjudique,
menos
la patá en los webos
y
trompesá en el meñique.!
Encuentro
muy imaginativo su humor, que logra muchas veces una empatía inmediata:
“Entre
otros poderes cuento
con mi
fuerza sobrehumana,
que no
sé dónde se mete
a las
siete de la mañana.”
El
humor negro no se le escapa, tampoco, pero un humor negro ajeno a la actualidad
política negra, un clásico de humor negro:
“Debe
ser porque mi vista
se ha
ido viniendo abajo,
y es
verdá que veo menos,
ya, que
un muerto bocabajo.”
Las
veleidades de la política también quedan pronunciadas:
“Su
poder es que se cambia
der
tirón a lo que quiera.
El gen
que se le ha mutado
es como
el de Albert Rivera.”
En su
Olimpo del cómic, Manolo Sánchez encuentra en Magneto un modo de frenar
(“¡quieto!”) un chiste, viejo y manido, pero que sabe que causará la risa:
¿Magneto?
Si te
agacha te la… ¡quieto!
Es
mejón no provocahlo…
Su
representación es muy dinámica, teatralmente; introduce ‘morcillas’ con mucha
soltura, cambia sus registros de voz:
“Tiene
la Bruja Escarlata
poderes
para hechizar
y hasta
te crees que la Teo
debería
regresar.”
(Morcilla:
“por suerte te puedes despertar”.)
“Emma
Frost se vino a Cadi
jarta
de hielo y escarcha,
y yastá
hasta el jigo de humedá
y de
que en Cadi no hay marcha.”
Esta
última cuarteta es realmente complicada, en mi opinión. La Frost, que es un
persona de cómic americano, se apellida escarcha. Humedá es la metáfora con la
que hay gente en Cadi que expresa un frío que no quiere admitir que exista. Al
mismo tiempo, se produce un juego de palabras entre el jigo (la vulva) y la
humedá, que en su comprensión inmediata es la propia, y no la metafórica, la
que se comprende. Además, la Frost es un personaje muy festero, y Manolo
Sánchez, seguramente, quiere hacerse eco de que Cádiz es una ciudad que pierde
fuelle festero durante el resto del calendario.
Un
punto interesante, de buen Romancero, es cómo integra todo lo que ocurre en el
escenario en su cuento, y cómo lo ha previsto. Al girar el cartelón es
costumbre, en Cádiz, decir “cabrón”, y:
“Eaaaaa!
Ya habéis activao
la
alarma de la patrulla.
Habéi
llamao a mi jefe
de la
forma más capulla.”
Y casi un
momento casi Peter Brook (minuto 7:34 del vídeo):
“Que
entre ustedes hay mutantes…
es una
cosa evidente.
Porque
si no, no se explica
quien
está de presidente…”
Un
repertorio con muchos momentos muy buenos, hasta geniales, pero un repertorio
recibido como desigual, quizá porque la descripción del Olimpo de los cómics
resulte más difícil de digerir (y muy valiente, por parte de su autor), o por una gran diversidad de escenas
diferentes. En cualquier caso, creo que estamos ante un romancero joven y muy
prometedor. Su primer premio de Cartelón es un aviso.
©Pablo Martínez-Calleja, 2017
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