Ha
sido, la verdad, pura casualidad, que cuando a la crítica oficial se le ocurre
premiar la tradición en el carnaval, yo me pongo a hablar de teatro conceptual.
Sí, teatro conceptual en las calles de la tacita. Ninguna novedad. Para que
haya gente que diga que lo que pasa en el Carnaval de Cádiz no es nada más que
‘guasha’ y que ningún gasto en investigación debería autorizarse…
Para
mí, que soy nuevo en plaza, el antecedente más impresionante de teatro
conceptual en el Carnaval de Cádiz son Las Diógenes con su “Te la tengo
sentenciá”:
Un
soberbio trabajo de letra y música, carnaval conceptual, que a mis ojos podría
ser relativamente amable, comparándolo con el ‘accionismo vienés’ de los
sesenta y setenta, pero que para muchos devotos de la Semana Santa y sus
procesiones pudiera haber resultado tan chocante como todo lo hecho por Hermann
Nitsch, Otto Muehl, etc. (en
este link aparecen imágenes muy impactantes y que pueden herir sensibilidades).
Sigo la
norma de solo escribir entradas en el blog sobre lo que, en primer lugar, he
visto en la calle, porque considero que el Carnaval de Cádiz es literatura
oral, luego fijada al papel. Por esta razón, mis menciones a Las Diógenes de
2014 tienen solo un fundamento: el respeto a su magnífico trabajo y la
necesaria contextualización de lo que después he podido, sí, observar con mis
propios ojos en las calles.
“Las
monstruas del carnaval” ofrecen una letra de actualidad temática rabiosa como
quizá ninguna otra en las calles en 2015 (“Pa librá esta tierra de Sevillano /
he sacao este tipo tan gaditano: / Una fantasía de pierronismo / tornasolado
consigo mismo. (…); una escenografía mamarracha, como al Carnaval de Cádiz le
puede agradar, todo improvisado, sin ensayar y con una estética alejada de convencionalismos
formales ad hoc.
La
sensación que se tiene es que se va entendiendo de qué va el asunto a medida
que se va avanzando en la escucha del romancero-carnaval-conceptual, pero que
hasta el final no se entiende cabalmente. En las letras de muchas otras
agrupaciones se van alcanzando, es lo más habitual, pequeños objetivos donde el
público va encontrando significado y razón, o no, para seguir escuchando. Aquí
estaríamos en un carnaval ‘contra-el-público’, seguramente a la manera
brechtiana.
A la
hora de entender o analizar la letra dicha, luego escrita, probablemente
debemos siempre tener en cuenta su carácter de texto improvisado, para no ser
injustos en la exigencia de calidad. Una letra mamarracha, vaya. Pero que
mantiene un discurso coherente, lleno de significado, y en el contexto claro de
diálogo entre el Carnaval ilegal y el carnaval oficial del Gran Teatro Falla.
Una
letra, la de Las monstruas del carnaval, no solo ácida sino hiriente contra los
absurdos y el vacuo carnaval profesional (“(…) Hoy estrenamos la comparsa / ma
tocao un día mu malo. / Fíjate si tiene guasa / solo canta gente de afuera / y
pa colmo es el madri barsa."). Referencias a la retórica, pero con función
de látigo contra necios, como en “No entendéis mis pleonasmos/ no está pa la
boca del asno / hecha la miel (…)”. O críticas a la ‘esencia misma del
carnaval’: “Y aquí me tiene otro año / más caletero que nunca / a ritmo de tres
por cuatro / pa poner vellos de punta…” Letra que, en una burla definitiva ya
dice:
“Y
volver, volver, volver…
¿¿¿¿¿Volver????
¿He
escuchado por ahí volver?
Yo no
pensaba volver
Yo
estaba bien, no iba a volver…
Pero
habéis pedido volver…
¡¡¡¡Pues
claro que sí!!!!”
Todos
los elementos propios del carnaval están incluidos y sería ocioso ir punto por
punto, para eso está el libreto o el vídeo que, a continuación, pego a esta
entrada.
Termino
con el comienzo. Los críticos (yo no lo soy) han entregado su premio, “por
su reivindicación de la comparsa tradicional”, a la comparsa ¡Qué penita de
comparsa!. Mi enhorabuena a los premiados, sin duda.
Llama la atención, sin embargo, que la crítica
apueste por la tradición (el pasado) en lugar de por el futuro y la renovación.
Otorgar un premio con este razonamiento es casi como reivindicar que Cádiz siga
construyendo barcos de madera para transportar contenedores. No se pierda de
vista que el Carnaval es un sector económico nada despreciable para Cádiz,
también.
Pero bueno, el campo no tiene puertas y las calles
de Cádiz son el Silicon Valley de su carnaval (Chícharron Valley…). El
desprecio por el hecho cultural inmenso que no pocas veces he percibido en
Cádiz, y sobre su carnaval, contrasta con la importancia que tiene y con la
aportación de presente y futuro que puede favorecer a la ciudad y a sus gentes.
Un país como Alemania (o Colombia) toma el carnaval muy en serio y supone un
importante sector económico, presente incluso en canales suprarregionales (wdr)
de televisión.
Una vez
más cito con gusto a El Selu con uno de los cuplés, para mí, más grandes del
carnaval de Cádiz. Y el que coja la ironía, pa’el:
©Pablo
Martínez-Calleja
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