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sábado, 1 de abril de 2017

Puerto Hurraco y la burla de la modernidad


Premisa. A los que pasamos de los treinta el solo título nos retrotrae a una de las tragedias de nuestra España profunda, que en realidad no vivimos como una verdadera tragedia sino con el elemento desrealizador de que, por increíble, aquello era un cuento más de los de El caso. Porque así se consideraba también, por muchos, aquel semanario que cuando se compraba había que llevarlo a casa sin inclinarlo para no ir dejando un reguerillo de sangre. Irreal para quienes en el espacio urbano de la vida no podíamos dar crédito a cosas tales. Nos parecían cosas del remoto pasado.

El 26 de agosto de 1990 salieron de casa los hermanos Izquierdo, “vamos a cazar tórtolas”, y se iban a matar a nueve vecinos (dos niñas). Acusaban a los Amadeos de ser el origen de todos sus males, incluida la muerte de su madre en un extraño incendio. En el origen de los males estaba una vieja rencilla por las lindes de unas tierras.

Los dos actores materiales de aquellas muertes tenían planeado regresar al pueblo para el entierro y terminar de matar a todo el que se pusiera ante la escopeta. Los dos murieron en la prisión de Badajoz: uno de un infarto; el otro se suicidó.

El asunto venía de muy atrás, 1961, donde un Izquierdo había apuñalado hasta la muerte a un Amadeo. En 1986, tras cumplir condena, regresa para vengarse y apuñalar a otro de los hermanos Cabanillas (Amadeos). El atacado sobrevivirá, pero él mismo, Jerónimo, morirá nueves días más tarde en un hospital psiquiátrico.

En 2005 mueren las hermanas, Luciana y Ángela, para muchas las inductoras de los crímenes. Mueren en el hospital psiquiátrico de Mérida.


En 2010 muere Antonio. En el entierro de su hermano Emilio, dos años antes, se despide: “Hermano, te vas con la satisfacción de que has vengado a tu madre.”

Aunque parezca un hecho olvidado en el tiempo pasado, igual que en la percepción misma de aquel crimen cuando se produjo, la prensa escrita lo recordada en 2015, y renovaba su presencia en nuestra actualidad.


Carnaval 2017. En conversación con José Flor, yo le preguntaba por su doble apelativo: Agrupación Callejera (el que se me antojaba como más apropiado) y Chirigota, cuyos rasgos podemos encontrar en La Hermandad Rociera de Puerto Hurraco. Aunque, como en el caso de “Te la tengo sentenciá“, veo como elemento más importante el teatral, como si se tratara de un entremés. Y claro, como también opina José, Carnaval es teatro o teatralización: “El objeto es la risa y la cultura del juego de los que van y vienen por los caminos y de los plebeyos urbanos, entre el 1.200 y el 1.500. Juego y teatro son sus medios: lo mismo la venta que la riña en los mercados, como las improvisaciones, los romanceros y las farsas de matasanos y curanderos, charlatanes, jugadores y mimos se valen de lo escenográfico, de los juegos de roles, del disfraz, de los gestos teatrales, para ofrecer al público su negocio o su arte.” (Johannsmeier, 1.984).


La Agrupación Callejera define del mejor modo lo que ellos hacen: lo que les da la gana, todo, y creo que lo hacen muy bien. Son una Chirigota por las chanzas y por sus medios musicales; son un Romancero medieval y carnavalesco a la manera de los juglares y romanceros; son un cuarteto, porque son cuatro, por su teatralidad y su dialoguismo.
Son un Romancero porque vienen con una noticia. Que la noticia sea antigua, a nuestros ojos, es por nuestros ojos. Si nos dejáramos llevar por la convención presentada desde ‘el escenario’ sería distinto. Nos traen una historia y, como en el medievo, nos la traen caminando, por los caminos, desde Puerto Hurraco, a los pies del Jerte. Largo camino, para venir andando, largo para cuatro hermanas, viejas y enfermas.


Usan una máscara no para esconderse sino para representar lo que desean. Una máscara compuesta por un antifaz (su maquillaje y su peinado) y un disfraz, que las caracterizan de un modo que resultan plenamente identificables.
Suman a su ‘tipo’ todo lo necesario para la escenificación grotesca, sarcástica, con los elementos que dan formalidad a su Hermandad rociera: el estandarte. El escudo del FC Cádiz al revés y una chata, urinario, como vaso para beber y como barra para marcar el ritmo de la música con los nudillos. Se añade el tipismo de una botella de anís como instrumento musical.

Me decía José, y resulta evidente al verlos, que quisieron darle un giro de Carnaval a toda la historia. Ser romero del Rocío es ir vestido de alegría, y ellos querían ofrecer el contraste de la España negra: la descrita por Goya.

Una de mis primeras impresiones, al ver Puerto Hurraco, fue la de tener las pinturas de Francisco de Goya ante mí. No las de la Santa Cueva, que José también conoce, sino las pinturas negras, las cargadas de un misterio insondable, de predestinación, fatalismo y superstición. Empezando por el cuadro dedicado al carnaval con su estandarte:



Pero inmediatamente tuve que recordar La romería de San Isidro


que en realidad es la representación anticipada por Francisco de Goya de la Hermandad Rociera de Puerto Hurraco.

Puerto Hurraco y Carnaval de Cádiz. Yo los vi en la noche, oscura, en la calle Armengual, de poca luz. Si solo hubiese visto los vídeos disponibles nunca hubiera recibido las impresiones fuertes que me llegaron. El miedo conmocionaba (algo que también compartió José conmigo). En el vídeo disponible, el de la Plaza de la Santa Cruz, la situación era completamente diferente.
En la calle Armengual el silencio entre el público era grande. Había una situación de shock, cercana a una ironía contra nosotros en forma de una Semana Santa medieval. Llegaron las risas y el gozo por el espectáculo, pero la falta de luz también ofrecía un ambiente de intimidad que a Puerto Hurraco le hace falta.

En el imaginario colectivo estoy seguro de que se activaron los recuerdos de La casa de Bernarda Alba, en especial los de aquella realización de Mario Camus, donde García Lorca describía de una manera extraordinaria la España profunda, que viene a ser la España malvada, oscura y necia. Es la España de la crueldad detallada en la tortura del otro. Donde se exhibe el alma de inquisidor torturador. Es la España católica, el catolicismo que habla en sus liturgias de los instrumentos de tortura. Así, La Poncia le quiere pinchar los ojos a Bernarda como castigo por el que ella ha recibido, nada menos que durante un año, tiempo de una condena, pero sería una venganza.


Humor y humor negro. Se trataba de hacer otro humor alguna vez, y el humor negro les resultó tentador. La llegada es una procesión con ‘tos sus avíos’: negro, silencio, campanilla, estandarte, paso quedo y las reliquias detrás del estandarte. Toman posición y una de las hermanas (¿quizá la madre ‘Bernarda’?) toma asiento. De esta manera podrá luego resultar el chiste escénico:

“En un pueblo estremeño,
al pie del valle del Jerte,
viven estas 3 hermanas
y otra de cuerpo presente:
- ¡PRESENTE!
(Y se levanta la cuarta.)

En seguida se presenta la oposición de dos personajes: el actual alcalde y la anterior alcaldesa. Al alcalde se le dedica una construcción en la que lo que se critica es, en realidad, lo que de él se ensalza, para poder decir:

“Por eso viva la Teo, que ella
es rociera y también da mieo.”

El humor absurdo llega con el juego de palabras de ‘la blanca paloma’ (dedicado a la virgen del rocío) y “La Paloma San Basilio”, Sigue: “vivan los mosquitos de las marismas, viva el autan redentor, viva el pastorcillo divino con sus enaguas de volantes” (en clara referencia a una imagen de Jesús). “Y el que no diga ole, nos lo llevamos por delante” (modificación del grito del Falla: “que se le seque la yerba buena”).


Los estribillos (ampliado y corregido, 15:43h. - 01.04.2017):

“Dicen que somos extrañas,/ vaya pueblo exagerao, / cuando son nuestros vecinos / los que tienen un tiro dao.”

“Por si acaso, por si acaso, ve llamando al del OCASO.”
(compañía aseguradora dedicada al futuro sepelio, seguro cuyo pago estaba absolutamente extendido en España.)
"Ya lo decía mi tía, cámbiate a Santa Lucía."

“Date prisa, date prisa, ve llamando al de SERVISA.”
(conocida empresa de ambulancias)

"Aprovecha este Carnaval, por si no vuelves más."

"Por no lavarse en un bidé, Carmina Ordóñez pegó un traspié."

"Apoyemo a la esclerosis, aquí el que menos ya tiene artrosis."

Después siguen apareciendo los versos de humor negro, sacado de hechos reales:

“(…)
mi suegro que con las uvas
el pobre se ahogó y se quedó
allí tieso.”

“(…)
En las casas de hermandades
le llueven las petaladas;
en otras la piropean
y venga otra petalada.
Cuando pasa por la nuestra
le ponen un chaleco antibalas.”

“(…)
y donará al equipillo,
como agradecimiento,
restos de avión para los juanillos.”
(Aquí el hecho real era el accidente del avión.)


Los bastinazos en referencia a lo sexual los preparan con un cuplé que incluye el cliché de la “Carmeluchi”:

“Mi vecina Carmeluchi
se ha hecho donante de semen (¿?):
fue por culpa de la crisis
porque dinero no tiene.
Los de la clínica dicen:
“qué tía más saboría,
vaya siesa y que malaje,
no da ni los buenos días.”
La pobre no puede darlos
porque, mmmmmmmmmm, ¡no podía!”
(Se acompaña a este último verso con un gesto con la boca llena y cerrada.)

A partir de este cuplé se construye el humor de toda una cantidad de cuplés que luego seguirán con diferentes actrices:

“A Ana Belén le han dao
de la Academia de Cine
(…)
por la boca.”

Esta es una construcción que deja al público en la duda. La expresión estándar hubiera sido “se lo han dado por la cara”, porque sí, sin ningún mérito. Pero todavía flota en el ambiente la boca no pronunciada de la vecina Carmeluchi.

A Rafaela Carra no le faltará la dedicatoria:

“(…)
Dicen que está mu quemá
de tener que echarse patrás
la picha.”


La crítica y burla contra unas costumbres puritanas y anticuadas no falta tampoco:

“Ya desde chica mi madre
siempre me recomendaba
salir limpita a la calle
por si algo me pasara.
Si un día te da una fatiga
o te cae con la caraja…;
siempre voy yo escamondada,
y antes de poner la faja
me echo 2 gotas Brummel
en lo que viene siendo la raja.”
(Brummel era, y es, un perfume para hombres.)


La crítica contra la situación laboral de Cádiz, y contra la falta de reconocimiento a las capacidades y habilidades:

“Mi primo estuvo con El Bulli
de cocinero, él descata,
se ha recorrío medio mundo,
reinventó la piriñaca.
Con la estrella Michelín
Él se ha colocao en el taller del Vaca.”


A este reportorio carnavalesco, bien trufado, le sigue un popurrí realmente amplio, que termina haciendo referencia a la famosa frase, y que tras el reportorio el público activará en su memoria, “en Cádiz hay que mamar”, para cambiarla en el último momento y decir:

“si hemos llegado todos hasta aquí,
es porque en Cadi hay que morir.”


La Agrupación Callejera creo que ha aportado una de las actuaciones más luminosas, con toda su oscuridad, de las calles de Cadi. A tener en cuenta, y no de pasada, que el humor negro atraviesa graves dificultades en la actual situación política. En el momento en que escribo estas líneas acaba de ser condenada Cassandra Vera por haber practicado el humor negro. Una sentencia que pone en entredicho, en opinión de muchos, que la legalidad con que ha sido condenada sea legítima, entre otras cosas porque el atentado contra el jefe del Gobierno del general Franco, almirante Carrero Blanco (que fuera asesinado por ETA) no fue tipificado en la Ley 47/1977, de 15 de octubre, de amnistía, como terrorismo, pero la condena a Cassandra sí.


©Pablo Martínez-Calleja, 2017

En este primer vídeo sí se puede apreciar el aspecto procesional en oscuridad de esta Agrupación Callejera:




















El crimen de Puerto Hurraco

El crimen de Los Galindos

El crimen de Orozko (Ibarra)