viernes, 12 de febrero de 2016

Las talegueras, y ni una cuarteta pa'tirar...


Se consolida un humor y un uso de la lengua que, claramente, no solo es renovador del Carnaval sino de la cotidianeidad. El Carnaval es catarsis, cambio y renovación desde la consciencia de lo que decimos y, por tanto, de lo que somos.



Fueron las mujeres florero las traídas a la escena por Las Jackies, son ahora las encerradas en los márgenes de la vida, de la economía y de la educación las que han sacado, las Ginesta y toda su gente, de entre los barrotes de la prisión. Sí, las presas han salido para hablarnos de todas sus cuitas.

No dan puntada sin hilo, ni traspiés sin sentido. Penetran en el idioma de los-hombres-del-carnaval-y-de-la-tradición, pero hasta si dicen “Cinco y por el culo te la hinco” te están haciendo preguntarte, con risas y sonrisas, sobre la necesidad de expresiones tan elementales como primitivas.

Sin ingenuidad,

“Vi a un tío mortal, me dejó flipá,
vestido de nacional.
Yo pensé, esta es la mía,
por fin mis amigas
me han hecho una despedida.”

Por un lado queda claro que cualquier mujer y cualquier hombre en nuestros tiempos puede desear, y expresarlo, su deseo sexual por otra persona. Pero al mismo tiempo, en el contexto que Las talegueras tejen para nosotr@s, se llama la atención sobre esta moda de arreglarle a otros la satisfacción de determinadas fantasías sexuales. No nos proponen pensar en ello desde su premisa moral sino simplemente llamar la atención sobre ello, allá cada uno, después, con los resultados de sus risas.

Así como un giño a la legitimidad de que cada quien busque, y encuentre, satisfacción en sus conductas sexuales, con la única condición del acuerdo y el consentimiento. El giño de humor es genial y despierta la inmediata complicidad con ellas y con el Mundo, con el Mundo de las cosas reales, nos gusten o no nos gusten:

“Le dije: he sido muy mala,
me va a esposar
y me va a dar tras tras.”


Crítica a las costumbres:

“Tú, ponte ahí. Foto de perfil,
sin filtro y sin repetir.”

La carta a “su querido Manolo” pone de relieve esa dependencia emocional que puede producirse y bajo la que muchas mujeres, no empoderadas, todavía sufren. Aunque sea cierto que algunos hombres pudieran sufrirlo también. Pero es una carta a Manolo que es de despedida, por fin, de empoderamiento, de regreso al dominio de la propia vida.

La partida de parchís es toda una chirigota, en realidad, donde no solo la risa y, sobre todo, la sonrisa sino la poesía y la reflexión filosófica quedan representadas:

“Y me encuentro, cada tarde
en el punto de partidaaaaaaaaaaaa.”


El climax se alcanzará gracias a las habilidades con Clitorito, su reivindicación de la parte más escondida, menos atendida y más gustosa (para muchas mujeres), tabú también en nuestra cultura (y no solo en las culturas africanas amputadoras…).

La burla amable contra “las malas lenguas” y el asentimiento discreto de mucho público asistente, nos ponen en situación para una clase magistral de cultura sexual: la ignorancia en cultura sexual es mastodóntica todavía.

Magnífico trabajo, teatralidad absoluta, humor, risas y sonrisas, y muy buena música. Trabajo exquisito de mujeres del Carnaval de Cádiz para el Mundo.

©Pablo Martínez-Calleja

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