viernes, 6 de marzo de 2015

“Tó tengo que hacerlo yo"

Fue la primera vez, durante esas semanas que viví en Cádiz, que vi a la presidenta de la alcaldía por las calles, cercana, dicharachera, exigente y un poco arrogante ante las dudas de algunos… habitantes sobre todas sus habilidades y desvelos por la “Ciudad que funciona”: (en modo mimo) “Y pa que me comáis el coño”.

“¡Porque lo ha hecho yo sola!
¿Qué no os lo creéis, canallas?
¿Po no os creéis las noticias
que publico en las pantallas?


Salió a la puerta de la sede municipal a departir con el público que, a diferencia de ‘los carajotes / dando por culo en el pleno’, está dispuesto a escucharla. Y se viene arriba, esta figura fina, de mano de hierro y coraza de ostra: “Mmm, ley mordaza / ojú qué patá en la boca.”

Ana López en estado puro, me permito así percibirlo. Un monólogo pasional, teatrero y teatral, nacido de las mismas vísceras de Valle Inclán y con apostura anti-carnaval. Impresionante romancero, una maravilla que también fuera de Cádiz se entendería: carnaval universal en la cultura hispánica.


Sí, hay un carnaval que se alimenta de sí mismo y en sí mismo agota su función: el-carnaval-válvula-de-escape. El carnaval que es rito, pero ¿qué rito? Por eso hablar de anti carnaval cada vez me interesa más. Para chocar con esa idea de ritual que perpetúe el concepto, todavía vigente para demasiados, de que basta con explayarse: se gritó, se bebió, nos vamos a la Cuaresma…

Ana López, como varios otros, como “Espero que te gurtel”, aspiran a un carnaval cuya sátira, látigo de conciencias, ayude a construir otra sociedad. Un carnaval que no sirva, solo, para desatar las libertades bajo el cinturón sino para reactivar las responsabilidades sobre la línea del cinturón.
Se preguntaba Kurt Tucholsky qué se le debe permitir a la sátira, y se respondía que todo. Y Ana López se permite una sátira total, inteligente, carnavalesca, inclusiva para con el público, pero sin soltar la fusta, sostenida firmemente, en una escena absolutamente embriagadora, teatralmente hablando: “Y pa que me comáis el coño”, dicho sin pronunciar ni una sola palabra.

Un texto rico en léxico, en humor, en teatralidad, en imaginación; sus palabras permiten estar en el puente subidos a las dovelas; con sus palabras se siente cómo arden de las quemaduras por haber lanzado los fuegos artificiales con sus propias manos; bajamos por las columnas como si fuéramos los bomberos en una salida de emergencia con ella.

La alcaldesa es la ubicuidad misma y, como ya en el también impecable texto de “Las Jackies”, aparece como la figura mitológica de Eos ó Aurora, bien ‘tirando los fuegos artificiales’, bien ‘encendiendo los plomillos en eléctrica gaditana”. También El Selu lo refería, de otro modo más pedestre, en aquel cuplé.

Es muy notable cómo Ana López presenta el carácter manipulador de la alcaldesa y su habilidad extrema para que hasta lo peor, no ya lo malo, sea presentado como un gran acto de su política:

“El puente nos traerá
el progreso a la Bahía
es bueno para el turismo
bueno para la economía.

Será más fluido el tráfico
pa ponérselo más fácil
a toda la juventud
que se está yendo de Cádiz.”

Es un tema recurrente en Ana López su tristeza y su denuncia ante lo que nuestra juventud tiene que vivir, y se siente el dolor que quiere expresar, por ejemplo cuando ironiza contra la primera concejala:

“Si es sábado, voy un rato
y hago bulto en el Nahú
pa que no diga la gente
que en Cádiz no hay juventud”

Yo me la encontré delante de un garaje, en La Viña, para que digan luego que la presidenta de la alcaldía no está en todas partes ni a todas horas del día.



©Pablo Martínez-Calleja

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