lunes, 30 de marzo de 2020

Carnaval de Lantz

 El Carnaval de Lantz es una perla entre los carnavales ibéricos, explicaremos por qué.

De momento, aquí les dejo la estupenda página web que ha preparado un equipo sobre ese Carnaval pirenaico, un Carnaval fusión, un Carnaval digno de verdadera atención.

viernes, 27 de marzo de 2020

Planazo excursión: 'Sáltate' la cuarentena...

Este finde, excursión...!

'Sáltate' la cuarentena con fantasía e inteligencia.



martes, 17 de marzo de 2020

Carnaval y pandemia


Markplatz, Basilea

Un buen amigo me llamaba esta mañana para preguntarme por mi estado en el aislamiento y desearme ánimo. Sigo sin síntomas de ninguna clase. Como siempre, la conversación ha sido algo más larga y han surgido nuestros respectivos últimos viajes y excursiones, la mayoría de investigación o curiosidad. Él es un militante de la alta cultura y ha salido el Carnaval, en sentido despectivo, unido a la extensión de la pandemia. Sus comentarios no me suelen dejar indiferente así que me he puesto a investigar sobre Colonia y la pandemia, que era la región de la que hablábamos.

Vaya por delante que solo pretendo hacer una reflexión a la manera de cómo la WHO (OMS) aconsejó dejar de hablar de el virus de Wuhan y nombrarlo por su nombre, Covid-19. La primera prohibición de Carnaval se produjo para Venecia y la siguiente para Basilea. En el caso de la prohibición de Venecia la situación en Italia era ya preocupante, en el caso de Basilea no.

En unos lugares se prohibió el Carnaval, en otros lugares no. Creo, sinceramente, que esa disparidad produjo incertidumbre y la sensación de que la prohibición no tenía una verdadera justificación. Además, creo que donde se produjo la prohibición, excepto en Venecia, no se expreso con éxito comunicativo, algo necesario en una sociedad democrática: el caso que yo conozco es el de Basilea, donde apareció un Carnaval ilegal que pude documentar. Creo que fue importante documentarlo y ya estoy trabajando en su publicación. Por las calles solo encontré periodistas locales o regionales, curiosamente, y creo que cumplían igualmente con su obligación de informar. Con los datos de hoy…, pero ayer teníamos la información de ayer, no insistamos en maniqueísmos tontos. Hoy la pandemia se ha extendido y las autoridades hablan con mayor claridad, así como la información que fluye es más descriptiva de la situación. Sobre todo, la disparidad sobre la gravedad del asunto no existe ya, y a pesar de la diferencia de medidas tomadas, a nadie se le escapa la gravedad de la situación en este momento, a nadie con dos dedos de sentido.

Como decía, tras la conversación con mi amigo me puse a averiguar y descubrí un artículo de Achim Muth, en el mainpost.de, en el que afirma El Carnaval fue como un acelerador [de la epidemia]. Es un artículo que describe la dramática situación del Landkreis, provincia, de Heinsberg que presenta la situación más grave del Estado de Nordrhein-Westfalen, con 760 casos verificados y 8 personas muertas (254.322 hab.). Curioso es que este Land tuvo muchos otros Carnavales: Colonia, con 1 millón de habitantes, y una cifra nada fácil de calcular de visitantes al Carnaval, tiene 274 casos y una muerte; Düsseldorf, con algo más de 600 mil habitantes, 97 casos y una muerte; etc. Nordrhein-Westfalen es el Estado federado con más casos, 3.375, 12 muertes, 33 curados, y casi 18 millones de habitantes.

Si viajamos al sur de Alemania, a la región de Baden-Württemberg, vamos a descubrir que los casos verificados en la provincia a la que pertenece Weil am Rhein, Lörrach, a 7 kilómetros de Basilea y accesible mediante el tranvía número 8 desde la ciudad suiza, son 10 y ninguna muerte. Así mismo, la provincia de Schwarzwald-Baar, donde se celebró el Carnaval de Villingen tiene menos de 10 casos y ninguna muerte. Estas dos provincias están entre las catorce provincias del Estado federado que menos casos tienen, con diferencia.

Podemos observar lo ocurrido en el Carnaval de Nizza, Francia, en Provence-Alpes-Cote d’Azur, donde los casos son 405, con los que se sitúa en la sexta posición con más casos, entre los doce departamentos continentales, excepto Córcega, y sobre el mapa se observa que los seis departamentos con más casos descienden desde los Alpes por la región oriental de Francia.

Si tomamos Suiza, donde en Zürich solo se prohibió la cabalgata, los datos son igualmente curiosos. En el cantón de Zurich hay 270 y una muerte. Zurich ciudad tiene casi medio millón de hab. y el cantón completo 1,5 millones. Es el tercer cantón con más casos, y los tres cantones con más casos se distribuyen como los vértices de un triángulo sobre el mapa, separados entre ellos. El cantón con más casos es Tessin, y seguramente se puede afirmar que por su cercanía a Italia, desde donde llegan cada día varias decenas de miles de trabajadores imprescindibles en la vida diaria de Tessin. Basilea ciudad tiene 119 casos y una muerte, con casi 200 mil hab. En el cantón Freiburg, donde se celebró el Carnaval, y pude documentar su Rababou, hay 38 casos y ninguna muerte, con una población total de 2,25 millones. Un Carnaval al que acudió poca gente, llovía, y cuya ciudad tiene casi 39 mil habitantes.

Si atendemos al caso de España, los dos Carnavales más concurridos se celebraron en Cádiz, 56 casos, ninguna muerte, 3 hospitalizados, y en Badajoz, en cuya área sanitaria hay 25 casos, ninguna muerte, y ninguna hospitalización (Extremadura tiene en total 153 casos y 5 muertes).

No creo que se deba, por tanto, demonizar el Carnaval de ningún modo, o responsabilizar al Carnaval y no hacerlo con los medios públicos de transporte, con los oficios religiosos, etc. Esto que estoy diciendo no invita a que se celebren actos multitudinarios, de ninguna manera, pero con los datos actuales no parece, digo parece, que se deba responsabilizar al Carnaval como acelerador de la epidemia como tal Carnaval, sino a las aglomeraciones de personas. ¿Cuántos se han contagiado, quizá, en las casas de ópera, de conciertos y de teatro hasta que los han clausurado?

La demonización del Carnaval es cosa antigua y no creo que deba dejarse, simplemente, que un nuevo prejuicio cargue las tintas contra un mecanismo imprescindible en una sociedad democrática. Diría que el Carnaval es el espíritu crítico necesario de cualquier sociedad democrática. Las Fallas de Valencia son el Carnaval de Valencia, en realidad, y su prohibición, con la información actualmente disponible, la considero absolutamente justificada.


©Pablo MtnezCalleja, 2020

sábado, 29 de febrero de 2020

Carnaval de Basilea: prohibido por el corona-virus

Basler Fasnacht, Carnaval de Basilea, quedó prohibido ayer por el Bundesrat de Suiza, junto a todos los eventos para más de mil personas.

Tengo un hilo en mi twitter donde hago una crónica continua desde Basilea: @MtnezCalleja

jueves, 20 de febrero de 2020

"COAC para perplejos"

El Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas no es más que un simulacro, un simulacro a la manera en que lo era para Platón; un simulacro en la manera en que actualizó el concepto Deleuze. Comprenderán los aficionados talibanes que sin Platón no se puede comprender a Paco Alba. Los sentidos y sencillos aficionados gaditanos saben que sin Platón…: ¡viva el que haciendo algo en el Falla se le entienda!
Sí, un simulacro de Carnaval, solo un simulacro según la entrada número 3 del Diccionario de la Real Academia Española.

Pepe Baro, uno de mis informantes discretos en Cadi, inmenso conocedor de Cadi, escribía hoy en Facebook lo siguiente: “¿Qué fue antes, las coplas o el concurso? ¡Pues eso!”. Pues eso, Platón en versión para todos los públicos, como debe ser.


La perplejidad me llegó con Vera Luque. Sus Los cadifornia dieron el paso contrario con su pasodoble. Su chirigota se alzó autoridad exigiendo respeto al orden y al buen nombre del simulacro de Carnaval que es el concurso y lanzó su diatriba contra las sátiras silvestres y asalvajadas del pueblo de Carnaval, además de mostrar que hay concurseros que tienen la piel muy fina. Incapaces de encajar burlas ni críticas. Pero el Carnaval era eso, el mundo al revés, la burla, fina o grotesca, la sátira indómita e incorregible. Hay que volver a estar de acuerdo, aunque solo sea en esto, con Caro Baroja cuando habla con desdén de un Carnaval municipalizado.

Se tiene en los mentideros, incluso en el de La cruz de la verdad, la sospecha de que se tapan las vergüenzas de la falta de creatividad con el victimismo ante unas redes sociales que cuando son favorables visten al santo que haga falta. Dedicarle un pasodoble a una cuestión más gastada que el bolso de polipiel del abuelo no aumenta la categoría del concurso, pero lo peor es aparecer como víctimas utilizando el mismo mecanismo generalizador, ya criticado, en el pasodoble de Martínez Ares con los regalos de reyes todavía sin entregar por culpa de la malvada madre. ¿No era el Carnaval burla irredenta, iconoclasta, incombustible e irreductible? Sí, y espero que lo siga siendo por el bien de todøs nosotrøs.


Las críticas, en las redes o donde sea, crecen y existen junto a las alabanzas. Las críticas son síntoma de malestares, incluso de estupidez. En simulacro de Carnaval no te quejes del que se queja de ti solo porque tú creas que lo que haces lo haces bien porque echaste los dientes en él, que quizá no sea así. En Carnaval no pasa algo parecido, y esa ciencia le falta al concurso: cuando algo no gusta, uno se coge el montante, se da uno la media vuelta y a otra esquina. Pero el concurso, porque se está sentado, porque sale en la radio y en la tele, funciona con otro dinamismo y el público queda impedido para serlo. Quien se presenta al concurso sabe eso y no debería dolerse. Quien se presenta al concurso quiere alzarse ganador. Quien desea la gloria debe estar dispuesto a la derrota. Quien quiere estar en boca de todøs, debe aceptar estarlo como las bocas quieran y dejar que le crezca el pelo de invierno como a los caballos de la dehesa.

El concurso, lo he defendido en varias ocasiones, es parte de la industria cultural del Carnaval de Cadi, y lo es de manera absolutamente legítima. Asegura el empleo y los ingresos de un número creciente de personas y es parte de la Cultura del Carnaval de Cadi. Con esa responsabilidad, diría yo, hay que acometer también la realidad completa de ese concurso, y también la de su creatividad, y examinar si las normas del concurso favorecen o limitan la creatividad que haga al concurso más y más atractivo, en sentido cultural y en sentido económico. El Falla es un factor fundamental de la vida de Cadi y el victimismo no le hace bien al Falla.

©Pablo MtnezCalleja, 2020