Premisa. Es notable observar en la historia de toda
la prensa occidental el deseo de parecer lo que se quiere ser o de lo que se
desearía ser (o no). Los periódicos adoptan nombres pomposos, siempre: El País,
La Nación, El Mundo, El Independiente, El Imparcial, El Sol...
Las
críticas contra un Cuarto Poder que resulta ‘líquido’, en la expresión actual,
y sin ningún tipo de control, llegan desde todas las esquinas del espacio
social. Con mayor o menor fortuna. Algunos desean que el público quede exento de
responsabilidad,
a lo que habría que recurrir a Mariano José de Larra, y no solo por su famoso
artículo: “¿Quién es el público y dónde se encuentra?" Umberto Eco dedicó su última
obra, “Número Zero”, a un periódico, a un político metido a jefe de un
periódico, ante
lo que solo nos queda recordar aquella máxima de que un partido político que
desee alcanzar el gobierno necesita un periódico que lo respalde. Así, los
periódicos van llevados por su propia deriva en la que ese público que se deseaba
Larra no desea embridar el timón con una única intención, la de que no vuelque
en unas aguas siempre bravas, incluso revueltas.
También
los cómicos, por supuesto, les han dedicado momentos a los medios de
comunicación, usándose de ellos para sus sátiras y parodias. Martes y trece le dedicó un homenaje a Tip y Coll. Le Luthiers, recién premiado para Asturias, escenificó
una tertulia radiofónica…
A este
hecho ‘universal’ se le suma la ‘fusta universal del Carnaval’, y lo mismo en
Cádiz que en Basilea claman las calles, los carnavalistas y carnavaleros,
contra una prensa que representa el Cuarto Poder y debería ser, en realidad, la
sátira escogida y elevada contra el Poder. De lo que se deduce que solo el
Carnaval, en su realidad plural callejera es capaz de “cantar las verdades del
barquero” sin ningún tipo de control (excepto el ideológico que impere en la
correspondiente agrupación de Carnaval) o con relativamente poco, en principio.
Hay que decir que la suma de todas esas fustas debería poder componer el látigo
de siete colas que el Cuarto Poder está necesitando, como un Poder tan
elemental (o más) en una sociedad democrática.
Un pequeño descubrimiento. Salí de viaje hacía Basilea
con el primer pase de Los Imparciales en la cabeza. Todavía leían el texto, no
aparecían conjuntados y aquello hubiera sonado a ‘música ratonera’ excepto que
la experiencia me indicó esperar, porque en el Carnaval de Cadi hay que esperar
y tener algo de paciencia.
Llegué
a Basilea y me encontré con nada menos que el “BaZ Sale”, una agrupación le
daba y duro al periódico de la ciudad Basler Zeitung.
Sólo
pude sonreír y comprender ese hecho ‘universal’ en el espacio cultural del
Carnaval. Y regresé a Cádiz, y Los Imparciales, ¡Cómo sonaban ya Los
Imparciales!
Su
libreto representaba, igual que en Basel, al periódico local. Cualquiera diría
que yo mismo hubiera llevado y traído el espionaje de libretos e intenciones.
Los
Imparciales. Los que fueron “Los balconetti”, “La escopeta nacional” y “Los
huesitos” salieron de gangsters (o del cliché del Chicago años 20) y
encorbatados con papel de periódico. Su repertorio me recordó,
inmediatamente, una película americana de 1974:
A mi
vuelta de Basilea, Los Imparciales sonaban a Carnaval, del bueno. Sus voces ya
sonaban perfectamente conjuntadas y de mi asombro me surgió una pregunta: ¿esta
gente sabe música?, ¿todos ellos? Es importante darse cuenta de que los
silencios son difíciles de mantener cuando no se tiene una verdadera
experiencia musical como intérprete. Hay que contar interiormente y hay que
saber cómo contar, y todos tienen que contar igual. Y todo esto en mitad de las
calles. Bien.
Ya desde las primeras cuartetas mantienen su etiqueta de crítica contra el status quo, homenajean a dos personas
cualesquiera de tantas que gracias al crowdfunding hacen posible iniciativas
independientes y se burlan de la gran banca, en la persona de la hija del
difundo banquero botín.
La
sutileza, fina, divertida, pero mordaz, llega en la primera cuarteta:
“Locos
por una primicia,
el
personal se me aturulla,
no es
que tengan PRISA,
es que
el grupo tiene bulla;
El Imparcial!!!
Naturalmente
aquí PRISA es el ‘grupo’ PRISA, editor de El País, que tiene ‘bulla’, un
sinónimo gaditano para expresar la prisa desbocada, el griterío, el follón. Y
es que PRISA ha tenido en los últimos meses muchos problemas internos y con la
sociedad española.
Sigue
la burla, en una construcción de texto absolutamente irónica y espectacular:
“No
publicamos nada que no sea veraz:
verás,
tampoco vamos ahora a exagerar…,
y ante
la duda, siempre, siempre,
recurrimos
a la fuente… de jamón.
Y si
desea usted expresarnos su opinión,
más que
una carta, mande un sobre al director,
o más
de uno, que el diario El Imparcial
es muy
plural…”
El
juego de palabras de esta última cuarteta, disociando carta y sobre, insiste en
la sátira y burla contra la corrupción generalizada y expresada a través de los sobres llenos de dinero que la justicia española ha constatado que se
utilizaban para entregar el dinero negro, en varios procedimientos judiciales
contra el Partido Popular, actualmente gobernante.
En los cuplés
tratan y unen la burla institucionalizada socialmente contra la Pedroche con la
burla recurrente contra “el perro emperador”; la domótica, para constatar lo
que avanza la técnica, con la pobreza estructural de una población que sigue
penando para acceder a una casa digna; el “Jalogüín” y otros americanismos que
deslumbran a “los españoles” (tradicionalmente) con la crítica contra el
presidente del gobierno español igual de “mamarracho” que el actual americano; la
drogadicción con el móvil y el irresponsable abandono de todo lo que no sea el
móvil, incluso el "niño chico"; el deseo de éxito futbolístico de un padre por
su hijo que le lleva a enfrentarse con el Mundo, para constatar que su hijo era
uno más.
El
horario español, también tema de actualidad, en unas cuartetas igualmente
divertidas, donde por exigencia de la rima dicen Hamburgo en lugar de Berlín,
porque les sale del Frankfurt (nadie olvide que ‘el Frankfurt’ hace mención a la salchicha y al
‘ecuador de la
salchicha blanca’: una salchicha blanca, sobre todo típica de Baviera y
Suavia. Es una salchicha que tiene una piel fina y que normalmente se retira para comerla con mostaza dulce y acompañada de un lazo de pan, junto a una
cerveza de trigo. ‘La tradición’ dice que ha de comerse antes de las 12 del
día.).
No se
olvide que el
general Franco, en un decreto de 1942, decidió, por su potestad legislativa,
acomodar el horario español al del Berlín nazi.
El
estribillo no puede ser más irónico:
“Si no
te gusta mi línea editorial,
te
pongo otra.”
La
burla contra las promesas de la religión de un Mundo feliz más allá del Mundo
presente (“… y me fui porque allí me estaban entrando ganas de morirme.”); la
burla contra la afectación de quien se compra el último grito de equipamiento para
salir a hacer deporte “y dispuesto a comerse el mundo, cogió el camino y se fue
a una venta.”.
Un
pasodoble, lleno de doble sentido, donde esta agrupación va desgranando todos
los “disparates” que han venido resultando de la acción del nuevo alcalde, el
Kichi según su apodo, y que en su burla extremada contra los críticos del nuevo
gobierno municipal, van refiriendo pequeñas acciones contra la corrupción y
terminan:
“(…)
Puede
que arregle la crisis…, pero de momento, el Kichi,
me está
costando el dinero…, me está costando el dinero.”
No
queda la crítica contra la monarquía fuera del repertorio, cuando le dicen al
dentista que “la corona … se la pone usted a Felipe VI”, al mismo tiempo que
una queja contra un sistema de salud que permite que los precios del dentista
se disparen sin control.
Las
rivalidades políticas como prolongación de las rivalidades familiares dentro de
la familia, en especial las del matrimonio, y una queja contra la peculiar y
legendaria desidia, tópica, del hijo de 18 años al que no le interesa la
política, “pero tiene el cuarto de baño lleno de fotos de la Teresa.” (Se
refieren aquí a Teresa Rodríguez, pareja del alcalde de Cádiz y diputada
regional en el Parlamento Andaluz.)
Los
chinos y su ansiedad por comprar en Occidente hasta los equipos de fútbol; las
injustas relaciones laborales entre empresarios y trabajadores, en las que los
trabajadores sufren severas condiciones de injusticia; la política local,
criticando de forma irónica y grotesca a una concejala ‘eterna’ en el
Ayuntamiento de Cádiz, en la que enganchan dejando aparecer al famoso concejal
del grupo socialista; la regulación del tráfico rodado según matrículas pares o
impares, lo que en Cádiz será diferente y la regulación será según ‘pares’ y
‘mares’ (de padres y madres; y que mares es el plural de mar).
Un
cuplé de actualidad puramente carnavalera, referida a una iniciativa desde
algunas filas feministas de llevar un brazalete morado para ofrecer visibilidad
a personas que pudieran sentirse amenazadas en su libertad sexual. En este
cuplé aparece el travestismo formal de todo Carnaval, al menos de forma
simbólica, para volver con su burla incansable, dado que a la del brazalete “le
pinchaba la barba igual que a Espinete” (Personaje de un programa de televisión
–programa de difusión europea-, Barrio Sésamo: era un erizo.)
Me
apetece llamar la atención sobre las tres últimas cuartetas:
“Confirmado
que era un tío, no sabía como escaparme,
y por
más que chillé esa noche,
no vino
nadie a rescatarme.”
Hay un
juego, muy imbricado, el de abrazar la fatalidad, con cierto placer, pero
mantenerse en ‘una corrección de moral sexual’ permitida. Veo un posible paralelismo con una escena de la película “Les Grandes Ondes”,
precisamente una
divertidísima comedia cuyo tema es el periodístico, en este caso radiofónico:
Es la noche de la Revolución de los claveles en Lisboa y en un piso surge de modo
espontáneo una orgía. Esta orgía le será explicada, más tarde, al protagonista,
donde queda claro que el técnico de sonido se dejó hacer por un bigotudo, “pero
era todo tan amable…”, a lo que con picardía pero sin malicia, la periodista le
dice: “te folló”, y el técnico arguye que…
Ya
hemos explicado muchas veces que, a pesar de muchas cosas, el telón de fondo
sexual sigue siendo un elemento del Carnaval: queja y crítica por el malestar
en la vida sexual, travestimiento y homosexualidad.
Este
mismo tema vuelve a aparecer, ‘recurrentemente’, puesto que hasta ahora cada
cuplé incluía un solo tema:
“(…)
Que
vivió una experiencia sexual con un negro zumbón que salió de allí mismo.
La
experiencia fue tan conseguida y tan aparente que hasta le dolió.
Lo más
raro, por lo visto, sucedió cuando se marchaba,
porque
le dijo un dependiente
que
aquellas gafas no funcionaban.”
La
verdad es que este tratamiento de la homosexualidad podría verse a primera
vista como homofóbico, quizá. Sin embargo, no lo sé, tengo la impresión de que
este mismo tenor es el utilizado en toda suerte de sexualidades, aunque al
mismo tiempo creo que la sexualidad masculina androcéntrica es la que mejor
parada sale sin ninguna duda en el contexto general.
El
final del repertorio va llegando y la burla se centrará, ahora, en la euforia
publicada y anunciada por el presente gobierno sobre el presunto buen
funcionamiento de la economía, que “Al final va acabar creciendo / Soraya Sáenz
de Santamaría.”
El
último cuplé vuelve a los temas locales y al del aparcamiento, tema tratado
también, de modo monográfico en su caso, por Parking Dead con un trabajo de
inmensa calidad.
Los
Imparciales presentan junto al problema del aparcamiento el del pícaro:
“Los científicos
americanos, tras varias semanas de investigación,
terminaron
realizando un enorme descubrimiento:
la
cojera se cura en Cadi con una plaza de aparcamiento.”
El
popurrí de esta agrupación no da descanso al humor ni a la risa, es
precisamente el momento que me lleva a pensar en la película de 1974,
“Primera Plana”, igualmente crítica con un periodismo constructor de realidades.
Los
Imparciales son, en mi opinión, una brisa de Cadi, con su música y sus
pamplinas, que a quien las atienda le quedará en su boca un regusto a la melaza (no siempre tan dulce) de una realidad algo más chata, aunque entre risas y sonrisas y un manejo
admirable de la lengua. Si el Carnaval de Cadi, como tantas veces se ha dicho,
es periodismo satírico y grotesco, pero periodismo al fin, fusta contra los
injustos y los malestares, Los Imparciales han dado cuerpo de periodistas a ese
periodismo.
©Pablo
Martínez-Calleja, 2017
(Por si hubiera personas con dificultades con la vista…)