jueves, 16 de marzo de 2017

Parking Dead, un Romancero a lo Quevedo

Como aquellos romanceros que traían de lejos, siempre de lejos, las noticias que de otro modo nunca hubieran llegado. Romanceros, aquella forma de periodismo arcaico, última forma arcaica previa a la aparición de la imprenta. Noticias mitad realidad, mitad ficción inventada para que la sonrisa o la risa mantuviera la atención y la mano cerca de la bolsa, de la que saliera, siquiera, una moneda. Ficción agría, que se echara encima de lo que la moral del dicente quisiera criticar, combatir o ridiculizar. Humor, humor que siempre vive del retorcer de la lengua, de la desvergüenza; de sacar de la oscuridad de los hábitos del salón lo que todo el mundo sabe y nadie se atreve a nombrar, o se es un bufón.

Romancero gaditano, romancero porque en verso, sea o no medieval. Romancero Carnaval.



Un romancero de raza, el de Javier Benítez y Monano, que nos tiene acostumbrados a un Carnaval gamberro, iconoclasta, cuyo disfraz para su Tipo suele ser el mamarracho gaditano, vuelve a serlo sin dejar de la mano su saber teatral, escenográfico y la invención de un cartelón sintético, adaptado a los tiempos modernos y fuera de las normas del concurso y de la Edad Media.

“Ni una cuarteta pa’tirar’ en un texto magnífico en forma y contenido. Su contenido sigue la más pura tradición, la de contar un hecho, un hecho que ocupa a la ciudadanía en su realidad local gaditana; crítica y queja por la situación injusta que produce un malestar:

“En Cadi no hay quien aparque
ni en línea ni en batería,
por eso ha tardao 3 año
en vení Susana día.”


Al tiempo que muestra un doble malestar, o triple: la deformación de su propio cuerpo por su trabajo (que a su vez nos lleva a un lugar común gaditano de chiste y risa: el butanero) y por la Semana Santa, en una cuarteta artefacto de la risa:

“Si andamos como los zombis,
con un hombro más elevao,
es porque este es butanero
y yo cargo el despojao.”


No falta tampoco la referencia a la milenaria y mitológica historia de la ciudad, que estos dos romanceros siempre han ridiculizado en la exageración habitualmente usada, más un lugar común muy manido y ausente de verdadero significado, dado que aunque las autoridades y sus acólitos se han llenado siempre la boca con los famosos tres mil años (a los que el paso de los años no han sumado ni uno más…), el patrimonio sigue abandonado al aire y a los elementos…:

“Hércules fundó Cádi
cuando acabó los 12 trabajos;
si hubiera tenío que aparcá
no hubiese fundao… nada.”

(Véase que en este último verso se juega con la expectativa del publico, que espera /un caraho/ y lo sustituye por el normalísimo /nada/).

Y sigue:

“Por lo visto dejó er carro
en carga y descarga aparcao,
y cuando mató al gigante
ya tenía la grúa al lao.”

“Si los fenicios fundaron Gadir
al lao de la Torre Tavira
y tuvieron que aparcá
al principio la avenida.”


Otro de los elementos que a mí, muy personalmente, me agrada observar es el uso del habla gaditano sin disimulos, digamos el uso del dialecto, como elemento de identidad no solo gaditana sino de su Carnaval. Estoy convencido que la normalización del habla en el Carnaval gaditano sería una pérdida, la pérdida de un elemento cultural de primer orden, al hilo de la naturales reivindicaciones del habla andaluza (y gaditana) como un habla del que no hay que avergonzarse, al contrario de lo que la tradición “castellana” con su estándar de lo culto ha pretendido, ridiculizando a andaluces y gallegos, entre otros, por su habla o por ‘sus costumbres”, atribuidas solo desde el cliché y el prejuicio.


Tampoco este romancero se plegó a ningún compromiso de corrección política de ninguna clase, y en su texto se puede ver cómo aparece su suegra, sin que su suegra sea convertida en un chivo expiatorio del machismo, en mi opinión:

“Pero cuando llegué al portal
mencontré a mi suegra sola,
que me dijo ante de entrá:
tú me lleva al Mercadona?”

Aunque además:

“Mi suegra llegó por detrá
le dio un bastonazo certero
y al ver sarpicá to esa sangre
entendí lo de sarpicadero.”

Así mismo, y de modo muy conmovedor para mí, encontré entre estas cuartetas algo que yo mismo pude vivir durante los días de mi estancia en Cadi (a partir del minuto 8:10 del vídeo):

“A veces cuando me aburro
me meto en el coche a esperá
y a reirme de to el que se para
y me dice: ¿tú te vá?”

El romancero se despide recuperando la presencia de los ausentes, el resto de los Benítez, habituales de la agrupación, y con una cuarteta completamente adaptada al romancero:

“Si quieren, todos ustedes,
conservar bien su salud
más vale que nos ayuden
a pagar la zona azul.”

Parking Dead tematiza, con gran humor e ironía, la situación de aparcamiento en la ciudad de Cádiz, así como el desastre circulatorio heredado de la época de Teófila Martínez, en especial la construcción de un puente que a vista de muchos resultaba innecesario, y de cuya señalización llegan hasta hoy mismo no pocas complicaciones.

El libreto no es otra cosa que ese sobre manila en el que uno se encontraría la multa. Un romancero con una conjunción completa de tipo, texto y libreto, en la mejor forma de Carnaval de Cadi, en mi opinión.


©Pablo Martínez-Calleja, 2017


1 comentario:

  1. Este ROMANCERO ES UNA ABSOLUTA MARAVILLA. Junto con la de El Eterno repetidor, son mis DOS FAVORITOS ever forever. Y aún así, me los pongo de vez en cuando...! Genial artículo! Gracias!

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