domingo, 16 de marzo de 2014

El carnaval chiquito

Hoy se acaba el carnaval, el de los más ‘jartibles’, el de los incombustibles. Se le han arrancado a la Iglesia semana y media de cuaresma. Las gentes se resisten a la escenificación del sufrimiento y del dolor después de que el carnaval ya supusiera la victoria sobre la muerte. Es como si hubiera dos carnavales, uno detrás del otro, que dicen lo mismo pero de otra manera. El carnaval fiesta de invierno, triunfo de la primavera sobre la muerte de la Tierra, durante el invierno; y la cuaresma y semana de pasión, que culmina con el domingo de resurrección, triunfo de la vida sobre la muerte injusta, sobre el sufrimiento y el dolor.

Pero es difícil, como decía, después de haber triunfado sobre la muerte tener que volver a hundirse en ella, y de forma aún más poderosa. El Poder de las fiestas de invierno es folclórico, anecdótico en principio; la semana de la pasión y muerte es bastante menos folclórico. Sobre todo porque hasta tiempos recientes ha sido incluso tutelado por el Estado y su violencia, y ello durante siglos.

Como digo, el tira y afloja del carnaval y la cuaresma no es solo que el carnaval se adentre en la cuaresma. Al día siguiente de llegar a Cádiz entré en la Iglesia de San Francisco y vi la sombra de la cuaresma acechando sobre el carnaval. En los pasos expuestos y ya preparados, en las capillas, en las velas. Seguramente se trata solo de una lucha de lo pagano y lo cristiano, que los no contrarreformistas, los protestantes, resolvieron de otro modo. Decir que los protestantes no tienen carnaval y ellos se lo pierden es, sin embargo, relativamente pobre e ingenuo. Y como el mundo está hecho de contradicciones diré que a mí me gusta el carnaval pero no me gusta el contrarreformismo: vamos, un imposible.


Claro, hoy la fiesta, en Cádiz y otros lugares, no es el carnaval del Pirineo, precristiano y fiesta de invierno. El carnaval de Cádiz se ha transformado en ser la victoria de la libertad, porque la no libertad es otra forma de morir. Si por la boca muere el pez, ¿recuerdan los más mayores cómo nos educaba la dictadura?, el gaditano no quiere morir.



© Pablo Martínez-Calleja, Lüneburg 2014

miércoles, 12 de marzo de 2014

Una noche que pasé con Guatifó

El carnaval de Guatifó no es una escenificación, es un carnaval vivido y vívido; es un carnaval transmitido y ante el que al público se nos ofrece el privilegio de disfrutar de la juerga  que se traen estos artistas de la risa y la sonrisa. Cumplen, además, con una condicio-sine-qua-non: reirse de sí mismos.

Llegué a las 8 de la tarde a la tienda Onda, donde había quedado con Juan Romero, "Caracol". Un bar común y corriente donde la parroquia, acodada a la barra, miraba un concurso de televisión de ese saber anecdótico que parece que tiene tanto éxito. Al que perdía se lo tragaba la tierra literalmente. Luego vi a Juan, me saludó y entramos en conversación y entrevista. Me asombró que aquel fuera lugar de encuentro de estos genios, pero enseguida comprendí que el carnaval es una realidad histrionizada.

Del bar y la tele nos fuimos a su local de ensayos y recuerdos. Volvía a ser un lugar común y corriente, en principio. No lo era, cruzar el umbral de aquella puerta era acceder a otra realidad. La realidad de ese grupo de amigos, que llevan años juntos y no dejan ni un minuto de vacilar y de vacilarse. El único elemento deudor del teatro que yo vi fue el famoso espejo perimetrado de luces.

Allí, en la pared de la derecha, tomado desde la puerta, está el forillo de "Ser o no ser"; esparcidos por todas partes las placas distintivas y los gorros y otros elementos que fueron marcando la historia del arte en Cádiz. En un armario, al fondo, iban desapareciendo las ropas de civil… y llegaron los langostinos y las cañadillas. Mi memoria ya estaba embotada y resultaba absurdo tratar de retener la cantidad de genialidades que yo escuchaba sin cesar. Pedí permiso para hacer fotos, que no publicaré, naturalmente, sin su permiso.

Yo llevaba varios meses siguiendo a Guatifó por YouTube ("La G.I.A.", "El Gran Circo"). La tarde del 6 de marzo saludo por WhatsApp a Jose Mari Acosta y me contesta: "Pues esta noche hay concurso de coplas en La Viña, pero si quieres ver algo bueno acércate al bar Cambalache." Solo sabía que Jose Mari me aconsejaba ver algo bueno y yo iría allí: no hay que saberlo todo, la vida está hecha de secretos. Aunque el secreto se desvaneciera (porque el Carnaval de Cádiz es un pueblo construido de emociones muy a flor de piel, de entusiasmos y de bulla) cuando les dije a "Las niñas de la curva" que no podría quedarme en el Pay Pay porque me iba al Cambalache. Me alegré, entonces, doblemente, y me emocioné por la recomendación de Jose Mari.


© Pablo Martínez-Calleja, 2014

La música me cautivó y la palabra me hizo sonreír. Los Guatifó fueron los primeros que me hicieron atender a la música y no solo a la palabra. El diálogo gestual entre ellos y con el público, reafirmando o ampliando su palabra, añadía el elemento corolario de su forma de ser, de su hacer, al escenario. No cabía duda: son unos maestros de la sonrisa y la emoción.
En aquel escenario reencontré a Les Luthiers en forma de violón, magistralmente interpretado (que suena de verdad, sin motor...), y los ritmos caribeños. Y escuché las genialidades renovadas de Tip y Col en la boca de Antonio Devon, en unos diálogos estupendos con Manuel Padilla.
Si dicen que primero se construye la música, con textos de medida, o con números, y luego se encaja el texto: ¿Y esos textos geniales? El cuplé de las gaviotas, por ejemplo, inmediatamente me situó en Nordernay cuando mi hija era pequeña y una gaviota le arrebató, limpiamente, el bocadillo de la mano en la playa.
Aunque sobre textos haya más que decir y yo no sepa, todavía, muy bien si hay homofobia en muchas chirigotas: creo que sí… Y creo que es una deuda que hay que saldar, como la del machismo, con la cultura a la que pertenecemos.

Tras los langostinos y las cañadillas comenzó el maquillaje ante el espejo. Luego quedaba por afinar alguna cosa que todavía no terminaba de gustarles y que querían modificar. Me asombró, realmente, el nivel de perfeccionismo con el que se manejan, al mismo tiempo que la indulgencia que practican unos con otros ante cualquier error. Me gustó ver que son un grupo unido.

Salimos a la calle y nos fuimos a la tienda Onda, en la calle Isabel la Católica. Era imposible llegar hasta el portal que iban a convertir en escenario. En seguida se dieron cuenta y me metieron entre ellos para que no me perdiera entre el público y pudiera llegar con ellos. Pude hacer algunas fotos, grabar algún audio. Aunque sobre todo se trataba de vivirlos de cerca. Cuando más tarde lo comentaba con Luis Lázaro nos asombrábamos los dos de cómo todos estos carnavalistas callejeros, e ilegales, quieren tener al público pegado a sus caras; no quieren distancia sino una cercanía extrema con el público. Como si les diéramos el aire para respirar.

Es emocionante ver la caras de alegría profunda, las sonrisas y las risas de la gente que les escucha. El relajo que consiguen para su público (que lo he visto también con otras agrupaciones en la calle y creo que es el carnaval en estado puro).

Luego de cantar hubo jamón y otras carnes y yo tuve que decir que no como carne. Seguramente, ha sido la primera vez que unos recién conocidos, en España, no se ríen de mí porque no como carne, ni se burlan ni hacen chistes. Inmediatamente buscaron sobre la mesa lo que yo podía comer (pescado) y me lo ofrecieron. Tras la cena quise despedirme de ellos pero me llevaron al casino gaditano y pude, entonces, conocer una cena de carnaval (eso que en Alemania se llamaría una Karnevalsitzung…). Me gustó, y se lo dije, que hicieron exactamente el mismo espectáculo que acababa de ver en la puerta de un portal.

© Pablo Martínez-Calleja

2014, mi primer carnaval de Cádiz: "Son de Guatifó"



Esto fue en 2013: "Gran Casino Guatifó"



Esto fue en 2012; "Universitati Guatiforum"



Esto fue en 2011: "Banca Guatifó"



Esto fue en verano, en 2010: "El día del Señor"



Esto fue en 2009: "La G.I.A. (Guatifó Intelligence Agency)"



Esto fue en 2008: "Los diplomáticos de la República de Guatifó"



Esto fue en 2007: "Gran Circo Guatifó"



Esto fue en: "Camerata Guatifó"



Esto fue en: "Los que fuman en el balcón"





Esto fue en 2003: Los sibaritas"
https://www.youtube.com/watch?v=6zF9XMVZbBY

Esto fue en 2002: "Los alegres divorciados"
http://www.youtube.com/watch?v=5rjlU5L2cKw
http://www.youtube.com/watch?v=ldlTx7xcIio

Esto fue en 2001: "Los fantasmas"
http://www.youtube.com/watch?v=y2DtQdVoQew
https://www.youtube.com/watch?v=pVrYtZaJhxQ&list=PL832C3B8E31D68EDF
http://www.youtube.com/watch?v=HhtK9cJ8ivo
http://www.youtube.com/watch?v=baLPJq8p_b4

Esto fue en 2000: "Los curas de pueblo"
http://www.youtube.com/watch?v=eg4eHwiQxgs

Esto fue en 1999: “Los Guillermitos“
http://www.youtube.com/watch?v=s4B99nrz_ho
http://www.youtube.com/watch?v=bQw-FPWG7SQ
http://www.youtube.com/watch?v=trzvfmIPUDM
http://www.youtube.com/watch?v=n68DIJG4Dr0

Esto fue en 1997: Los paparazzi
http://www.youtube.com/watch?v=lextFE4UOQA
http://www.youtube.com/watch?v=dHhx3qFRf2M
http://www.youtube.com/watch?v=W0k3OuSDCYQ

Esto fue en 1996: "Los astronautas españoles"
http://www.youtube.com/watch?v=XO7fYYvjaBo
http://www.youtube.com/watch?v=3tx9dtNS7n4
http://www.youtube.com/watch?v=Qx4Lm8Q4iFQ

Esto fue en 1995: Los hermanos Brother
http://www.youtube.com/watch?v=lQIer7Le5_c

Esto fue en 1994: Los volteretas
http://www.youtube.com/watch?v=qw-0Tu0QTD4

Esto fue en 1993: Los hijos secretos de Lola Flores
http://www.youtube.com/watch?v=eZZzdph-XFw
http://www.youtube.com/watch?v=qw-0Tu0QTD4

Esto fue en 1986: "Los cubatas"
http://www.youtube.com/watch?v=k1YgYxp_oZ0
http://www.youtube.com/watch?v=OC_oeJoc2hA
http://www.youtube.com/watch?v=DkAjG1Rcz5A



Esto fue en 1982: "Los cruzados mágicos"




http://www.youtube.com/watch?v=yB6MYS4TDj4
http://www.youtube.com/watch?v=a1xHSfX1twE



martes, 11 de marzo de 2014

Empecemos por el final

Porque por el principio es imposible. En la vida atribulada de Cádiz, recorriendo el carnaval por sus calles como el que, a toda velocidad, desciende un alambique como si fuera un tobogán es imposible sentarse a escribir nada. Tomar nota y notas sí, o grabarlas cuando pluma y papel no aportan las condiciones de velocidad y eficiencia que la actividad impone.  Hay tanto que ver, que escuchar, que preguntar: hay tanto que aprender.

Necesito mirar ahora hacia atrás y ver lo que se me ha ido alojando en el alma, entre las arrugas de la piel y en el corazón cada vez que salía de la casa, a la que siempre regresaba cargado de impresiones, de fotos, de informaciones, de sorpresas.

Me he topado con gente amable, con la excepción de una única persona. Estoy pensando en personas anónimas que me contaron muchas cosas para mí desconocidas, gente sencilla de Cádiz que sabe de su ciudad y de su tradición; pude hablar con Marta Ginesta, que me dio un par de apuntes por donde podré seguir; empecé a conversar, sin saberlo, con el mismísimo hijo de Macía Rete.

Venir a Cádiz fue disfrutar de la ocasión de conocer a Pepe Trola en el aeropuerto de Barcelona. Todos esperábamos nuestro turno para subir al avión pero él estaba muy ocupado, porque su tiempo es oro. Mientras todos hacíamos cola, él, pum, pum, pum, del tirón, se puso delante, con su chaqueta gris clarito de lana, bien entallada, bien marenga, y para disimular se puso a silbar. Ustedes pensarán que he leído demasiado a El Selu, pero si no tengo las fotos, o un vídeo, es solo porque esas vivencias dan para vivirlas y no para filmarlas.
No cabía en mí de gozo, debo admitirlo, por haber encontrado al personaje como persona, quizá personaje de sí mismo. Más tarde, saliendo desde una perpendicular, encontraría en la calle Ancha a “Yo, lo que diga mi mujer” y tuve que volver a sonreír.

Llegué a Cádiz por una casualidad alemana que debo explicar, ahora que tanto hablamos de un país del que, con todo respeto, tan poco sabemos y menos entendemos (no se puede fácilmente). Un catedrático, conocido, me pidió en amistad que atendiera a una colega que llegaría desde Cádiz; ella y su familia. Intenté hacerlo, y en eso estábamos cuando les hablé de mi admiración por El Selu.

Javier Benítez fue, desde ese momento, mi informador y del que todos mis hallazgos dependen y dependerán, sean los que sean. Él, con ojo limpio y con cariño, me ha ido mostrando caminos de acercamiento a estas fiestas de invierno que son fiestas de lengua. De cada uno de sus comentarios se ha ido abriendo una nueva línea de averiguaciones, el descubrimiento de otra chirigota, el encuentro con alguien que me llevaría a otro alguien, y el puzzle se iba formando para presentarse ante mi vista una imagen que iba cobrando contornos de comprensión y, por ello, de mayor felicidad y disfrute.

Así me pude hacer a la calle, a preguntar esa pregunta tan simple y que tanto nos servirá. Mi vocabulario del carnaval iba aumentando, mi conocimiento de su tradición, y hasta su historia, no cesaba. Entré en una espiral tal que yo mismo me sorprendía de los resultados de la inmersión.


No ha habido aportación pequeña. Desde el primero hasta el último de los que me han ofrecido su conversación, me han mostrado una nueva vía, una nueva cara de la realidad poliédrica que es el carnaval.

Pero que nadie se aflija que no vamos a mandar imprimir un tocho que todos quieran tener en su sala de estar y nadie desee leer. Lo que hagamos con tanto será, desgraciadamente, muy poco. Una didactización del carnaval para usos exclusivamente didácticos en la clase de Español como lengua extranjera y sus culturas.

A Cristina, a Javi, a sus hijos y a sus padres, vaya desde aquí mi más sincero agradecimiento y mi inmenso cariño a todos ellos.

© Pablo Martínez-Calleja, 2014


The singing city / La ciudad que canta

Estreno de la película documental:




Baluarte de la Candelaria, 15 de marzo a las 20h.
www.laciudadquecanta.com

"Torremolinos no trae a la chirigota que ganó en Cádiz, que criticaba a Rajoy"

Ser Málaga:

El ayuntamiento de Torremolinos veta en su carnaval a la chirigota de Cádiz que parodiaba al Gobierno

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Cádiz es el carnaval de la palabra, y la palabra es lo que tiene: que puede ser libre o habitar tras las rejas. José Antonio Vera Luque y su gente optaron por un uso soberano de la libertad que en carnaval, ya se sabe, es absoluta, y más en Cádiz. Cantaron como si lo hubieran hecho en aquellos patios a los que las buenas familias llevaban a las chirigotas a cantar, de puertas adentro, cuando no se podía o no se debía porque amenazaba la prevención. Y lo hicieron en un patio, en el de butacas del Gran Teatro Falla, retransmitido por radio y televisión.
Hicieron cantar a un gobierno en lengua de Cai y algunos de sus ministros tuvieron que callar para respetar las normas del concurso. Calaron tan hondo que ganaron. Ganaron por calidad y se ganaron, además, a la población, a la crítica, a la calle.

Yo los ví cantar en directo en el tablao del barrio de La Viña y fue una danza desesperada de alegría, de queja, de crítica: puro carnaval en estado puro.

En el patio, en el del Gran Teatro Falla, antes de caer el telón cayó el cerrojazo de la reja carcelaria ante el inventado consejo de ministros de un reino cercano. Pero ya se sabe que la realidad suele ir casi siempre mucho más lejos que la fantasía... y Vera Luque y su gente parece que no podrán ir a Torremolinos.

© Pablo Martínez-Calleja, 2014

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Esto fue en 2007: "Esto conmigo no pasaba (Jose Antonio Vera Luque)


jueves, 6 de marzo de 2014

Vera Luque me dijo que carnaval es 'anarquía'

Esto sí es una chirigota, Vera Luque. Primer premio de chirigotas en el Gran Teatro Falla 2014


Ayer por la noche, después de su actuación sobre un tablao del barrio de La Viña, lo encontré de casualidad por la calle. No le quise molestar con una larga entrevista y simplemente le pregunté para el estudio de campo: "Si yo digo carnaval... ¿Qué dice usted?: Anarquía"

Mi primera estancia: 26.02.2014 - 03.03.2014