Caminé por las calles hasta mi casa, verdosas bajo
las farolas como si el mar siguiera dando la luz también por la noche. Venía
de ver parte de la final del Falla en la tele. La una y media. Dejé a Cristina
y a Javi porque se me caía la cara de sueño. Llegué a casa y me revolví. Tomé
la cámara, un par de objetivos y volví a la fosforescencia de las calles
gaditanas hasta el Oratorio.
Ya estaban allí casi todos. El primer abrazo fue
complicado…, pero lleno de amistad: el de Josemari. El Selu llegó luego. El
último fue el Padilla…
2:30 Entramos al local, frente al Oratorio.
Peluquero y maquilladora extienden su instrumental. Silla alta para maquillaje;
silla baja para peluquería. Empiezan a desfilar después de cantar lo nuevo, suavito
para no molestar a los vecinos.
Manolo camina y camina, por todo el local, como un
tigre enjaulado. El Gordo ha sacado una manzana y se la está zampando. Josemari
y alguien más salen a buscar bebida. Fuman, conversan. Selu no deja el móvil.
3:00 “Aguja de Oro”. Gritos de alegría.
-
El premio lo paga la ONCE
-
¡Psssssss! Bajad la voz…
La sala está llena de humo. Vuelven a cantar lo
nuevo, suavito. Se sirven unos cubatas. Pocos, muy pocos. En verdad casi no
beben nada. Fuman bastante o mucho.
-
Y, ¿no se podía cambiar la hora?
-
Sí, pero no pude.
-
Es que esto es… y la gente
esperando allí desde las nueve. Ya todo el mundo debe de estar dormido en las
butacas. Y muchas agrupaciones están cantando…
Yo me pregunto cómo el jurado podrá observar y
evaluar durante tantas horas, sin descanso, y durante toda la noche.
3:45 Llega Juan, en pijama. La actividad ya no cesa,
pero el cansancio avanza. Los primeros maquillados se hunden en sus sillas.
-
¡Oye, que vas a dejar el
maquillaje en el pijama de Juan!
El You acompaña a Manolo en su paseo cruzado por el
local. El Manolo se sienta un rato.
Se oyen golpes en la escalera. Sale Josemari a ver
si es alguien que viene al local. Nadie en la puerta. Aumentan los golpes, ya
muy fuertes. Se van Josemari y otros al baño, por si alguien se hubiera quedado
encerrado. Nadie. Vuelven los golpes, ya tremendos, y salimos casi todos al
rellano del portal. Hay alguien arriba que aporrea una puerta. Alguien de
nosotros da una voz. Silencio. Se acaban los golpes.
- Selu: “¡Qué frío hace aquí, joé! ¡Debe haber fuga de
aire!”. (No estoy soñando, ni he escuchado ni a Mihura ni a Ionesco.)
5:05 Entran, de pronto, en bucle, con los sprays de
serpentina. Josemari dirige la juerga.
-
¡Psssssss!
-
¡Pssssssssss! ¡Los vecinos!
5:25 Al Falla. Pasacalles. Necesitan moverse, ya no
pueden más. El Selu dice, “venga, vámonos”. Ya en la calle deciden por dónde ir
exactamente.
-
¿Hacemos pasacalles?
-
Más cerca.
Alguien ha olvidado su cabeza. Josemari se va con las
llaves a por ella.
El pasacalles parece una carrera. Varias voces dicen
“¡pararse!” Volvemos a la marcha. Otra vez galopamos. El Falla. Vamos a la
puerta lateral del lado de la Facultad de Medicina. Los acompañantes esperamos.
Entran los del Selu. Hablan con los porteros. Nosotros cuatro recibimos un
ticket con el sello del teatro y estaremos siempre con ellos sin prácticamente
separarnos.
Dejan la ropa y los instrumentos en el camerino. Se
saludan con el resto de carnavaleros que van y vienen, con los profesionales de
la prensa. Fotos. Todos pululamos alrededor de él. A una seña nos arremolinamos
alrededor de la puerta y bajamos. Hay un pasillo junto a la puerta que da al
complejo del escenario. Llega Juan. Selu llama a su tropa. Cantan suavecito el cambio.
Aficionados y profesionales de los medios de prensa se acercan para selfiarse
con los del Selu. Peluquero y maquilladora no quitan la vista de todos ellos. Los
antifaces, los martillos, los antifaces de oro y de plomo, las bocamangas de
las mangas de las camisas. Ya todos van con Juan. Vuelve la gente a selfiarse
con ellos.
Selu llama a su gente, al fondo del pasillo. Cantan
el cambio suavecito. Vuelven frente a la puerta. Se abre. Todos adentro.
Utilleros y tramoyistas se mueven con una habilidad increíblemente mágica para
no chocar contra el caos que reina y hacer su trabajo. Todos hacen su trabajo.
Nadie, milagrosamente, choca. Nosotros cuatro nos retiramos a la izquierda. Nos
colocamos atrás. Llega el regidor a leernos la cartilla a todos los que
estábamos allí. Que nos mantuviéramos atrás y sin movernos mucho. Hay otras
personas que insisten en acercarse más y más. Vuelve el regidor. Insiste. Se
disculpa amablemente por sus palabras fuertes y pide comprensión y seguir las
normas. Un segundo después nos inunda una lluvia de papelillos que él mismo nos
lanza. Son las seis de la mañana…
Se escuchan los primeros compases de una chirigota
(se me ponen los vellos de punta al escribir esto) la voz penetrante del Selu.
El telón se levanta con parsimonia y ellos, como un solo cuerpo, avanzan con
ritmo. Me pregunto de dónde sale la alegría inmensa con la que cantan después
de haber visto su agotamiento. Me pregunto quién sujeta a quién; si sujetan a
Juan o Juan los sujeta a ellos. Trato de atraparlos con mi cámara, como si de
una chirigota ilegal se tratara. Es lo mismo, para quien sepa qué es hacer
fotos ‘ilegales’ a chirigotas ‘ilegales’. Escucho la saeta. Josemari hace otra
vez un pequeño milagro. Manolo está frente a mí y me pregunto cómo sujeta su
entusiasmo desde tan alto. Josemari mira a Juan con ternura. Todos ellos, todos
hacen un milagro, todos sin excepción, todos lo dan todo, juntos, como una
piña.
Cae el telón. La magia se disuelve en el aire, que
sigue vibrando, sin embargo. Varios son ‘asaltados’ por la prensa. Nos
esfumamos hacia el camerino. You no encuentra su cartera. La encontrará, por
fin, bajo un manto de papelillos. Salimos a la calle. Rápidos. Se dejan selfiar
por los aficionados que aguardan. Huimos hacia el local. Creo que se refugian
en la inercia que los mueve, que saben que solo llegarán hasta el Oratorio si
no se paran; de lo contrario se caerían.
7:20 De vuelta en el local. Llegamos al local. Se
arrellanan en las sillas. Selu se desploma sobre una:
-
No me lo puedo creer, el concurso
ha terminado. ¡Ahora a disfrutar!
7:55 Dormitan, el silencio es denso. El humo hace el
aire azul.
-
Oye, los puntos se arrastran, ¿no?
-
Sí, y quedan sucísimos, y tó
rotos…
La gente está derribada en sus sillas.
Desmaquillados. Las pelucas han vuelto a sus estuches, las cabezas a sus
bolsas. Juan es un montón de Juanes, aquí y allá.
A eso de las 8:00 termina el concurso.
8:15 “En la ciudad de Cádiz…”
- Vocales (dice una voz por la
radio.)
- A, e, i…
- ¡La cazuela! ¡Oleeeee!
-
¿Estáis ensayando?
Dicho el segundo premio de chirigotas, llega la
celebración. Saltos, abrazos. Llamadas por el móvil, y cada uno a su casa.
©Pablo Martínez-Calleja, 2016