Un público así mantiene y resucita a cualquiera. Manifiesta de modo más cálido su infinita presencia en los momentos de eclipse, mucho antes que en los de resplandor. Es por eso por lo que se hace imprescindible para que el artista siga creyendo en su obra, para que vea un sentido en lo que hace cuando a ratos se plantea que —por sí mismo— ya no lo tiene. Este público, esta chusma selecta que tú representas, se va convirtiendo —a lo largo de la carrera de un artista— en su auténtico motor, en su gloria más sólida, muy por encima de las entradas agotadas, los libros dedicados o los discos vendidos. Y lo más bonito: es silenciosa, pasa de puntillas por tu lado, sin hacer ruido, sin contracturarte la espalda con su abrazo ni la mente con su retahíla. Coño, tiene habilidad hasta para conseguir de ti una foto sin que te enfades (en mi caso, el síntoma más inequívoco de que es chusma selecta).
(…)."
"Capitán veneno"
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