miércoles, 4 de marzo de 2015

Las monstruas del carnaval y el ‘carnaval conceptual’

Ha sido, la verdad, pura casualidad, que cuando a la crítica oficial se le ocurre premiar la tradición en el carnaval, yo me pongo a hablar de teatro conceptual. Sí, teatro conceptual en las calles de la tacita. Ninguna novedad. Para que haya gente que diga que lo que pasa en el Carnaval de Cádiz no es nada más que ‘guasha’ y que ningún gasto en investigación debería autorizarse…

Para mí, que soy nuevo en plaza, el antecedente más impresionante de teatro conceptual en el Carnaval de Cádiz son Las Diógenes con su “Te la tengo sentenciá”:


Un soberbio trabajo de letra y música, carnaval conceptual, que a mis ojos podría ser relativamente amable, comparándolo con el ‘accionismo vienés’ de los sesenta y setenta, pero que para muchos devotos de la Semana Santa y sus procesiones pudiera haber resultado tan chocante como todo lo hecho por Hermann Nitsch, Otto Muehl, etc. (en este link aparecen imágenes muy impactantes y que pueden herir sensibilidades).

Sigo la norma de solo escribir entradas en el blog sobre lo que, en primer lugar, he visto en la calle, porque considero que el Carnaval de Cádiz es literatura oral, luego fijada al papel. Por esta razón, mis menciones a Las Diógenes de 2014 tienen solo un fundamento: el respeto a su magnífico trabajo y la necesaria contextualización de lo que después he podido, sí, observar con mis propios ojos en las calles.

“Las monstruas del carnaval” ofrecen una letra de actualidad temática rabiosa como quizá ninguna otra en las calles en 2015 (“Pa librá esta tierra de Sevillano / he sacao este tipo tan gaditano: / Una fantasía de pierronismo / tornasolado consigo mismo. (…); una escenografía mamarracha, como al Carnaval de Cádiz le puede agradar, todo improvisado, sin ensayar y con una estética alejada de convencionalismos formales ad hoc.


La sensación que se tiene es que se va entendiendo de qué va el asunto a medida que se va avanzando en la escucha del romancero-carnaval-conceptual, pero que hasta el final no se entiende cabalmente. En las letras de muchas otras agrupaciones se van alcanzando, es lo más habitual, pequeños objetivos donde el público va encontrando significado y razón, o no, para seguir escuchando. Aquí estaríamos en un carnaval ‘contra-el-público’, seguramente a la manera brechtiana.
A la hora de entender o analizar la letra dicha, luego escrita, probablemente debemos siempre tener en cuenta su carácter de texto improvisado, para no ser injustos en la exigencia de calidad. Una letra mamarracha, vaya. Pero que mantiene un discurso coherente, lleno de significado, y en el contexto claro de diálogo entre el Carnaval ilegal y el carnaval oficial del Gran Teatro Falla.



Una letra, la de Las monstruas del carnaval, no solo ácida sino hiriente contra los absurdos y el vacuo carnaval profesional (“(…) Hoy estrenamos la comparsa / ma tocao un día mu malo. / Fíjate si tiene guasa / solo canta gente de afuera / y pa colmo es el madri barsa."). Referencias a la retórica, pero con función de látigo contra necios, como en “No entendéis mis pleonasmos/ no está pa la boca del asno / hecha la miel (…)”. O críticas a la ‘esencia misma del carnaval’: “Y aquí me tiene otro año / más caletero que nunca / a ritmo de tres por cuatro / pa poner vellos de punta…” Letra que, en una burla definitiva ya dice:

“Y volver, volver, volver…
¿¿¿¿¿Volver????
¿He escuchado por ahí volver?
Yo no pensaba volver
Yo estaba bien, no iba a volver…
Pero habéis pedido volver…
¡¡¡¡Pues claro que sí!!!!”

Todos los elementos propios del carnaval están incluidos y sería ocioso ir punto por punto, para eso está el libreto o el vídeo que, a continuación, pego a esta entrada.


Termino con el comienzo. Los críticos (yo no lo soy) han entregado su premio, “por su reivindicación de la comparsa tradicional”, a la comparsa ¡Qué penita de comparsa!. Mi enhorabuena a los premiados, sin duda.

Llama la atención, sin embargo, que la crítica apueste por la tradición (el pasado) en lugar de por el futuro y la renovación. Otorgar un premio con este razonamiento es casi como reivindicar que Cádiz siga construyendo barcos de madera para transportar contenedores. No se pierda de vista que el Carnaval es un sector económico nada despreciable para Cádiz, también.
Pero bueno, el campo no tiene puertas y las calles de Cádiz son el Silicon Valley de su carnaval (Chícharron Valley…). El desprecio por el hecho cultural inmenso que no pocas veces he percibido en Cádiz, y sobre su carnaval, contrasta con la importancia que tiene y con la aportación de presente y futuro que puede favorecer a la ciudad y a sus gentes. Un país como Alemania (o Colombia) toma el carnaval muy en serio y supone un importante sector económico, presente incluso en canales suprarregionales (wdr) de televisión.

Una vez más cito con gusto a El Selu con uno de los cuplés, para mí, más grandes del carnaval de Cádiz. Y el que coja la ironía, pa’el:


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