Se
consolida un humor y un uso de la lengua que, claramente, no solo es renovador
del Carnaval sino de la cotidianeidad. El Carnaval es catarsis, cambio y
renovación desde la consciencia de lo que decimos y, por tanto, de lo que
somos.
Fueron
las mujeres florero las traídas a la escena por Las Jackies, son ahora las
encerradas en los márgenes de la vida, de la economía y de la educación las que
han sacado, las Ginesta y toda su gente, de entre los barrotes de la prisión.
Sí, las presas han salido para hablarnos de todas sus cuitas.
No dan
puntada sin hilo, ni traspiés sin sentido. Penetran en el idioma de
los-hombres-del-carnaval-y-de-la-tradición, pero hasta si dicen “Cinco y por el
culo te la hinco” te están haciendo preguntarte, con risas y sonrisas, sobre la
necesidad de expresiones tan elementales como primitivas.
Sin
ingenuidad,
“Vi a
un tío mortal, me dejó flipá,
vestido
de nacional.
Yo
pensé, esta es la mía,
por fin
mis amigas
me han
hecho una despedida.”
Por un
lado queda claro que cualquier mujer y cualquier hombre en nuestros tiempos
puede desear, y expresarlo, su deseo sexual por otra persona. Pero al mismo
tiempo, en el contexto que Las talegueras tejen para nosotr@s, se llama la
atención sobre esta moda de arreglarle a otros la satisfacción de determinadas
fantasías sexuales. No nos proponen pensar en ello desde su premisa moral sino
simplemente llamar la atención sobre ello, allá cada uno, después, con los
resultados de sus risas.
Así
como un giño a la legitimidad de que cada quien busque, y encuentre,
satisfacción en sus conductas sexuales, con la única condición del acuerdo y el
consentimiento. El giño de humor es genial y despierta la inmediata complicidad
con ellas y con el Mundo, con el Mundo de las cosas reales, nos gusten o no nos
gusten:
“Le
dije: he sido muy mala,
me va a
esposar
y me va
a dar tras tras.”
Crítica
a las costumbres:
“Tú,
ponte ahí. Foto de perfil,
sin
filtro y sin repetir.”
La
carta a “su querido Manolo” pone de relieve esa dependencia emocional que puede
producirse y bajo la que muchas mujeres, no empoderadas, todavía sufren. Aunque
sea cierto que algunos hombres pudieran sufrirlo también. Pero es una carta a
Manolo que es de despedida, por fin, de empoderamiento, de regreso al dominio
de la propia vida.
La
partida de parchís es toda una chirigota, en realidad, donde no solo la risa y, sobre todo, la sonrisa
sino la poesía y la reflexión filosófica quedan representadas:
“Y me
encuentro, cada tarde
en el
punto de partidaaaaaaaaaaaa.”
El
climax se alcanzará gracias a las habilidades con Clitorito, su reivindicación
de la parte más escondida, menos atendida y más gustosa (para muchas mujeres),
tabú también en nuestra cultura (y no solo en las culturas africanas
amputadoras…).
La
burla amable contra “las malas lenguas” y el asentimiento discreto de mucho
público asistente, nos ponen en situación para una clase magistral de cultura
sexual: la ignorancia en cultura sexual es mastodóntica todavía.
Magnífico
trabajo, teatralidad absoluta, humor, risas y sonrisas, y muy buena música.
Trabajo exquisito de mujeres del Carnaval de Cádiz para el Mundo.
©Pablo Martínez-Calleja
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