No les vi en su
presentación, con esas barbas del diablo que yo agradezco que hayan anulado de
su figurín. Hubiera sido absolutamente rotundo que hubieran podido dejarse
crecer sus barbas y sus pelos y aparecer de un modo así de natural. No se debe
pedir tanto…
Sí, tengo que
corregir al gaditano carnavalero, con licencia literaria, y decir que ellos
salen con figurín y no con tipo. Perfectamente caracterizado su personaje y con
un trabajo actoral de superior categoría, manejan la mímica y diría que hasta
el movimiento, en ese espacio mínimo entre ellos y el aliento y sus aficionados
venidos hasta de México o Ecuador.
Además de buenos
cocineros y buenos conversadores, son gente de sana cultura y nos regalaron su
enciclopédico conocimiento del carnaval. De suerte que hay que seguir
repitiendo que la genialidad tiene su cuna en el conocimiento. Y de un humor,
suyo natural, imparable (“(…) Cádiz es todo, Cádiz es nada, es gente andando, es
gente parada. / Tiene su Yang, tiene su Ying, tiene su Cá, tiene su diz.”)
Estas cuartetas son una de las muestras geniales de ese humor modernizador del
Carnaval que estos Los del Perchero han sacado a las calles de Cádiz desde hace
ya tiempo.
Salen
representando, por cierto, ese conocimiento vacío y anecdótico tan de moda, la
afectación y la pose ( “Mis influencias socio-culturales son: / Victoria
Beckham, Dostoievski y Pocoyó”).
Sus textos son
mucho más agrios que lo que quizá parezcan porque su amaneramiento los vaya
endulzando y su elección léxica sea, a primera vista, quizá mucho más amable
que a la tercera:
“Marco tendencias,
defino vanguardia,
soy trending topic
de la modernidad.”
Un figurín impone
más o menos. El de los cardenales era llamativo, contundente. Su figurín actual lo es menos, si lo pensamos bien. Y no solo porque ya un centenar de personas
les hayan pedido comprarles su pantalones. De los pies a la cabeza, no hay ni un
detalle dejado al azar.
No se les pasa por
alto que el Carnaval también sufre desatinos:
“Este folclore de
la contracultura que hay quien se
empeña en llamarlo
Carnaval
se plasma en esta
alfombra con ese toque chic
de vidrios de
botellas mezclados con orín, (…)”.
Lo que me lleva a
recordar como una noche alguien me dijo que Los del Perchero no son carnaval.
Que son más bien Le Luthiers. Bueno. A mí me parece que los verdaderos Le
Luthiers del Carnaval de Cádiz son Los Guatifó (sin serlo realmente…, son ellos mismos), las similitudes son amplias,
así como el invento de, por ejemplo, el bajo con bidón del año pasado (Son de
Guatifó) e incluso aquel bolero “Gustavo”. Esto nos llevaría, entonces, a
colegir que tampoco Los Guatifó sean carnaval. ¿Qué es carnaval entonces? Humor,
con música y texto, que se dé en las calles de Cádiz cuando a Cádiz le dé la
gana. Metáfora contra el Poder, queja sexual (más retórica que real), deseo de ser otr@.
Si quisiéramos utilizar otra
expresión que nos ayudara más a una observación en paralelo del hecho cultural, podríamos decir que Caranaval es ya cabaret. Y que el cabaret tiene muchas
diferentes formas también. Gracias a todo este remolino, del que Los del
Perchero son padres legítimos, entre otros, el Carnaval de Cádiz avanza en su ‘afortunada desaparición’.
No ha faltado su
referencia a las leyes de la física (Manual del buen corrupto), aunque sí
parece que el canto a Pi quedará en los anales del carnaval callejero de Cádiz.
Sus cultismos llegan, como siempre, bien. Sus juegos de palabras (“un concurso
apalabrado suena bien” o “ se reparte lo que sobre, sobres es lo que se
reparte”)
Mención aparte, por su
genialidad y su aguda visión de lo manipulativo, merece el Piropo universal, para el
que casi no tengo palabras y les dejo con un vídeo de su pase. Verdades hechas
con plantilla para contentar a quien sea en todo momento.
Por último, su estribillo
minimalista es otra de las sorpresas que hacen funcionar el humor. Y una vez
más recordar que el humor es más sonrisa que risa, que el humor nos mueve a
catarsis. La importancia del humor inteligente, culto y cultivado es de
impagable deuda.
Cené otra noche con ellos
y con Alma Andaluza. Imborrable. Su humor constante, su inteligencia, sus
comentarios educados hacia el resto de la calle. Cantaron, luego, juntos, en
una plazuela de La Viña, un lugar donde solo esa noche sopló el viento y
estábamos todos ya arrecíos y con el 'cuerpo cortao'. Allí nos hicieron olvidar la ‘humedad’ de Cádiz.
Yo si pienso en el Carnaval de Cádiz pienso en Cá y en diz, pienso en sus
calles abigarradas, y en varias chirigotas, aunque pudiera parecer injusto. Los
del Perchero son una de ellas.
©Pablo
Martínez-Calleja, 2015