Sí,
acumulo como ya dicho todo lo escrito antes sobre los romanceros y paso,
directamente, a comentar algo sobre otra monstrua del carnaval: Rocío Segovia.
Ya
dijimos una vez que en las calles de la tacita hay gentes y agrupaciones que
resultan imprescindibles porque nos dejan, siempre, muy buenos sabores de los
sinsabores que nos relatan, con tanto brío y tanto tino, que de todos los años
salimos vivos.
Rocío,
este año, salió a las calles por partida doble, y volvió a desenmarañar su
alma, su casa noble, por entre la reja de su luto para entregarse al carnaval,
y a un muchacho depilado que, la verdad, al principio le sentó fatal. Ella dice
que por faltarle el pelo, en realidad por ser sevillano para poder ponerle un
pero…
Una
letra, otra vez un monólogo teatrero y teatral, muy carnavalero, muy
intracarnaval, con referencias enormes, con una historia viva de todo lo que
entre los papelillos pasa, pasó y está pasando. Lo que pasará también se
atisba.
Enmendarle
la plana a Lorca, ahí es nada, ponerse a inventar a una Adela, llena de poca vergüenza,
de furia contenida y que, como no puede más, se lanza a perdida.
Referencias
al carnaval (Paco Alba, un cuplé de Los cubatas, etc.), referencias a la
injusticia social (“(…) Aquí tengo, de un mechero, / que le compré a una
rumana.”).
Cuenta
una historia, una historia de verdad, una historia bien hilada de una alma
deshilachada y de una joven que no soporta la Cuaresma de un luto excesivo y se
lanza al carnaval de don Carnal sin pelos...
Texto
magnífico, impresionante representación carnavalera, desvergonzada, fresca,
cultivada. Y el mundo al revés tan propio del carnaval: ‘él una barbi, yo el
Alemania’.
Los dos
mundos en tensión de don Carnal y doña Cuaresma, con esas magníficas y
desvergonzadísimas oraciones de la confusión más humana:
“Dios
bendito y alabado
- me la
coge con las dos manos.
Con el
ángel San Miguel
- me la
coges del revés.
Con su
espada justiciera
- por
detrás te cabe entera
¡Alabado
sea Dios!
- ¡te
la meto del tirón!”
Alguien,
fuera de contexto, pudiera argüir que estas cuartetas, u otras, son pura
elementariedad. Bueno, en todo caso serían elementariedad cultural católica.
Pues que el carnaval es catolicismo, represión de todo lo carnal, válvula de escape
a toda esa represión organizada por Roma. Decíamos en una entrada anterior que
ese carnaval ya no existe. Así lo creo, aunque haya mucha gente que lo siga
viviendo, sin embargo, en su forma ritual ‘antigua’.
Estas
cuartetas son la celebración, seguramente, de la liturgia ritual del carnaval ‘antiguo’
para darle marco de carnaval a la fiesta que se celebra. Y una burla y sátira,
un ataque al carnaval desde el carnaval.
Quien
repase este texto, o varios otros, encontrará poesía e inteligencia, literatura, artefacto
humorísitco, siempre complicado de conseguir. Un texto magnífico, por cierto,
este que nos ocupa.
©Pablo
Martínez-Calleja, 2015
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