Frente
a la Santa Cueva, donde nadie sabe por qué, nada menos que Goya, liberal y
afrancesado (por liberal) y comecuras, tiene colgadas dos pinturas. Por fin, y
con regocijo, llegaron estos dos ministros de la palabra, párrocos con
parroquia, y mucha parroquia en Cadi.
Vinieron
con la palabra, ya hace un tiempo, y a veces parecen descarriados, así como los
basilenses. Parecen hasta protestantes, al menos protestones, y no se quitan la
sotana. Suenan dudas, pero hablan siempre desde el breviario, saben bendecir,
confiesan en privado (en la rebotica o en la trastienda de la parroquia), y lo
que es más importante: piden con un cepillo, usado, para vino, de consagrar.
Algo de bueno ha de haber en este actuar, digo yo. Y lo hay, en mi opinión.
Ya
deben de ser tres años, lo largos que tres días se pueden hacer, desde que estos
padres y pastores, se consagraron a la tarea de pastorear la palabra por las calles
de la tacita.
Estos
predicadores seguro que leyeron aquel códice medieval que aconsejaba, para las
prédicas, “mover los corazones, para que no se movieran los culos”:
“(…):
tanta
oveja descarriada
y darte
un rebaño de masas.”
A la
manera de aquellos predicadores, que sin mancha de herejía:
“Traemos
una homilía,
que
podréis comprar luego,
(…).”
Que
está “llena de carne y pecado”, y ya se sabe; y que el gallego lo empana,
también.
A la
manera antigua, advierten a los castos oídos que no habrá, “sin en cambio, /
ni palabrotas ni insultos/ (…).”
Y sin
embargo aparecen las primeras sospechas de anatema. El padre Jeta resulta ser
ortodoxo, y el padre Morro…:
“La
mitad de los preceptos
a mí me
importan 3 puñetas,
y él se
los pasa por el forro.
Yo soy
un cura ortodoxo,
más de
Papa, de 'aparato';
padre
Morro, sin embargo,
más que
de papa es de papo.”
¡Y
vamos por la cuarta cuarteta!
No sé
si resulta necesario, sobre todo para quien no conozca el habla de Cadi,
aconsejar una lectura (que yo me he permitido así escribir) de la ortografía,
en primer lugar. En segundo, no perder de vista uno de los tres pilares del
Carnaval: la queja y crítica por el malestar sexual, lo que lleva
constantemente a tematizar todo lo referido, con burla y sarcasmo, a la vida
sexual, sus prácticas y sus atributos. Esto es, el juego de palabras Papa
/papa, para que terminen rimando con ‘papo’ (coño, vulva), gracias al 'aparato'. O la referencia al
aparato de la iglesia, siendo que ‘aparato’ debe aquí entenderse en una suerte
de polisemia que incluye al ‘glande’.
La
gestualidad litúrgica, esos movimientos recogidos, cercenados
desde su primer impulso, a la manera de un cura, los hace curas a ellos. Su
forma enfática e introspectiva de hablar, sus manos extendidas, curvadas hacia
sí mismas, el misal en una de ellas. Y la sotana con su alzacuellos. Siendo su
tipo menos elaborado que muchos otros es, sin embargo, de una eficiencia más
que notable.
Por
supuesto que se manejan de tú a tú con el teatro del absurdo:
“Pasa igual entre
las monjas,
las hay rectas y
devotas,
o de desvestir a un
santo
para poder verlo en
pelotas.”
Nuevamente,
la burla contra la iglesia de Roma, esta vez por sus riquezas, ofrece una muy
interesante cuarteta:
“El
Papa no, el Papa pasa del oro,
pero no
porque sea un rata;
es
porque es argentino
y lo
que le va es la plata.”
(En
referencia clara a la etimología de Argentina: argenta, que significa plata.)
Los
juegos de palabras de estos “caracuras” son de verdadera calidad y altura, a la
hora de burlarse con sorna incisiva:
“Y eso
de que tenemos
muchos
inmuebles los curas…
Pero,
vamo a vé: la Iglesia,
¿no se
basa en las escrituras?
La
crítica contra la actualidad, también rabiosa, de varios obispos españoles
dedicados a hacer declaraciones escandalosas contra l@s homosexual@s, y
dedicándoles bastinazos. Son estos curas los que les dedican una buena triada:
“Es
sensible a algunos temas,
pero en
otros no se enrolla:
el tema
gay, por ejemplo,
sigue
levantando ampollas.”
(En
clara referencia, de juego con el público, en complicidad, de que lo que se hace es una referencia a la masturbación.)
“Porque
hay quien entiende y quien no,
a ver
si la iglesia madura,
que
como en el kamasutra,
aquí
caben muchas posturas.
Que eso
es como yo digo:
dejarse
de prohibir tanto
y un
poco más de vaselina,
que eso
es ano de santo.”
(Entender
significa entenderse entre homosexuales. La expresión estándar sería “eso es
mano de santo”, y el juego de palabras, coherente con el texto, el que aparece
en el verso.)
Estos
caracuras, versados no solo en doctrina sino en retórica, se manejan, desde
siempre, en las técnicas del teatro de calle y en una capacidad dialoguista
entre ellos y con el público realmente importante: A esta cuarteta:
“Tenemos
que unirnos todos
hasta
cambiar la doctrina,
que ¡la
Unión hace la fuerza!,
y el
Festival de las Minas.”
(Min
3:30. Al terminar el último verso el público no ha comprendido todavía la
ironía de la cuarteta. El público duda, se pone en marcha en busca de su risa,
y en ese proceso el padre Jeta ayuda: “Murcia”, capital de la provincia del
mismo nombre donde se celebra el Festival y agobiada por varios caso de
corrupción, de los que se acusa al presidente de la Comunidad Autónoma.)
Como en
el caso del Romancero “Lobez o no lobez”, a diferencia que el público aquí se
rio claramente.:
“Es
verdad, lo del PP
es que
es algo alucinante.
Yo es
que ya empiezo a creer
en los
pardillos votantes.
(…)”
“(…)
Mienten
más que prometen,
pero la
prensa lo mismo.
Por
ejemplo, un terremoto
que ha
sido de cuatro y poco,
te
dicen que ha sido un seísmo.”
Sus
burlas sobre el pecado original. Citaría cuarteta tras cuarteta, de una
eficacia humorística completa y que de modo continuo hacer reír o sonreír al
público congregado. Puro placer de humor y complicidad secreta escondida en la lengua.
“Se
jugaban la expulsión
y el
edén era mucho chulo,
miraron
los pros y los contras…
- Mira,
el edén por culo.”
(Y el
padre Jeta se persigna al momento de decir el último verso.)
Unos
caracuras sin complejos de ningún tipo, que llaman a todas las cosas por su
nombre:
“Y a
ver si Cádi se entera,
y deja
de ronear
de ser
la cuna del arte,
y sus
3000 años de antigüedad.
Que Eva
fue la primera
que
dijo: aquí hay que mamar.”
(Ronear
significa presumir. Hay una frase tópica: “Esto es Cadi y aquí hay que mamar”.)
La
vieja polémica de si dios es hombre o mujer:
“Ahí se
ve que dios es hombre,
en que
no se organizaba bien.
El
Mundo sería otra cosa
si dios
fuera hecho mujer.”
(Este
último verso arcaizante es exigido por la métrica del verso.)
Su
genialidad no da tregua ni descanso. Es una cuarteta tras otra de risa y
sonrisa, de inteligencia humorística, de gozo yo diría que intelectual.
Una
crítica a dios, por haber sido incapaz e injusto en su creación del Mundo:
“Pero
vamos, que eso es
de
primero de primero de creación.
Y
todavía choca más
¡con lo
que ese hombre estudió!
(Remedan
una famosa canción)
Arquitecto,
ingeniero,
artesano,
carpintero,
albañil
y armador…
Después
que si no hay trabajo…:
¡si se
lo levó él tó!
En una
magistral cabriola intelectual, de inteligentísimo humor, al hilo de una
discusión sobre la fe:
“Yo
todavía voy más lejos,
parecerá
una blasfemia,
pero la
falta de Fe
solo
produce anemia.”
A su
vez una crítica contra la fe, contra una fe ajena a la Ciencia y contraria a la
Ciencia, que es el tenor, también, de todo este Romancero.
Y a esta
disputa traen estos caracuras nada menos que a Pascal:
“Es que
eso de la abstención
la
gente no lo comprende,
y el
PSOE tiene razones
que la
razón no entiende.”
A la
política local le llega su momento con otra cuarteta memorable:
“Pero
Cadi ha cambiado mucho,
eso no
hay quien lo discuta:
compara
el tono del Kichi
con
aquella… otra alcaldesa.”
La
genialidad en el doble sentido, tan gaditano, tan extrañado por tantos, es la
marca de esta parroquia:
“A esto
sale ahora, en el fondo,
porque
el Kichi, el muy granuja,
va a
por Teo y por la Colombo;
o sea,
una caza de brujas.”
No
falta una crítica hacia el Carnaval, desde el Carnaval, por su incívicos
comportamientos:
“Es que
entre el Kichi y la Teo
hay
pocas similitudes,
excepto
en el Carnaval,
que sigue
transcurriendo igual:
en
hedor de multitudes.”
Incardina
perfectamente con está polémica, fe y ciencia (o verdad) una crítica contra las
costumbres:
“(…)
como el
que come jamón
y dice
que es vegetariano.”
No
puede haber mejor final a un Romancero genial, que reúne todas las calidades,
todos los elementos y toda la tradición, que:
“Ya se
podéis irse en paz
que la
misa ha concluido.
Por
nuestra parte ya está
todo el
pe[s]cado vendido.”
©Pablo
Martínez-Calleja, 2017
Buenízimos
ResponderEliminarPodéis irse en pá
Demos gracias al señor, o señora.
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