Premisa para este artículo. Quien haya leído la primera entrega de “Floreros con encajes y puntillas” comprenderá, inmediatamente, que
el machismo como telón de fondo va a ser el tenor de la presente segunda
entrega. Para ello me he concentrado en un aspecto de la cultura más basado en
la copla, porque la chirigota de este repertorio me sugiere dedicarle esa atención. Para ello he elegido
entre mis recuerdos varias de esas coplas antiguas que alguna vez, o muchas,
escuché en la radio que mi abuela Luisa tenía encendida permanentemente.
No ha
sido fácil, sin embargo, a pesar de mi ya larga dedicación al habla gaditana,
tener que acometer yo mismo la transcripción del cuplé “La niña del pirulí”,
dado que el texto no estaba disponible. Labor para la cual tuve que pedir
¡socorro! Desde mi muro de fb y acudieron en mi ayuda no pocos gaditanos que
cuento entre mis amigos. En especial, y con la solución debajo del brazo,
acudió Rafael Martín, que se tomó la molestia de releer mi transcripción y
llenar los dos huecos que yo no era capaz de transcribir. Sentidas gracias,
querido amigo.
Las matillas ondearon este Carnaval de Cádiz en dos
versiones, aunque no duplicadas. Las mantillas laikas son una agrupación con su
propia personalidad, una chirigota femenina gamberra y callejera; ilegal en
todo su sentido. Una agrupación cuyo tipo era el mamarracho gaditano, que
incorpora a su repertorio más de un ‘aire costumbrista’ del Cadi de los últimos
años, bien sea refiriendo a la Carmeluchi, ya sea contando de la bicicleta de
la Uchi.
Su
presentación comienza con un “toke de toriles” marcado por la escuela de Las talegueras (2016) , y que también ha incluido este
año Ana López:
“Clitoriiiiii,
clitorí, clitorí, clitorí: tú también te toca ahín (ahí)”.
Muy
interesante se presenta el hecho de que la música de la presentación, Soy minero, sirva para dejar aparecer a una ‘obrera’
que adora su mantilla, ponerse su mantilla a todas horas y en cualquier
circunstancia. Y siga con una copla tan española, y “muy española, y mucho
española”: La bien pagá. Y una copla muy ‘macha’, uno
de los valores que los críticos de la mantilla atribuyen a dicha prenda. Mi
impresión es que el repertorio, con su música, está escogido de un modo
exquisito, y no a pesar de su carácter satírico y grotesco: esto es Carnaval.
Por cierto, un Carnaval muy inteligente y con pocos compromisos, así como un
uso de la lengua más que interesante brillante.
“(…)
Y si un
día, de repente, salta una buena levantera,
po
despliego la matilla y corro más que la Uchi en la, en la bicicleta.”
La
desvergüenza, cultivada en todo momento, así como eso que en Cadi se llaman
borderíos, de ninguna manera se echan de menos:
“(…)
Tengo
la menopausia
Y sudo
aunque no se me note.
Y si tú
no te lo cree
ven, y
tócame el escote.”
Tengo
la impresión de que es esta, también, una desvergüenza propia de ese folclore
de coplas, tan relacionado con la matilla española, que la cinematografía, de
la época franquista, nos mostró de un modo más refinado, digamos, pero siempre
lo hubo en modo más desenfadado y fuera del Carnaval, y sobre el que no dejó de
haber una cierta ‘vista gorda’:
En
especial, “La niña del pirulí” me interesa aquí nombrar, porque la recuerdo
bien, porque su texto me fascinó siempre y su música me parece magnífica. Sin
embargo, esta copla es una letanía, la letanía de las mujeres sometidas bajo el
yugo del machismo institucionalizado y naturalizado en el Derecho en forma de
Leyes concretas durante la triste época fascista de nuestro país.
Este es
el texto completo de la copla:
“Vamos
a ver, lo que sale de ese pirulí…”.
“Rosita
busca un marío
más
dulce que un pirulí,
que a
nada diga que no;
que a
todo diga que sí:
¡a
liguí!
Más
dulce que un pirulí…
Que
ponga cara de risa
cuando
ella pida dinero…
Y
somanta en la cocina:
se ha
pegao con el puchero.
Aunque
ella es mocita, bonita y honrá,
Pa mí
que esa ganga no la va a encontrá,
ni
hablar, uy.
¡¡¡A
liguí!!!
Ay, la
niña del pirulí,
le
dicen todos por Puerta Tierra.
¡¡¡A liguí!!!
Ay, la
niña del pirulí,
mira a
los hombres pidiendo guerra.
Un
pañuelo lleva ar talle,
del
color de la esperanza;
al
andar, un meneíto…
Ay, ay;
¡ay qué meneíto…!
Que a
cualquiera se le alcanza…
… que
buscando más marido,
con un
fuego que pa’ qué.
Pirulí,
pirulí;
pirulí,
pirulá.
Pirulí,
pirulí,
pirulí,
pirulá.
Ay,
caray, qué caray con la niña,
que
vaya una ganga que quiere encontrar.
Pirulí,
pirulá.
Pirulí,
pirulá,
pirulí,
pirulé,
pirulé,
perulá.
Ay,
¡cómo están los hombres…!
¡Qué
barbaridad!
Pirulí,
pirulá.
¡Pirulí!
Ya se
casó la Rosita,
¡josú
qué timo le han dao!
Almíbar
creó encontrar,
vinagre
la resultó.
Y, ¡a
liguí!
¡Que
tome usted pirulí!
De la
mañana a la noche
se
forma la escandalera,
y le
coloca al marío
la comía
por montera.
Que al
pobre le ha puesto
después
de casao,
los
catorce días el mismo guisao
Ya está
apañao.
¡Ojú!
¡A
liguí!
Ay la
niña del pirulí,
ya no
pasea por Puerta Tierra.
¡A
liguí!
Ay la
niña del pirulí,
ya
tiene en casa bastante guerra.
Pero
Rosa no hace caso
del
martrato del marío.
Si le
zumba, pa’eso es hombre,
A la
horita del cariño…
Aaaaaaaayyyy….
Que es
más dulce que un pestiño,
y mejó
que un pirulí.
Pirulí,
pirulí.
Pirulí,
pirulá.
Pirulí,
pirulá.
Ay,
caray, qué caray con la niña,
que
vaya una ganga que vino a encontrar.
Pirulí,
pirulá.
Pirulí,
pirulá,
pirulí,
pirulé,
pirulé,
perulá.
¡Ay!,
¡qué pirulí más dulce!
Pirulí,
pirulí.
Pirulí,
pirulá,
Pirulí,
pirulí.
Pirulí,
pirulá,
¡Pirulí,
pirulá!
Ta, ta,
tá.
Es un
texto siempre equívoco, aunque lo más determinante resulte el tenor machista,
de disculpa y comprensión hacia una violencia y hacia una pretendida
‘naturaleza varonil’ que disculparía sus excesos y delincuencias. Sin embargo,
no convendría perder de vista unos versos, curiosamente: “Ya se casó la
Rosita,/ ¡josú qué timo le han dao! / Almíbar creyó encontrar, / vinagre la
resultó.”
Bien,
“Las mantillas laicas” toman, en mi opinión, de esa tradición de cupletistas
(así las veo yo, y las he visto en 2016) la parte fresca, desvergonzada,
festiva y deslenguada tan propia del Carnaval, y se presentan impermeables ante
cualquier forma de machismo. Lo pudimos ver en su “Miércoles de ceniza en
Pompoya” y lo vemos ahora.
Esta es
una agrupación que usa, en todo su esplendor, el habla gaditana; que sabe lo
difícil que es pronunciar el alemán, en especial si es algo tan especial como
“Lidl”.
Les
gusta sorprender al público ante lo esperable, en principio:
“(…)
Tengo
que depilarme y lavar la braga faja.
Me
quedo en casa mejón,
Y me
hago una buena… berza
(A
manoooooo).”
Además de
sus temas costumbristas y de vida diaria,
“Cuando
voy al Mercadona
y hago
cola en una caja,
no sé
cómo me la apaño
que
corre más la otra caja.
Y si me
cambio de caja
me
vuelve a pasar lo mismo.
(…).”,
su
crítica contra el Poder político es clara:
“Ano-che
tuve un sueño,
vi los
bajos del Congreso.
Había
tumbas milenarias
CON LOS
MUERTOS DEL GOBIERNO.
Rajoy
estaba envuelto con la bandera de España,
y los
huesos del Coleta
abrazao
a la Soraya.
La
momia de blanco y verde
Era la
Susana Díaz;
y las
figuras de cera,
LOS
MUERTOS DE LA MONARQUíA.
Me
parece de una ternura cálida que en su enumeración de desgracias del año
concluido, citan lo mismo que ganara Rajoy o Trump que el cierre del horno de
La Gloria, o que ironicen con la desaparición de las ninfas del Teatro Falla.
“Pero algo bueno ha pasado: Brad Pitt vuelve a estar soltero.”
Cuando
Paco le propone amor, sexo, toma la noche por las riendas, a diferencia de la
copla “La niña del pirulí”, y lo del
disfraz le va bien, pero:
“(…)
No vaya
a largá un discurso,
No me
seas más idiota,
Te
tomas un par de viagras,
Y ponme
mirando a Rota.”
Nótese,
además, que la impotencia sobrevenida de Paco es tomada con la naturalidad del
caso y con gran independencia de criterio, acudiendo a la farmacopea como lo
más normal del Mundo. El Carnaval tiene, también, un residuo de ritual y de
contestación a una determinada ritualidad moral que el nacionalcatolicismo
franquista impuso manu militari en
España. Así son las mujeres emancipadas abrazando la realidad; también así.
“Tengo
un primo mariquita” que se ha hecho modista o costurero, para terminar,
‘disfrutando como un loco’, “repasando los ojales”. La homosexualidad queda
presentado a través de un cliché demasiado evidente. Es parte, diría yo, de un
modo de hacer Carnaval, el de estas mujeres (con texto ‘tutelado’ por un varón,
así como la música), directo, abrupto, salvaje y grotesco. Creo que pueden ser
una de las correspondencias, en femenino, de la Shirigota Ilegal Rockera de
Cadi”: una de las aortas del Carnaval.
La
burla hacia todo y todos, sin ton ni son; la risa sin más explicaciones, el
absurdo:
“(…)
En
todas las conferencias
su mujé
estaba delante.
La
pobre siempre lloraba
con las
cosas de su Obama,
porque
bien lo sabe er sielo
que
quien no llora no mama.”
Le dedican
una canción al tanga verde, que el año pasado fue rojo, en una suerte de
continuidad que se asemeja al elemento ritual que el Carnaval tuvo, y en el
fondo sigue teniendo.
En su
despedida, piden un ‘leuro’ para el libreto con el “ná te pío, ná te debo”:
“(…)
No te
canto, canto a otro.
Si ya
me escuchaste ya te puede í.
No me
eches en cara que no te reíste:
Tú es
que eres mu lasio o no eres daquí.”
Un
agrupación interesante, una de esas agrupaciones de las que con enorme
dificultad se encuentran sus vídeos en youtube, aunque son, estas mujeres, unas
aortas del Carnaval de Cadi. Su incorformismo, su tosquedad calculada, su habla
gaditana, también, mantienen vivo el Carnaval.
©Pablo Martínez-Calleja, 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario