Como es
sabido, el Carnaval no es otra cosa que una válvula de escape que el mundo
católico tolera antes del comienzo de la Cuaresma. Como consecuencia, el
Carnaval forma parte del calendario litúrgico cristiano.
El
cristianismo sigue la tradición del calendario lunar del judaísmo. La
celebración de la Pascua de Resurrección, durante mucho tiempo, se celebró en
la misma fecha que la Pascua Judía, que conmemora el éxodo de los israelitas de
Egipto. Esto se hacía el día 15 del mes de Nisan atendiendo a la constelación
de Aries y sin esperar a la primera luna llena después del equinoccio de
primavera.
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En el
concilio de Nicea, 325, se estableció que la Pascua se celebrara el mismo día
en toda la cristiandad, que fuera en domingo, que fuera el primer domingo
después del primer plenilunio y que se trasladara al domingo siguiente si
coincidía con la Pascua Judía.
Este es
el motivo de que el calendario litúrgico esté contando, insistentemente, hacia
delante y hacia atrás. Si sabemos cuál es el Domingo de Resurrección, primer
domingo después de la primera luna llena de primavera, empezamos a contar hacia
atrás, hasta llegar al domingo anterior al Domingo de Resurrección: Domingo de
Ramos. Desde el domingo de Ramos hay que contar cuarenta días hacia atrás,
hasta llegar a un miércoles, el Miércoles de Ceniza, día en que se celebra el Entierro de la Sardina y así termina el Carnaval tradicionalmente. El jueves
anterior sería el comienzo del Carnaval. El antecomienzo del Carnaval seguirá en las próximas entradas.
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Bien es
cierto que el calendario del Carnaval de Cádiz varía del anterior, y termina en
Cambalache el sábado víspera del primer domingo de Cuaresma. Al que se añade el
Carnaval chiquito el segundo fin de semana de Cuaresma (del mismo modo que también
se celebra un Corpus chiquito).
En
definitiva, luna llena es noche de luz, noche iluminada…
